Hace más de 300 años que el agua en la zona de San Francisco, el corazón de Puebla, no deja de brotar ni de traer a la memoria los relatos e historias de aquellos barrios fundacionales que dieron vida a esta ciudad.
Pasando el río de San Francisco, ahora bulevar 5 de Mayo, se encuentra un espacio, al oriente de la capital poblana, lleno de secretos y tesoros, que por varios años quedó escondido para el disfrute de unos cuantos.
Hoteles y casonas lujosas resguardaron por mucho tiempo, con portones gruesos de madera, los vestigios, jardines, y espacios arquitectónicos que desde siempre han gozado de un alto valor histórico y cultural que aluden a la Puebla fundacional.
Infórmate más: Lavaderos de Almoloya abren a todo el público; gobierno los recupera
Estos lugares, que tienen un área de 8 mil metros cuadrados por fin, están recuperados y abiertos para que todos los poblanos y turistas puedan admirarlos.
¿Qué es ahora de los Lavaderos de Almoloya?
Cruzando la reja que enmarca el edificio color amarillo de la calle 10 Norte, un espacio amplio y oscuro traslada al visitante cientos de años atrás; alrededor, los muros y columnas desgastadas reflexionan sobre la estética de la ruina imperante que aún sobrevive. Mientras que en la parte inferior, hileras de 90 lajas de piedra huecas remiten a la forma de unos lavaderos antiguos: los de Almoloya.
Un ambiente fresco y húmedo a la vez se percibe en el interior del inmueble, producto del agua del río de San Francisco que aún corre por debajo y resurge como lo hacía hace más de 300 años, cuando las poblanas acudían diariamente a lavar su ropa de algodón.
“Yo era muy pequeña cuando mi tía venía a lavar aquí la ropa (…), la ropa que se secaba se llevaba en costales y la que no era transportaba en cubetas de lámina o en un burrito o un caballo que jalaban las cubetas de ropa”
Carmen
Mujer de la tercera edad quien vivió en aquellos años
La parte exterior que rodea los Lavaderos de Almoloya muestra la fusión de dos tiempos que se encuentran y conviven, por un lado, estructuras históricas, y por otro, edificios contemporáneos, producto de la privatización.
Un amplió jardín, que colinda con el hotel Azul Talavera, conecta con un túnel que formaba parte del convento de San Francisco. La oscuridad que de él emana sumerge al visitante en un camino sigiloso que lo acompaña a través de las luces y las sombras producto de las lámparas colocadas a los costados.
Más información: Retiran portones del Paseo San Francisco en Puebla
Una luz al fondo devela el Jardín de las Trinitarias, anteriormente la huerta del Convento de San Francisco, en donde conviven espacios públicos y privados.
Otro lugar relevante son las ruinas de las primeras estructuras del primer Convento Franciscano, en donde se presume que estaba ubicado el dormitorio del Beato San Sebastián de Aparicio.
Los muros se resisten al tiempo; algunos de ellos aún exhiben elementos de la pintura mural con la que dichos espacios históricos fueron decorados.
En tanto, en el patio de paseo San Francisco, se abre una entrada que lleva al visitante, a ascender hacia un lugar en donde la luz y la naturaleza conviven. Abajo unos huecos de lajas parecen abrirse para mostrar el último de los secretos de este sitio: los primeros hornos de Talavera.
Continúa leyendo: Gobierno estatal recupera Parque de la Mujer en zona de San Francisco
Foto: Agencia Enfoque
Recuerda suscribirte a nuestro boletín
📲 bit.ly/2T7KNTl
📰 elciudadano.com