La creciente desconfianza hacia las vacunas infantiles, impulsada por figuras públicas y parte de la sociedad, pone en riesgo décadas de avances en salud pública. Con la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, algunos de los designados a altos cargos en el área de salud han expresado escepticismo sobre la seguridad de las vacunas. Este escepticismo ha resonado entre muchos padres que ahora optan por no vacunar a sus hijos, abriendo la puerta al resurgimiento de enfermedades graves.
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El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas. Antes de la vacuna en 1963, casi todos los niños lo contraían antes de los 15 años. Aunque fue eliminada en EE. UU. en el año 2000, el sarampión ha vuelto a resurgir debido a la caída en las tasas de vacunación. En 2024 ya se han registrado 16 brotes, un incremento preocupante frente a los cuatro de 2023.
La difteria, una de las infecciones más letales del pasado, afectaba a miles de niños al año. La vacunación ha reducido los casos a menos de uno por año, pero cualquier disminución en la cobertura de vacunación podría provocar su retorno.
El tétanos es una enfermedad potencialmente letal causada por bacterias presentes en el suelo y las heces. Si bien los casos se han reducido significativamente gracias a las vacunas, la enfermedad aún representa un grave peligro si se disminuye la inmunización.
Las paperas, aunque la vacuna ha reducido los casos en un 99%, los brotes aún ocurren. Desde 2006, EE. UU. ha registrado más de 1,000 casos anuales en varias ocasiones. Si se debilita la cobertura de vacunación, las complicaciones, como la infertilidad, podrían afectar a más personas.
La rubeola es generalmente leve en los niños, pero puede ser devastadora para los fetos en desarrollo, causando abortos espontáneos o defectos congénitos graves. Antes de la vacuna, se producían miles de casos; hoy, la enfermedad ha sido prácticamente eliminada en EE. UU.
La poliomielitis, que aterrorizó a generaciones de padres, fue erradicada casi por completo gracias a las vacunas. Sin embargo, un caso reciente en Nueva York ha encendido alarmas. Si la vacunación sigue disminuyendo, el regreso de esta enfermedad podría ser devastador.
El éxito de las vacunas ha hecho que muchas de estas enfermedades se borren de la memoria colectiva, lo que ha alimentado la falsa creencia de que ya no son una amenaza. Sin embargo, sin la protección que ofrecen las vacunas, estas enfermedades podrían volver a ser una realidad preocupante en la vida de los niños.
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