EE.UU. retira a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, medida mantenida por Trump desde 2021

El reciente anuncio del gobierno de EE.UU. sobre la exclusión de Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo marca un giro importante en las relaciones entre Washington y La Habana. Esta decisión, firmada por el presidente saliente Joe Biden, podría representar una ventana de diálogo en medio de las tensiones históricas entre ambos países. Sin embargo, es crucial evaluar si este movimiento es una señal de cambio genuino o simplemente un gesto efímero, en función del incierto panorama político que podría revertirlo en el corto plazo.

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Uno de los principales interrogantes surge en torno a la temporalidad de esta medida. A pocos días de la llegada de Donald Trump nuevamente a la presidencia de EE.UU., muchos analistas prevén que este avance diplomático se revertirá rápidamente, particularmente debido a la postura radical de su próximo secretario de Estado, Marco Rubio, conocido crítico del gobierno cubano. De este modo, la medida podría ser tan breve como simbólica, poniendo en duda su impacto real sobre las políticas restrictivas que han regido las relaciones bilaterales en las últimas décadas.

El trasfondo de este anuncio no puede ser ignorado. Desde 2021, cuando la administración Trump reincorporó a Cuba en esta lista, el país ha sido objeto de una serie de sanciones que han agravado la situación económica en la isla. Estas sanciones, que justifican restricciones financieras y comerciales, son vistas por muchos como parte de una política de aislamiento que busca estrangular la economía cubana. La Habana, por su parte, ha rechazado consistentemente estas acusaciones, señalando que nunca ha patrocinado el terrorismo y acusando a Washington de utilizar esta etiqueta de manera política y coercitiva.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, ha sido claro en su condena a esta clasificación, calificándola de una “burla a las víctimas del terrorismo” y de una maniobra deshonesta de EE.UU. para mantener su política de sanciones contra la isla. La eliminación de Cuba de la lista puede ser vista como un reconocimiento implícito de la debilidad de estas acusaciones, pero queda en el aire la posibilidad de que esta misma designación vuelva a ser utilizada como una herramienta política en el futuro cercano.

A medida que se aproxima el regreso de Trump a la presidencia, la medida podría revertirse y regresar a la retórica punitiva que ha caracterizado las relaciones entre Washington y La Habana. Mientras tanto, el pueblo cubano sigue siendo el principal afectado por las sanciones que dependen de estas fluctuaciones políticas.

Foto: Redes

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