El espectro del cine LGBTTTIQ+, charla con Gustavo Barrientos

En una entrevista con el productor/profe/experto en cine LGBTTTIQ+, descubrimos los espectros de este género cinematográfico.

El espectro del cine LGBTTTIQ+, charla con Gustavo Barrientos

Autor: Alexia Stuebing

Las representaciones de la comunidad LGBTTTIQ+ en el mundo cinematográfico apenas comienzan a visibilizarla de una forma mucho más real y profunda. Claro que aún faltan muchos avances y perspectivas por mostrar.

En una entrevista con El Ciudadano México, Gustavo Barrientos, un productor especializado en arte cinematográfico y cine LGBTTTTIQ+, nos contó un poco de cómo están las cosas para este sector poblacional en el mundo fílmico. 

Gustavo habla con la naturalidad catedrática de todo buen profe, en ese mood en que te explica sin hacerte sentir ignorante, sino en ese sentido motivante de saber que estás cultivando tu mente. 

Comenzamos hablando de su trabajo y es inevitable que terminemos hablando de cine LGBTTTIQ+; son dos caras de la misma moneda. 

Vertientes audioviusales

Para Gustavo el cine LGBT tiene tres grandes vertientes: 1) Aquel que tiene directorxs LGBT para audiencias LGBT, 2) El que contiene temáticas LGBT y 3) En el que hay personajes LGBT como apoyo de la historia hetero

1. LGBT para LGBT

El primero, aquel que tiene directores LGBT para audiencias LGBT, cuenta con un argot mucho más específico y atinado; contempla un universo “gay”, sus inquietudes, sus problemáticas. Es un tanto más íntimo y por lo mismo no tiene un alcance comercial tan grande. 

Este cine es generalmente independiente. Esto se podría atribuir a que las grandes casas productoras de Hollywood ya tienen bien ubicadas a sus vacas sagradas y siguen fórmulas que funcionan para crear películas taquilleras; mismas que, en incontables ocasiones, no representan correctamente a este sector poblacional. 

2. ¿Vendiendo la diversidad?

El segundo, que contiene temáticas LGBT, comienza a acercarse un poco más a este primer subgénero, pero continúa teniendo rasgos “comerciales”. Gustavo me hace la aclaración de que este término de “comercial” es un poco absurdo ya que todo el cine se vende y, por ende, se comercializa; pero entiendo que se refiere a que es un cine que está más interesado en ser vendible a ser preciso con los datos y detalles. 

Este segundo subgénero es mucho más abierto al público; a veces en un buen sentido y a veces no tanto. ¿A qué me refiero? A que no existe un punto medio que haga ventana a sus realidades. 

Se muestran en dos grandes actitudes: la inocente, retraída y ajena; y la hipersexual, morbosa y exótica. Donde los personajes viven en polos marginales exagerados: enajenando sus luchas, minimizando sus conflictos y dotando de razón a los discursos que los ubican a la Otredad. 

En este segundo subgénero igual sucede algo curioso, ya que se busca hacer una mezcolanza marciana en el público al que va dirigido; en la que se juntan espectadores heteronormados y la diversidad sexogenérica y de orientación sexual/afectiva. Un género bizarro que, poco a poco, mira de reojo el primer subgénero y le agrega ese el factor comercial. 

3. Cuotas LGBT

El tercero, en donde los personajes son LGBT (más que nada gay) (sí gay, no homosexual) son sólo un apoyo a la historia hetero; es quizás el menos favorable para la comunidad LGBTTTIQ+. Muchas veces sufre de ser extremadamente estereotipado, con prejuicios y estigmas tirados a diestra y siniestra. 

Este tercero es cada vez menos común pero aún persiste; en pleno siglo XXI persiste y se consume sin mayor reflexión. Es también un elemento fundamental que contagia el llamado “gay panic”, en el que el espectador promedio se asusta de que al consumir este contenido pueda poner en duda su identidad de género u orientación sexual/afectiva o se aterra de su “depravación”; algo ridículo pero que aún sucede (por desgracia). 

Para Gustavo, una cifra aproximada de la representación LGBTTTIQ+ en el cine llega rasamente a un 10 por ciento; tomando en cuenta los tres subgéneros previamente mencionados. 

De acuerdo a lo que platicamos, Gustavo cree que un cine LGBT genuino debe tener a miembros de la comunidad en todo el proceso de creación/producción de películas; sin su presencia no puede llamarse como tal, ya que no va a contar con sus perspectivas y conflictos reales, y estos vacíos serán sustituidos por prejuicios y estigmas. 

Un verdadero cine LGBT es mucho más profundo, más fidedigno, más natural y menos estrafalario. Cuenta con un insight real y, si bien sigue siendo un producto de consumo, se despoja de ciertas connotaciones negativas o, por lo menos, las dota de otro sentido. 

Male gaze y el cine patriarcal 

El cine “regular” está repleto de un male gaze demasiado internalizado; es decir, una perspectiva que cosifica a la mujer, que muestra una visión misógina y machista. Este male gaze por supuesto que afecta a la comunidad LGBTTTIQ+; ya que no considera otras corporalidades como bellas o femeninas, sino como entes amorfos que no merecen aparecer en la pantalla grande. 

Un buen ejemplo que menciona Gustavo, son las películas de espías. Si comparamos la penúltima película de la serie de Los Ángeles de Charlie, de 2003, con la última de 2019, la estética y la trama sugieren dos ámbitos muy diferentes del empoderamiento femenino; y aún con un buen intencionado mensaje, la de 2019 aún carece de este punch feminista que se expande entre la sociedad contemporánea. 

Este male gaze igual es un reflejo de las preferencias por un casting binario, heteronormado y con quizás un par de personajes diversos que cubran una cuota LGBT. 

Siempre hay un problema de representación debido a esta misma visión: se escudan en discursos estereotipados que no contemplan que no hay una sola cara de la diversidad. No hay tampoco un solo cuerpo trans, así como no pueden pretender visibiliza a la comunidad LGBTTTIQ+ con personajes homosexuales cisgénero con una estética patriarcal. 

Recomendaciones

Al hablar de estas buenas prácticas, Gustavo me menciona un par de proyectos que comienzan a crear una nueva corriente. Estas muestran una identidad natural y espontánea; son congruentes en los discursos que manejan; hablan de otras identidades de género y sexualdiad como la gente no binaria, los asexuales, los pansexuales; y comienzan a ser agente de cambio en la sociedad actual. 

A estos yo sumaría las siguientes: 

  • Pose (2018, serie). Por adentrarse en la cultura del vogue y el ballroom. Por contar con cast genuinamente trans. Por su glam. 
  • Paris is burning (1991, documental). Por su característica histórica. Por su importancia entre la comunidad LGBTTTIQ+. Por ser un referente. 
  • Una mujer fantástica (2018) Por su crudeza. Por la lucha de identidad y amor propio. 
  • Sex education (2019). Por su forma de mostrar la curiosidad propia de los seres humanos que nos auto descubrimos a diario. Por mostrar la sexualidad adolescente sin ser realmente morboso, sino real. 

Coincido gratamente con Gustavo cuando habla de que el cine (y los medios audiovisuales en general) se ha convertido en un agente de cambio, en una escuela que puede corregir el camino o seguirlo atrofiando. En definitiva, verte reflejada en el arte y sus expresiones es un sentimiento invaluable; tanto como no verte es terrible y confuso, como si tu existencia no fuese validada por la sociedad, aunque no sea necesariamente de tal modo. 

Esperemos que más propuestas sigan surgiendo, y que las nuevas escuelas y corrientes de cine LGBTTTIQ+ sigan sorprendiéndonos para bien. 

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Banner-Newsletter-8.jpg

También te puede interesar leer los siguientes artículos: 

El Ciudadano | «Yo soy»: la refracción del prisma identitario a través del lente de Alan Díaz Telpalo

El Ciudadano | Orgullo diverso: mi primer experiencia con el mundo drag 👑


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano