Por Manuel Michelone
Ciudad de México (apro).- Por muchos años, desde que el ajedrez se juega de forma oficial, competitiva, con una serie de reglas de torneo, se ha especulado sobre el “mal de los grandes maestros”: las tablas rápidas, los empates sin lucha. Y es cierto que en muchas competencias los grandes maestros de pronto empataban después de una docena de movimientos. En muchas situaciones esto tenía que ver con darse un respiro en tantas rondas de un largo torneo o bien, no luchar en partidas con jugadores de más o menos la misma fuerza, manteniendo así las posiciones relativas en la tabla de resultados.
Leontxo García, reportero especializado de ajedrez, de España, ha criticado estos empates rápidos y se ha preguntado qué debe hacerse. Digamos que estos empaten hacer deslucir la competencia, no se ve lucha y la gente sale un cuanto decepcionada. Por ejemplo, en la última partida de doce pactadas, por el campeonato mundial entre Carlsen y Karjakin, celebrado a fines del año pasado, se esperaba una lucha sin cuartel, pero en lugar de eso hubo un descolorido empate, lo mismo pasó en la última partida a ritmo clásico entre Caruana y Carlsen, en donde este último parecía tener una buena ventaja como para buscar el triunfo, pero que acabó rápidamente con una propuesta de empate por el Campeón Mundial.
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Es cierto que a los organizadores les gusta que haya lucha, y de hecho, se crearon las Reglas de Sofía (Bulgaria), en donde los ajedrecistas tienen que hacer 30 movimientos antes de poder pedir el empate. Esto no elimina, sin embargo, que dos ajedrecistas hagan repeticiones de movimiento en la jugada 10, por ejemplo, y ningún árbitro puede obligar a los jugadores a que hagan otro movimiento para repetir tres veces una posición, que lleva a tablas por reglamento.
Otro enfoque fue el propuesto por el creador del torneo de Linares, el Sr. Rentero, que exigía lucha y cuando resultaba una partida insípida, no se tentaba el corazón para “multar” a los ajedrecistas y de esto no se salvaba ni Garry Kasparov.
Pero veamos, ¿quién dice que los jugadores deben jugar para que el público esté emocionado o contento al ver lucha? ¿No pasa en el futbol de pronto que hay partidos aburridísimos o de poco lucimiento? ¿En qué lugar se menciona que los jugadores de ajedrez deben salir a “dar espectáculo”?
Paco Vallejo, uno de los mejores ajedrecistas de España, si no es que el mejor, escribió en Facebook sobre este asunto: “Alucino un poco leyendo según qué cosas. Yo pensaba que el ajedrez, precisamente lo bonito del ajedrez, es que daba igual quién estuviese detrás de las piezas, daba igual que fuese un niño de 8 años, o una abuela de 80, daba igual dónde hubieses nacido, daba igual tu religión, lo único que era importante era aprender, luchar e intentar hacer las mejores jugadas posibles».
Pero ahora resulta que el ajedrez bien jugado es “aburrido”, cuando juega Magnus es aburrido (me da vergüenza leerlo) porque no se deja piezas, porque juega correcto y profundo. Sigamos separando torneos, y cargándonos el mayor valor que tiene el ajedrez, que promueve educación y valores. Y hablando específicamente de ajedrez femenino, terreno pantanoso y políticamente complicado. Las chicas tienen sus propios torneos, además de poder jugar los torneos de chicos.
Tienen premios razonables, sin ir más lejos, una chica con 2500+ gana más dinero que un chico con 2700 y encima ahora juegan más “entretenido”. Pues lo siento, pero discrepo, y basta ver cómo ha jugado Hou Yifan, la mejor de las mujeres con diferencia, ha hecho ocho tablas de nueve partidas, con un juego ultra sólido. A ver si nos estamos confundiendo y lo que es “entretenido” es lo que ocurre cuanto menos nivel tienen las partidas. Pues nada, ahora en lugar de mirar un Barcelona – Real Madrid, habrá que mirar el partido del patio del colegio donde quedan 18 goles a 20. Eso sí es espectáculo”.
Vallejo da en el clavo: los ajedrecistas en los torneos de alto nivel juegan mucho mejor que los demás. Es el mejor ajedrez posible y en ocasiones el ganador del evento es simplemente el que fue “mejor entre iguales” por quizás un par de puntos ganados. Y si se juega el mejor ajedrez, es más difícil perder (o ganar) y eso no emociona a nadie. La gente quiere ver sangre y espera que jugadores como Rapport, le tire las piezas en la cabeza al rival, o que Aronian saque siempre sus múltiples trucos o bien, que Nakamura juegue sus extrañas aperturas para desequilibrar desde las primeras jugadas, etcétera. Pero la verdad de las cosas es que el ajedrez como está, con sus “aburridos” empates, muestra el gran arte de los grandes maestros, que en muchas ocasiones no se puede desplegar porque el rival lo nulifica.
El problema de las tablas de grandes maestros está en los periodistas, divulgadores y entre quienes no sé por qué razón, piensan que los grandes jugadores deben salir a romperse la cara contra el contrario en cada partida. Los verdaderos amantes del ajedrez entienden que el juego es así, y que en muchos casos la igualdad de fuerzas lleva precisamente a estos empates que no les gusta a los que tienen acceso a escribir en medios públicos.
Yo estoy seguro que esta polémica nunca tendrá una solución satisfactoria. Es parecido al asunto de los derechos de autor de las partidas de ajedrez, cuestión que nunca tendrá solución y que además no tiene la mínima practicidad, amén de que dañaría al propio ajedrez, pero esto es otra historia.
Por: Manuel Michelone/El Ciudadano/ APRO