El martes pasado se aprobó, en lo general y en lo particular, la iniciativa presidencial en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación en la Cámara de Diputados. Aunque la autonomía ejercida por las universidades públicas se ha ido reduciendo desde la década de los 80 con la implantación de programas gubernamentales que han determinado la aplicación de los recursos recibidos, no se había llegado a tocar, de manera explícita y jurídicamente, la libertad de cátedra y de investigación. Sin embargo, el problema no sólo es lo que ahora se toca y antes no, sino también lo que no se toca y que deja sin solución el problema nodal de todas las universidades públicas, que es la precariedad salarial del magisterio.
Tomemos el artículo 41 que aborda lo relativo al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y en el segundo párrafo señala “El ingreso, la permanencia y la promoción en el Sistema Nacional de Investigadores se realizará mediante procesos de evaluación basados en metodologías que garanticen la solvencia y pluralidad epistemológicas de las personas integrantes, acordes con la naturaleza y características propias de las actividades desarrolladas en las diversas áreas de las humanidades, las ciencias, las tecnologías y la innovación.”
Me imagino que la expresión ‘solvencia epistemológica’ se refiere a la capacidad que el integrante del SNI tiene que demostrar en cuanto al conocimiento experto de su disciplina y su habilidad para resolver los problemas que la comunidad a la que pertenece plantea. En cuanto a la expresión ‘pluralidad epistemológica’ supongo, se refiere a que la evaluación garantizará que los integrantes del sistema cultiven distintas disciplinas, de manera que no haya una “superpoblación” de una u otra, algo así como que el SNI sea representativo de todos los temas de interés para investigar. Pero no solamente esto, sino que también lo sea de la diversidad de corrientes teóricas y doctrinarias cultivadas al interior de las distintas disciplinas.
Sin embargo, en el siguiente párrafo, el tercero, señala: “En los procesos de evaluación se considerará el comportamiento ético de las personas solicitantes y se tomará invariablemente la correspondencia de su contribución con los ejes programáticos y de articulación de la política pública por lo que se deberá valorar la trascendencia de su trayectoria docente, académica y profesional en el fortalecimiento y consolidación de la comunidad y la promoción del acceso universal al conocimiento científico y sus beneficios sociales, así como en el avance del conocimiento universal mediante el impulso a la ciencia básica o de frontera en algunas de las áreas y campos del saber científico, o en el desarrollo de tecnologías estratégicas de vanguardia e innovación abierta, o en la atención de problemáticas nacionales preferentemente en el marco de los Programas Nacionales Estratégicos del Consejo Nacional.”
Por lo pronto, en este listado de actividades no se incluye a las humanidades como la filosofía, la literatura, la historia y si se incluye a las ciencias sociales, se hace de manera muy limitada si las queremos ver como aquellas que se ocupan de las “problemáticas nacionales”.
Hay aquí expresiones como ‘comportamiento ético’ que pueden significar cualquier cosa. En otras palabras, se abre la puerta a la discrecionalidad absoluta para juzgar moralmente a las personas que solicitan su ingreso o permanencia o promoción dentro del SNI. Como ciudadanos sabemos que estamos sujetos a las leyes que fijan los límites de la conducta no delictiva, pero lo que aquí se dice es que el Consejo Nacional se erigirá en un tribunal moral, un ámbito de la vida individual que de ninguna manera puede caer bajo la evaluación del Estado a través de cualquiera de sus representantes. Es como si el Estado pudiera imponerte una forma de vivir tu vida, cuando sabemos que tenemos el derecho a desarrollar libremente nuestra personalidad y todo lo que ello implica. Simplemente, atendamos a todas las libertades y derechos que la constitución nos garantiza.
Por otra parte, la evaluación tomará en cuenta la correspondencia del trabajo del investigador con los ejes programáticos de la política pública, política que se identifica al final del párrafo con los Programas Nacionales Estratégicos definidos por el Consejo Nacional.
En otras palabras, el Sistema Nacional de Investigadores podrá o deberá conformarse con pluralidad epistemológica pero no ideológica, y esto no sólo impacta especialmente a los investigadores en el área de humanidades y ciencias sociales, sino también a quienes cultivan la ciencia básica y de frontera tanto porque la abstracción de los problemas no permite ver claramente la “utilidad” de su estudio, como porque estos surgen por el propio desarrollo de la disciplina de que se trate.
Todos sabemos que el SNI surgió para pulverizar al magisterio, pues la estratificación salarial a la que dio paso impidió que las reivindicaciones laborales fueran el denominador común de los trabajadores universitarios. Ahora, hasta este estamento del magisterio tendrá que sacrificar su libertad de investigación en aras del estímulo económico prometido.
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Foto: Archivo El Ciudadano
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