Chapulines al revés

No encuentro lógica al razonamiento de que como no me gusta la invasión de tránsfugas de partidos de la derecha que desvirtúan el espíritu progresista y de izquierda de Morena, entonces me voy con todo y equipaje a apoyar a una candidatura de la derecha

Chapulines al revés

Autor: Carlos Figueroa

Este fin de semana circuló en redes sociales y medios de comunicación la noticia de que un grupo de precandidatas y precandidatos de Morena a diputaciones y regidurías hicieron pública su adhesión a la candidatura a la presidencia municipal del panista Mario Riestra. El que la noticia nos informe de que fueron precandidatos y precandidatas, nos hace pensar que quisieron tener alguna candidatura y que no se las dieron. Quienes defeccionan de las filas de Morena arguyen que en el proceso de selección de candidaturas hubo una burla a las bases morenistas, un abandono a los fundadores del partido, falta de transparencia en el proceso de selección de candidatos y candidatas. Pero no es por eso que se van de Morena y engrosan las filas de la derecha, lo hacen por el interés que tienen en “el bienestar y la justicia para la ciudadanía”.

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Similar anuncio hizo a principios de abril un grupo de aproximadamente 15 militantes de Morena, algunos de ellos exfuncionarios de los gobiernos de Luis Miguel Barbosa y Sergio Céspedes Peregrina, además de coordinadores territoriales. Los que abandonan las filas de la 4T -lo están haciendo por mucho que digan que siguen apoyando a Claudia Sheinbaum- expresan el profundo malestar que recorre entre los más conspicuos militantes de Morena. Malestar justificado y explicable por el desaseo y extremos a los cuales ha llegado la dirección de Morena en su pragmatismo motivado por el afán de conseguir las alianzas necesarias para la consecución del Plan C.

En efecto, la dirección del partido, encabezada por Mario Delgado ha llegado muy lejos en la designación de personajes impresentables para que representen a Morena en senadurías, diputaciones federales, locales, presidencias municipales y regidurías. Con ello han provocado un enorme daño a la identidad de Morena y han colocado en serio riesgo a lo que alguna vez tuvo la aspiración de ser un partido movimiento.

He indagado entre algunos y algunas de los que han defeccionado los motivos que tuvieron para irse hacia la derecha. Más allá de decir que Morena se ha vuelto un asco por el chapulineo, me han respondido que José Chedraui es peor que Mario Riestra, que la familia Riestra ha apoyado proyectos culturales, que el candidato panista ha mostrado apertura a nuevas ideas provenientes de quienes han abandonado a la izquierda y algunos francamente han mencionado que se cansaron de no encontrar oportunidades en Morena al ser constantemente marginados y que ahora apoyan una candidatura en la que incluso podrían tener oportunidades laborales.

Me parece que esto último, atendible para quien busca agenciarse un ingreso para vivir, ha contado mucho. De otra manera, no le encuentro lógica al razonamiento de que como no me gusta la invasión de tránsfugas de partidos de la derecha que desvirtúan el espíritu progresista y de izquierda de Morena, entonces me voy con todo y equipaje a apoyar a una candidatura de la derecha. Han pasado pocos años, pero en realidad es remoto aquel tiempo en que los integrantes de Morena estaban articulados por ideales y repetían constantemente lo que Andrés Manuel López Obrador repetía una y otra vez: “en Morena no se está por puestos o candidaturas, en Morena se está porque queremos un cambio de régimen”.

Así las cosas, he podido advertir que en las filas de los morenistas de primera hora existen diversas actitudes. Hay quienes están tan decepcionados y enojados, que están pensando en la fundación de un nuevo partido. Hay otros y otras que no han pensado en abandonar Morena todavía, pero de manera errónea votarán por Claudia Sheinbaum, pero no apoyarán el Plan C. Hay quienes votaron por Claudia, pero votarán diferenciadamente y marcarán la boleta para los cargos de representación popular dependiendo de si no es abominable el candidato/a que les impuso la dirección del partido.

Finalmente, hay otro sector que se ha disciplinado porque indisciplinarse es quedar fuera de la fotografía y contra sus convicciones más íntimas y tragándose el desprecio por el chapulín o chapulina que les toca, lo están apoyando de manera pública. Esto quiere decir que en este sentido no hay mucha diferencia entre los que se quedaron apoyando candidaturas impresentables y los que para no apoyarlas se fueron a apoyar candidaturas de la derecha. En el fondo juega mucho el cálculo de conseguir algún cargo apoyando a Morena o al PRIAN, o no quedarse sin futuro político de acuerdo a las nuevas reglas que está adoptando Morena.

El politólogo italiano Angelo Panebianco en su libro Modelos de Partido (Alianza Universidad, 1993), escribió sobre los incentivos colectivos que movían a la militancia de dichos partidos: el programa partidario, la idea de gobierno y sociedad que se buscaba, la conservación del sistema, su reforma o revolución. También habló de los incentivos individuales: hacer carrera política, obtener un cargo o puesto de representación popular, encontrar un ingreso. Al parecer, el éxito de Morena, su descuido en el trabajo ideológico, su énfasis en lo electoral, están haciendo prevalecer en el partido los incentivos individuales sobre los colectivos. Al tiempo.

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