Por: Onel Ortíz Fragoso
En un país imaginario, en donde se comen tamales el 2 de febrero, en noviembre celebra a sus muertos y tienen una fe inquebrantable en su selección de fútbol, una de las ministras de la Suprema Corte de Justicia, uno de los tres poderes del Estado, se amparó (figura única de esa nación) para que nadie pudiera divulgar información de la investigación en la cual dicha ministra habría plagiado su tesis de licenciatura en derecho, primer eslabón formal que después de años y de la construcción de relaciones la llevó al máximo tribunal de su país.
El tema no es menor, porque no se trata de una abogada que saca borrachos o divorcia parejas insatisfechas, sino de una integrante del Poder Judicial de una nación de casi 130 millones de habitantes. Es una persona que forma parte de un poder que decide respecto a temas fundamentales del Estado, Derechos Humanos y cuestiones de miles de millones de pesos. Nadie es perfecto, pero a los integrantes de una Corte así, por lo menos, deben tener dos características: un profundo conocimiento del derecho y una ética incuestionable. Las dudas respecto al plagio de su tesis daña a la ministra, pero más al poder del que forma parte y a la institución que le otorgó el título.
Por supuesto que hay politiquería, pero hay mucho más que eso. En cualquier otro país, imaginario o no, la ministra en cuestión habría pedido licencia hasta que el tema se aclarara, en esta Nación no.
Obvio, hablamos de México y de la ministra Yasmín Esquivel que día a día se hunde en sus palabras y hechos.
Todo mal. Mal la UNAM y el rector, que lejos de resolver el problema lo enredaron; mal la Fiscalía de la CDMX, que no dice nada; pero sobre todo, mal la ministra, que poco sabe de prudencia y quizá menos, de comunicación.
El tema tiene tres vertientes: el de la UNAM, el que lleva la Fiscalía General de la CDMX y el de la opinión pública. El Comité de Ética del Consejo Universitario está en pleno proceso de revisión de pruebas. La fiscalía capitalina lleva el proceso con la “rapidez y eficacia” que la caracteriza y la opinión pública, ya la declaró culpable. El amparo de la ministra, lejos de aclarar el panorama, lo complicaron, porque no se trata de una simple ciudadana protegiéndose de una acción del Estado, sino una de las mujeres más poderosas de México tratando de evitar que la sociedad conozca la verdad.
¿Yasmín Esquivel plagió su tesis? No sabemos. Hay elementos que dicen que sí, hay otros que indican que no. Pero un proceso que, por los involucrados y por las implicaciones, debería llevarse con estricto apego a derecho en las instancias universitarias y judiciales, se empantanó. El punto clave lo dará la UNAM, si esta concluye que la ministra plagió su tesis, aunque su resolución no sería vinculatoria y en tribunales la ministra podría seguramente ganarle a la UNAM, la legitimidad de Yasmín para ejercer derecho quedaría hecha añicos. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?
@onelortiz
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Foto: Archivo El Ciudadano
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