El domingo 30 de mayo por la tarde, se celebró el debate entre candidatas y candidatos a la alcaldía de Puebla. Duró dos horas y media y lo condujo el periodista Erick Becerra, de El Heraldo de Puebla, con no pocos tropiezos, pues más de una vez se le confundieron los nombres de las coaliciones. ¿Habrá sido la falta de costumbre ante los reflectores?
Estuvieron presentes Alfredo Victoria Moreno, de Partido Encuentro Solidario (PES); Édgar Yamil Yitani, de Movimiento Ciudadano (MC); Roberto Ruiz Esparza, del Partido Verde Ecologista (PVEM); Eduardo Rivera Pérez, de la coalición Va Por Puebla (PRI, PAN, PRD); Claudia Rivera Vivanco, de Juntos Haremos Historia (Morena-PT); Evelyn Hurtado, de Nueva Alianza; y Eduardo Rivera Santamaría, de Fuerza Por México. No estuvo presente América Soto, de Redes Sociales Progresistas (RSP).
En dicho escenario, quienes aspiran a la alcaldía debatieron sobre temas como seguridad, economía, problemas urbanísticos de Puebla y también, en su mayoría, atacaron los antecedentes de sus contrincantes. No hubo cátedras de teoría política o análisis muy penetrantes sobre las problemáticas de Puebla. Tampoco salidas o refutaciones particularmente agudas o ingeniosas. Los mismos conceptos de siempre con las mismas perspectivas cuadradas.
Hubo, sí, mucho eslogan y latiguillo. Y si bien se entiende que las campañas han sido absolutamente desgastantes, también es una realidad que el nivel de la discusión se mantuvo muy por debajo de lo que podía esperarse en el debate para una de las alcaldías más relevantes de la República Mexicana.
A continuación algunos de los momentos más curiosos del debate.
¡Aguas, Lalo Rivera Pérez!
Ya estaba cantado que al candidato del Prianredé le iba a llover con el tema de la privatización del servicio de agua durante su gestión. Lo que sí fue una sorpresa fue la debilidad del argumento con el que intentó justificarse: que la privatización era una atribución del Gobierno del Estado, con el apoyo del Congreso local. Como quien dice, «Yo no fui». Para el caso, también pudo haber respondido «Y lo volvería a hacer», respuesta que al menos no habría añadido flaqueza al cinismo. Por supuesto, tanto Claudia Rivera como Edgar Yamil Yitani le cobraron cara esta salida.
Sin embargo, al menos se tomó la molestia de llevar planes de acción, por lo general estructurados en cinco partes, para cada uno de los temas que se iba a tratar.
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Lalo Rivera Pérez prometió dar fluidez a la apertura de negocios, créditos hasta por 25 mil pesos, capacitación en herramientas digitales, reordenamiento del Centro Histórico con miras a atracción de turismo.
Un golpe certero que logró asestarle a Claudia Rivera fue el reproche de haber regresado dinero a la Federación en el peor momento de la crisis pandémica.
Su tono fue solemne, calculado y confidente. Presidió el debate incólume como un patriarca y firme como un yunque, su estrategia claramente era la del jugador que se sabe con la partida en el bolsillo y solo necesita mantener la tendencia actual de la competencia para echarse la elección a la bolsa.
Para ser justos, no lo hizo tan mal para alguien que no quería participar en el debate.
Alfredo Victoria Moreno, el candidato que cayó del espacio
No queda del todo claro en dónde estuvo la mente de Alfredo Victoria entre las 5 y las 7 y media de la tarde del domingo.
En su primera intervención dejó claro que cree que era el único candidato que había salido a la calle a hacer campaña mientras todos los demás «tomaban café mientras veían noticias».
Por enésima ocasión recurrió a su metáfora de la ciudad de Puebla como un organismo vivo cuyo diagnóstico él posee. Según quedó claro, el microscopio es su instrumento predilecto para el estudio de este organismo, porque más que plantear soluciones a nivel macro, utilizó una buena parte su tiempo en compartir historias de vida que fue recogiendo a lo largo de su campaña, mismas que ilustró con fotos pegadas en cartulinas.
¿Obedecería esta estrategia a privilegiar la conexión emocional con la ciudadanía que se identifica con estas historias típicas, por encima de acreditar que se cuenta con verdaderos planes? La precisión con que enunció sus planes de trabajo quedaron registradas con calidad lo-fi, donde las múltiples imperfecciones se convirtieron en el elemento estético dominante.
Tampoco se abstuvo de mencionar por enésima ocasión su eslogan «Batas, no corbatas», y cada vez que hizo referencia a los otros candidatos los designó, por metonimia, como «corbatas».
Su intervención en general, mostró pocos signos vitales y resultó más fría que una cámara mortuoria.
Eduardo Rivera Santamaría: el ruido y la furia
Cuentan por ahí que nunca falta el ciudadano que sintoniza los debates políticos no tanto para informar su decisión rumbo a la urna, sino por el puro apetito de la sangre. Para este tipo de espectador, fue Rivera Santamaría quien dio mayor vida al debate.
La mayor parte de sus ataques se centraron en Eduardo Rivera Pérez, aunque también Claudia Rivera se llevó lo suyo, rompiendo con el paradigma de que la principal misión de FxM consiste en «hacerle el juego a Morena».
Desde su primera intervención estableció un punto de contraste con el toluqueño Rivera Pérez, pavoneándose de que su abolengo en Puebla se remontaba a 264 años.
Tampoco se quedó con las ganas de reprocharle que, de las mil calles que había prometido durante su gestión en la alcaldía de Puebla «hacer mil calles y no logró hacer ni 280«.
A Claudia le reprochó el decir que vivía en un barrio, pero que en realidad habitaba en una exclusiva zona residencial.
Sin embargo, Rivera Santamaría no sólo apeló al celo del poblano recalcitrante, pues dejó claro que también era un personaje ‘alivianado’ cuando sacó una lámina con el famoso meme de «Wey, ya», lo que dejó en claro su voluntad de quedar bien incluso con un público juvenil.
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Entre sus propuestas destacan la creación de un Comité de Obra Pública donde parece ser que serán los propios empresarios de la construcción quienes llevarán a cabo las licitaciones, además de trámites a la palabra y créditos hasta 50 mil pesos para jóvenes emprendedores.
Fue el único candidato que se refirió al comercio popular en vez de al comercio ambulante, fenómeno socioeconómico que suele ser el saco de boxeo tanto de los políticos tradicionales como de prácticamente todos los medios de comunicación poblanos, tan celosos guardianes de los intereses de los grandes capitales.
Claudia Rivera Vivanco, la vecina de San Miguelito
La alcaldesa con licencia recordó al espectador que es su vecina del Barrio de San Miguelito, de la zona del Museo de los Ferrocarriles. Quién sabe, lector, tal vez se la haya topado en la miscelánea mientras hacía cola para las quesadillas o la vio pasar alguna mañana con sus libros de Economía bajo el brazo. Tal vez, ¿quién sabe?, compartió una caguama banquetera con ella mientras contrastaban las ideas Adam Smith y de Friedrich Hayek, soñaban con repavimentar la calle en la que ambos vivían y ahora, desde hace algunos meses ya se considera un poblano de lo más afortunado…
La vecina Claudia propinó un par de coscorrones a Eduardo Rivera Pérez: uno a cuenta de que el sepulturero Felipe Calderón viniera la semana pasada a levantarle la mano. Además, siempre se refirió a él como «El Candidato del PRI», un poco bajo la lógica de hacer evidente su travestismo político a la base de fans panista del candidato prianredista.
Entre sus propuestas destaca la de bienestar animal, que difícilmente podrían igualar los otros candidatos, tan rodeados como están de intereses en la tauromaquia, afición que en un estado tan conservador como Puebla suele asociarse al alto estatus social y sobre todo como una deferencia ante la cultura ibérica.
También prometió combatir la corrupción, la mejora de las condiciones de vida en la ciudad a partir de la proveeduría de servicios y combate a la delincuencia.
El principal logro que presumió como alcaldesa es dejar a la ciudad, por primer año, libre de deudas, además de proveer instrumentos de trabajo adecuados a la policía municipal.
Hubo momentos, eso sí, en que Claudia se trabó más que un disco compacto dejado más de un año fuera de su estuche.
Roberto Ruiz Esparza, corriendo por la banda
Si usted vive en una junta auxiliar, se supone que «El Capi» Ruiz Esparza es su hombre en el campo. El exfutbolista estrella del Puebla viene con muchas ganas de pavimentar e iluminar todas las juntas auxiliares adscritas a la capital poblana.
Como abanderado ecologista, prometió implementar paneles solares para los edificios públicos. También tiene un plan de cruceros inteligentes. En cuanto al comercio no establecido, dejó claro que los va a sacar del Centro Histórico, para reubicarlos «en un lugar digno», sin especificar a cuántas leguas de la civilización conocida quedaría ese lugar digno.
Su estrategia no fue de confrontación y se enfocó en leer sus propuestas de trabajo. En muchas ocasiones repitió, por ejemplo, que desea que Puebla sea el quinto municipio más seguro del país. No el cuarto, no el sexto; mucho menos el primero. El quinto.
¿Por qué Ruiz Esparza escogió saco y corbata azules, tan distantes en la escala cromática del verde que identifica a su partido? He ahí uno de los grandes misterios del debate.
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Se le veía alicaído. No debe ser fácil exponerse una vez más desde una plataforma sin posibilidades, haciendo como que se juega a ganar, pero con la melancólica certeza de que se camina por un callejón sin salida, con menos luz que las juntas auxiliares a las que hizo referencia durante su intervención.
Édgar Yamil Yitani, caballero de la triste figura
El empresario Edgar Yamil Yitani empezó su intervención con el pie derecho al afirmar su filiación Provida. Desde ese momento, quedó claro que la franja de electores a la que apela es la de los panistas nostálgicos que se consideran traicionados por el travestismo político, por ejemplo, de Eduardo Rivera Pérez. El naranja Yamil Yitani es el nuevo azul. Sí, definitivamente la retórica de Yamil Yitani resuena más con los valores del PAN que con la ideología socialdemócrata y progresista que MC presume en sus estatutos.
Yamil Yitani es la buena conciencia que vuela sobre el pantano, que recorre el Sodoma y Gomorra, como el mismo lo calificó, en que ve convertido el Centro Histórico de Puebla, lamentando el imperio de las meretrices, inquieto por la inminencia del castigo divino que, como la espada de Damocles, pende sobre la ciudad de moral degradada. Y para él, el camino a la salvación reside en entregarle los recursos públicos a los hoteles, restaurantes, fondas… y bares.
La salvación está en seguir llenando de cámaras cada rincón de la ciudad, incrementando la omnividente retina del Gran Hermano.
La salvación está en incrementar los apoyos de los concesionarios del transporte público, cada uno de los cuáles posee en promedio diez unidades, y quienes actualmente se quedan con ocho pesos de cada 8.50 que cuesta cada pasaje.
Yamil Yitani es también el candidato que sigue enfocando en Estados Unidos -potencia menguante- las soluciones económicas para Puebla, toda vez que busca llevar empresas poblanas a Panamá.
Yamil Yitani desea crear la Central de Abasto del Sur y expropiar las casonas del Centro Histórico para convertirlas en centros comerciales. Sí, el tipo de medidas óptimas para mantener el estatus de Puebla como patrimonio de la humanidad.
Evelyn Hurtado Morales, la voz de la Maestra
La maestra Evelyn Hurtado llegó a ese debate a dar cátedra. No se distrajo de sus apuntes en ningún momento ni permitió que alguna chispa de espontaneidad la sacara del equilibrio que propagara alguna quemazón en el papel que llevó preparado.
Evelyn Hurtado es la otra candidata que vive en una colonia popular: Patrimonio, colindante con Bugambilias, la Vicente Guerrero y la Leobardo Coca. Evelyn representa a la intelectual de clase media que vive junto con el pueblo. Propuestas dio muchas y muy razonables: creación de huertos urbanos, el programa «Dame chance» para facilitar el acceso de los recién egresados a su primera experiencia laboral, bolsa de trabajo para personas de la tercera edad, madres solteras y discapacitados, creación de la Línea Turquesa para respuesta inmediata a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, y creación de guarderías en las 17 juntas auxiliares de Puebla.
Propuestas abundantes, pues, y ambiciosas. En realidad no hay límite a lo que se puede prometer cuando se tiene la certidumbre de que, a una semana de la elección, no se podría ganar ni comprometiendo todo el voto del magisterio de Puebla, público y privado.
Tampoco desperdició mucho tiempo en atacar a sus contrincantes, aunque no se quedó con las ganas de cuestionar que recursos utilizados en una campaña de reelección hubieran estado mejor utilizados en seguridad pública para las poblanas y poblanos.
Leyó sus propuestas con una buena dicción, tal como cuentan que antes leían los maestros para que los alumnos tomaran el dictado. Leyó con la mejor dicción que los tiempos permitían; mucho mejor, definitivamente, de lo que jamás leerá en voz alta la Maestra Gordillo.