Domingo, tarde y noche de debates. En la recta final de este largo, muy largo proceso electoral, en una tarde calurosa, en Puebla, se realizó el primero y único debate entre los candidatos a la gubernatura. En la noche, en la CDMX y mientras Pumas y Cruz Azul disputaban el pase a la semifinal, se realizó el tercer debate chilango. Dos entidades estratégicas para que Morena cumpla con el Plan C o bien para que la oposición y sus voceros mantengan el bloque de contención en el Congreso de la Unión.
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La próxima semana, el domingo 19, será el tercer debate por la presidencia de la república, después los cierres de campañas, la cita con las urnas y san se acabó. ¡Gracias a Dios!
Como ha ocurrido en este proceso electoral, pase lo que pase, todas y todos los participantes se declaran ganadores. Acabaron los debates, vienen los postebates, en donde consultores, empresas y equipos digitales, hacen lo propio para desquitar sus sueldos. Más allá de los dimes y diretes, tres indicadores revelan si los debates inciden. Los niveles de audiencia, las encuestas de salida y las modificaciones, o no, en las tendencias electorales.
¿Qué destacar de estos debates? Primero el formato. Con mucho, el formato utilizado por el Instituto Electoral de la CDMX fue el mejor. En el tercer debate chilango, algunas preguntas las hicieron infantes; hubo discusión y réplicas; los contendientes se vieron cancheros e hicieron un buen programa de televisión. Salomón Chertorivski sacó un cigarro, que dijo era de mariguana.
En Puebla hubo debate, a secas. El formato fue acartonado. Los tres candidatos llegaron sobre entrenados. Por momentos, parecía un duelo de quién sacaba más carteles contra los otros. Se sacaron sus trapitos al sol, pero nada contundente, nada que los desequilibrara, nada para la crónica sabrosa.
Alejandro Armenta con traje oscuro y corbata guinda, al mejor estilo de la 4T. Eléctrico, hiperactivo, atrabancado, echado para adelante, presentó sus propuestas y respondió a los ataques de sus adversarios. No hubo un momento estelar, pero no se quedó con nada en su ronco pecho.
Lalo Rivera, traje oscuro, camisa blanca, estuvo bien, hizo lo suyo; acertó al no llevar corbata, porque se veía más joven que sus adversarios. Ya veremos si impactó en las tendencias electorales, particularmente en la zona metropolitana.
Fernando Morales se veía incómodo, varias veces se ajustó la corbata, leyó buena parte de sus intervenciones y se pasó de palero con Alejandro Armenta.
En la CDMX, los candidatos y la candidata ya se la saben. Los tres estuvieron mejor en el tercer debate que en el primero. Clara Brugada con argumentos y propuestas más estructuradas y firmes. Santiago Taboada con ataques más precisos. Salomón Chertorivski presentó propuestas mientras sus adversarios se lanzaban acusaciones.
Los tres afinaron sus estrategias y cada uno cumplió sus metas. Los tres debates no serán fundamentales en las tendencias electorales, pero sirvieron para tener una idea clara de los proyectos, fortalezas y debilidades de cada uno de estos.
La lección es: más debates como los de la CDMX y menos propaganda. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
@onelortiz
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