Autor/a Wire Team
Traductor/aMaria Inés Cuervo
Mientras reflexionamos sobre el año pasado, repasemos cinco luchas cruciales que cubrimos en nuestro servicio de la Agencia. Desde movimientos emergentes hasta proyectos políticos consolidados, desde amargas derrotas hasta grandes triunfos, estas luchas nos enseñaron lecciones invaluables, ampliaron nuestros horizontes políticos y encendieron nuestras esperanzas en un mundo nuevo.
Lxs agricultorxs contra el neoliberalismo
En 2020 el Parlamento de la India, dirigido por el primer ministro de extrema derecha Narendra Modi y su Partido Bharatiya Janata (BJP), introdujo un conjunto de proyectos de ley destinados a privatizar el sector agrícola indio y a desmantelar las antiguas protecciones gubernamentales en nombre de la llamada eficiencia del mercado. En conjunto, estos «proyectos de ley agraria» fueron un ataque generalizado contra los medios de vida de lxs agricultorxs de la India al servicio del capital extranjero y de lxs oligarcas de la agroindustria nacional.
En respuesta, lxs agricultorxs organizadxs de la India salieron a la calle en un número sin precedentes. La suya fue una expresión organizada de democracia y disrupción: huelgas nacionales, bloqueos de carreteras y ferrocarriles, boicots y barricadas a objetivos corporativos y, como apoyo a todo ello, un sistema colectivo de ayuda mutua para quienes se jugaban la vida (ver nuestro ensayo fotográfico aquí). Las mujeres de la India desempeñaron un papel indispensable, resistiendo a las fuerzas del capitalismo y el patriarcado. Agricultorxs y activistas de todo el mundo, inspiradxs por la determinación radical de sus compañeras de la India, expresaron su solidaridad.
La lucha duró más de un año, y el Estado asesinó a unxs 700 agricultorxs en el proceso. Pero el movimiento demostró ser poderoso. En diciembre, las leyes agrícolas fueron derogadas.
Sin embargo, la lucha está lejos de terminar. Lxs agricultorxs de la India se han comprometido a aprovechar su victoria y plantearon nuevas exigencias al gobierno. Se enfrentan a nuevas amenazas ya que los instrumentos del imperialismo amenazan con desvirtuar su victoria. Este año, celebramos a lxs agricultorxs de la India. Han demostrado que las masas –organizadas, movilizadas y dispuestas a emprender una acción radicalmente disruptiva– tienen el poder de forjar su propio destino.
Lxs palestinxs contra el colonialismo de colonxs
Para lxs palestinxs, la «Nakba» –que se traduce como «catástrofe» y se refiere a la limpieza étnica original de 750.000 palestinxs de pueblos, aldeas y ciudades en 1948– no es una historia del pasado, sino un proyecto continuo y brutal de colonización.
En abril de 2021, por ejemplo, el gobierno israelí intentó desalojar por la fuerza a unxs 2.000 palestinxs del barrio de Sheikh Jarrah, en el Jerusalén Oriental ocupado. Cuando lxs residentes se resistieron con una poderosa campaña para salvar Sheikh Jarrah (#SaveSheikhJarrah), el Estado israelí respondió con brutalidad, atacando al pueblo palestino en las calles y en sus lugares de culto.
Pocos días después, el gobierno israelí lanzó un feroz ataque militar contra Gaza, en el que perdieron la vida al menos 260 palestinxs. En respuesta, la Internacional Progresista urgió a las fuerzas progresistas del mundo a luchar por el fin de la Nakba, a boicotear el régimen del apartheid –una exigencia también respaldada por más de 700 líderes y lideresas del Sur Global– y a desprenderse de su maquinaria bélica mediante la organización antimilitarista internacionalista.
A finales de junio, cuando el nuevo gobierno de Bennett-Lapid tomó posesión de su cargo en Israel, líderes mundiales y la prensa tradicional celebraron el fin de la era Netanyahu. Sin embargo, como era de esperar, la administración no sólo continuó sino que redobló la represión contra el pueblo palestino. En octubre, calificó de «instituciones terroristas» a varios grupos palestinos de derechos humanos, como Al-Haq y Defensa de los Niños Internacional – Palestina.
Pero la sociedad civil palestina se niega a ser silenciada. Como escribió Shahd Qaddoura, de Al-Haq, la organización palestina de derechos humanos más antigua: «Hasta que Palestina sea libre y podamos disfrutar por fin de nuestro derecho a la autodeterminación, nuestra voz de justicia seguirá siendo fuerte».
Lxs trabajadorxs autónomxs contra la explotación
En todo el mundo, la tecnología digital está creando nuevas formas de obtener valor de lxs trabajadorxs, sumiéndolxs en condiciones laborales cada vez más precarias. Esta «gigificación» es más evidente en el caso de lxs repartidorxs de aplicaciones. Durante la pandemia, el trabajo de reparto supuso un «servicio esencial» que protegía a la gente de la exposición al virus, pero fueron las grandes plataformas las que obtuvieron las ganancias de este trabajo esencial. Esto está empezando a cambiar. Un movimiento creciente de repartidorxs en todo el mundo –desde Shanghái hasta Tiflis, desde Ciudad de México hasta Taiwán– está luchando por el fin de la explotación, por el derecho a sindicarse y por desafiar el frío control algorítmico sobre sus vidas.
80.000 trabajadorxs de reparto de comida en Taiwán, por ejemplo, han protestado por la falta de transparencia en los nuevos cálculos salariales de empresas como Uber Eats y Foodpanda. Piden un sindicato nacional para organizar y luchar contra los modelos de negocio explotadores en la llamada economía de los trabajos por encargo. En Tiflis, la capital de Georgia, lxs repartidorxs están clasificados como «contratistas independientes» y, como tales, se enfrentan a un complicado proceso para organizar huelgas legales. Pero en lugar de rendirse, lxs repartidorxs hicieron de su condición una virtud: dejaron de trabajar colectivamente con solo apagar la aplicación, causando estragos en la empresa y demostrando el potencial de auto organización de lxs repartidorxs.
América Latina contra el neofascismo
La izquierda está en alza en América Latina. De Bolivia a Perú, de Chile a Honduras, los pueblos luchan por recuperar la democracia contra las fuerzas del nacionalismo de derechas internas y la intervención imperial desde el exterior.
Tras la triunfal movilización contra el golpe de Estado de la derecha, apoyado por el extranjero, que derrocó al Movimiento al Socialismo en 2019, el pueblo de Bolivia ha reclamado su democracia y ha pedido justicia para las víctimas del régimen golpista.
En Perú, el ex profesor de primaria y líder sindical Pedro Castillo derrotó a un oponente que amenazaba con devolver al país a los días más oscuros de la dictadura fascista de Fujimori.
En Honduras, la elección de Xiomara Castro trajo consigo una renovada esperanza de que el país pueda finalmente escapar de la sombra del golpe de Estado respaldado por los Estados Unidos en 2009.
El pueblo de Venezuela continuó defendiendo las victorias del proceso bolivariano contra las asfixiantes sanciones y otros esfuerzos imperiales de cambio de régimen, incluyendo el saqueo de sus reservas de oro por el sistema legal del Reino Unido.
Y para cerrar el año, el miembro de la Internacional Progresista Gabriel Boric triunfó sobre el pinochetista José Antonio Kast, preparando el camino para la transformación radical de la Constitución chilena iniciada por el “estallido social” de 2019.
Aún existen profundos desafíos. Una devastadora derrota electoral en Ecuador fue la excepción a la tendencia regional. En Colombia, la resistencia masiva de indígenas y campesinxs fue violentamente reprimida por el gobierno de Duque, respaldado por Washington y Londres. Las victorias representan el comienzo, no la culminación, de un largo proceso histórico de reivindicación de la soberanía en toda América Latina.
Tras un año de grandes victorias y derrotas, en 2022 ponemos la vista en Colombia, Brasil y más allá.
El pueblo contra el despojo
La lucha por la descolonización contra el imperialismo es quizá la más característica de nuestro tiempo. Allí donde el colonialismo y el capitalismo convirtieron violentamente la tierra común de muchxs en propiedad privada de unxs pocxs, la descolonización lleva mucho tiempo tratando de reclamar esa tierra en beneficio de los pueblos a los que pertenece por derecho.
Es una lucha por la soberanía, por la tierra, por los alimentos y contra la destrucción del medio ambiente. Sin embargo, a pesar de los intentos imperialistas de relegar la historia colonial al pasado, la lucha por la descolonización continúa hoy en todo el mundo.
En Kenia, los wakasighau, un pueblo desarraigado de su región natal, Kasighau, y exiliado por los británicos al comienzo de la Primera Guerra Mundial, siguen luchando por la devolución de sus tierras.
Para lxs habitantes de la aldea indonesia de Pakel, la lucha contra el acaparamiento de tierras y la destrucción del medio ambiente ha durado más de 100 años, primero contra el gobierno colonial holandés y luego contra lxs gobernantes indonesixs tras la independencia.
En la isla filipina de Panay, el pueblo indígena Tumandok lleva décadas luchando contra los proyectos de construcción de represas.
En India, la población tribal del bosque de Hasdeo se embarcó en una histórica marcha a pie hasta la capital del estado para salvar sus tierras y medios de vida de un proyecto minero del grupo multinacional indio Adani.
En Australia, la Nación Aborigen Wangan y Jagalingou está librando una decidida lucha para detener un proyecto de minería de carbón ecológica y culturalmente destructivo.
En Brasil, los pueblos indígenas han ocupado la capital, Brasilia, para resistir el acaparamiento de tierras y los megaproyectos ecológicamente destructivos del gobierno, y para luchar por sus territorios y el derecho a la vida. Y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) del país –uno de los mayores movimientos sociales de América Latina, con unos 1,5 millones de miembros– lucha contra el desalojo de 450 familias que viven en el campamento Marielle Vive de Valinhos, donde han transformado tierras abandonadas en una próspera comunidad.
En Colombia, líderes y lideresas de la guardia de las comunidades campesinas, cimarronas e indígenas organizan a sus miembros en torno a la defensa de sus respectivos territorios y espacios contra la brutal represión del gobierno de Duque.
Cada una de estas luchas forma parte de una guerra mundial por las tierras, los derechos y los medios de vida de los pueblos indígenas contra las fuerzas globales de colonización y los mecanismos de acumulación primitiva.