La ballena beluga que quedó varada en el río Sena, Francia, tuvo que ser sacrificada tras su rescate ante la «degradación de su estado de salud». Las dificultades de respiración del mamífero se agravaron y los veterinarios tuvieron que proceder a una técnica de eutanasia para no prolongar más su sufrimiento.
El rescate de la beluga cautivó al público; sin embargo, el descenlace no fue el esperado. Durante la noche del 9 de agosto, los rescatistas laboraron para sacar a la ballena de 800 kilos del río durante casi seis horas. Para eso usaron una grúa y redes.
La idea era soltar al cetáceo en el mar, pero su salud se deterioró. Padecía desnutrición y su «sufrimiento era evidente», de acuerdo con la veterinaria de los bomberos del Essone Ollivet Courtois. De hecho, su rescate se adelantó porque desde hace varios días el animal dejó de alimentarse y su estado preocupaba a las autoridades y activistas.
El martes pasado fue la primera vez que se vio a la ballena beluga en el río Sena, a unos 70 kilómetros de París. Este animal vive en aguas frías y saladas, por lo que los expertos están desconcertados sobre las razones que llevaron a desviarse tan al sur a la ballena. De acuerdo con el Observatorio Pelagis de Francia, la población de belugas más cercana se encuentra frente al archipiélago de Svalbard, al norte de Noruega, a 3 mil kilómetros del Sena.
Los costros del rescate costaron varios miles de euros, que contaron con la aportación de numerosas donaciones de ciudadanos y organizaciones.
El pasado mes de mayo, una orca entró en el Sena donde estuvo varios días, pero murió de cansancio y falta de alimentación antes de que la rescataran. Asimismo, en 2019, se encontró una ballena muerta en el río Támesis, cerca de Gravesend, Reino Unido.