El nacimiento de una leyenda: Santo, “El enmascarado de plata”

Desde 1942 hasta 1982, El Santo mantuvo su capucha sin perderla jamás. Su habilidad en el ring lo hizo popular, pero su verdadera leyenda se forjó a través de los cómics y el cine

El nacimiento de una leyenda: Santo, “El enmascarado de plata”

Autor: El Ciudadano México

Hoy se cumplen 107 años del nacimiento de Rodolfo Guzmán Huerta, el luchador que dio vida a El Santo, “El Enmascarado de Plata”. Un hombre que trascendió lo terrenal para convertirse en un ícono de la lucha libre mexicana y una leyenda de la cultura popular, reconocido a nivel internacional.

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Rodolfo nació el 23 de septiembre de 1917 en Tulancingo, Hidalgo, hijo de Jesús Guzmán Campuzano y María de los Ángeles Josefa Huerta Márquez. A los seis años se trasladó con su familia a la Ciudad de México, donde creció junto a sus siete hermanos.

En su infancia, vivió en el Centro Histórico, en una vecindad conocida como Covodonga, donde comenzó a practicar béisbol y fútbol americano. Sin embargo, fue la lucha grecorromana y el Jiu-jitsu lo que captó su interés a medida que crecía.

En los años 30, la lucha libre en México se transformaba. Rodolfo trabajaba en una fábrica textil, y tras sus turnos, se reunía con sus hermanos Miguel y Jesús en el Casino de la Policía de la Ciudad de México, donde comenzaron a entrenar como luchadores. La lucha libre empezaba a ganar popularidad gracias a Salvador Lutteroth, un empresario clave en su promoción.

En 1934, Miguel debutó como Black Guzmán y Jesús como El Pantera Negra, aunque este último falleció trágicamente en un combate. Rodolfo hizo su debut como luchador ese mismo año, aunque hay diversas versiones sobre su primera pelea. Según sus propias palabras, fue en la desaparecida “arena Anáhuac a los 16 años”.

Durante la segunda mitad de los 30, Guzmán adoptó varios nombres en el ring, como Rudy Guzmán y El Hombre Rojo. Inicialmente luchó como rudo, pero su cambio a técnico le valió una creciente popularidad. En 1942, su entrenador Jesús Lomelí lo integró a un equipo de luchadores y, el 26 de abril, debutó oficialmente como El Santo.

Desde 1942 hasta 1982, El Santo mantuvo su capucha sin perderla jamás. Su habilidad en el ring lo hizo popular, pero su verdadera leyenda se forjó a través de los cómics y el cine. En 1952, se convirtió en el primer luchador de la historieta mexicana con, lo que le abrió las puertas a la pantalla grande.

Sus primeras películas, como «Santo contra el Cerebro del Mal» y «Santo contra los Hombres Infernales», se estrenaron en 1958 y establecieron un estilo cinematográfico que lo convirtió en un superhéroe popular. En total, protagonizó 52 películas, enfrentándose a villanos humanos y sobrenaturales.

La identidad de El Santo siempre fue un misterio. Se retiró a inicios de los 80 y reveló su rostro una sola vez, en una entrevista con Jacobo Zabludovsky, solo diez días antes de su muerte, el 5 de febrero de 1984, a los 66 años.

Sus restos descansan en los Mausoleos del Ángel, donde cientos de fanáticos lo recuerdan y rinden homenaje a la máxima leyenda de la lucha libre en México.

Como dijo Carlos Monsiváis, El Santo fue “el rito de la pobreza, de los consuelos peleoneros dentro del Gran Desconsuelo-que-es-la-Vida, la mezcla exacta de tragedia clásica, circo, deporte olímpico, comedia, teatro de variedad y catarsis laboral.

Nota especial: Fernando Cabrera para El Ciudadano México

Foto: Redes

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