Navegando en la web, en busca de la pesca habitual de memes, encontré un tesoro perdido, una joya internauta: encontré poesía escrita al pecho, literalmente. Encontré una antología de poemas plasmados en camisetas. Me despedí de los memes y me dispuse a leer poemas.
Cosas tan lindas los poemas, nos encuentran en lugares extraños (sí, nos encuentran, ellos a nosotros).
Resulta que estos poemas son una antología llamada El poema en el pecho, parte de un proyecto llamado La Hoja Poesía Viva. Entras al perfil de La Hoja y te recibe la palabra “escribe.”, no como una orden, ni como una frase motivacional, como un modelo de vida, como una invitación, como un apapacho literario al escritor tímido o temeroso.
Escribe.
Y en efecto, le escribí a Ana para pedirle una entrevista sobre la antología y boom, encuentro otra joya; porque Ana no es sólo la fundadora de La Hoja, es un poema andante.
Conversando entre poetas (ay sí)
Acordé con Ana para hablar en horario de oficina, realmente pensé que sólo íbamos a hablar del Poema en el pecho, y ño. Descubrí de verdad a una gran persona, con ideas geniales de lo que la poesía puede llegar a ser. Aquí os la comparto:
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—Hola Alexia ¿cómo estás? [siempre que alguien dice bien mi nombre sin conocerme me emocionó jeje] [por si querían saber].
—Hola Ana, bien ¿y tú?
—Bien, también [bella sonrisita en la pantalla].
—Perdón que no me quite el cubrebocas, pero es que ando aquí en la oficina [me asomo rapidito para que mínimo sepa con quién habla].
—Ya, no te preocupes, ya te iba a decir “Mira aquí no corremos el riesgo de contagiarnos”.
—[Risillas nerviosas]
—Oye, gracias por buscarme, gracias por el interés en el proyecto.
—Está muy padre, ayer lo vi y luego luego dije “Está increíble”.
—Ay, sí, que bueno que te gusta. La verdad es que fue muy lindo pensarlo y está siendo muy bonita la respuesta.
[Procedemos a una sección que me gusta llamar La entrevistadora salió entrevistada, jeje. Ana me pregunta sobre el periódico, cuánto tiempo llevan en Puebla, a qué me dedico, si estoy bien. Bien linda la Anita 💛]
—Pues comencemos: Oye primero, ¿cómo prefieres Ana o Jimena?
—Pues… Ana. No me molesta ninguno, pero últimamente me siento más identificada con Ana.
—Órale, eso está padre. Te entiendo, yo tengo tres nombres, así que te entiendo bien. Me dicen Stephania y no, es como si hablaran de otra persona.
—Es que sí es esa sensación. Hubo una época en mi vida en la que me decía mucho Jimena y sí siento como que mi personalidad asociada con Jimena no tiene rasgos con la que está asociada con Ana.
—Qué curioso [Indeed, que curioso, esta mujer trae un trip introspectivo cañón].
—La cosa de los dos nombres.
—Pues hay un mito urbano que dice que no confíes en alguien con dos nombres.
—Jeje, sí, sí pasa.
—Pues bueno Ana, cuéntame de ti, de tu formación, de tu perfil.
—A ver… Yo estudié Comunicación, en la IBERO de Puebla. Y pues como sabes, Comunicación es una carrera con gran diversidad de disciplinas y a mí desde ahí [la universidad] me interesaban muchas cosas: me interesaba la fotografía, la literatura, el cine, el teatro, de todo.
Cuando salí en el 2012, hace un ratito [inserte ojitos de sorpresa], estaba más encaminada al video, a la foto… Te platico esto porque vas a ver que mi perfil es completamente multidisciplina y este es un poco como el background.
Entonces, me iba a dedicar a la foto, me iba a dedicar al video y luego la vida me fue marcando otro rumbo más cercano al diseño, que aunque en Comunicación no veíamos realmente diseño, a mí me interesaba un montón.
Me empecé a interesar en el tema de desarrollar conceptos poderosos, ayudar de pronto al desarrollo de marcas, he trabajado mucho en eso, en el tema de branding, fui encontrando que esa era como mi fuerte: descubrir la esencia de una idea, cómo puede trascender, cómo puede convertirse en una propuesta de valor.
Cuando descubro esto, se me abre un mundo y dije “Esto es lo que me interesa”. Tanto a hacer a mí, desarrollando estos proyectos con conceptos muy sólidos, como ayudar a otros a que también consolidar todo ese espíritu que puede tener lo que hacen.
El primer proyecto que lancé fue un festival de música, llamado Guacamaya, que empezó en 2015, hicimos cuatro ediciones y algunos eventos pequeños; ahora se está teniendo que replantear por… por todo.
A la par de eso a mí siempre me interesó la poesía [risas de Ana], te digo que siempre he tenido muchos intereses y entonces al final creo que el común denominador [like a la referencia matemática] de lo que voy haciendo es trabajar con el lenguaje, con la comunicación y la gestión cultural.
El tema de conectar, de mover ideas, trabajar con espacios y ver cómo lograr sinergias que ayuden a potenciar muchos proyectos. A la par igual de todo el desarrollo de ideas me interesa la poesía como una herramienta de autoconocimiento, de transformación, es una salvadora la poesía, la verdad [amén].
Me fui encariñando muchísimo con la escritura, y me empecé a autopublicar mis libros, en el 2015 me publiqué mi primer libro; y pues empecé a aprender lo que era hacer una selección de libros, a maquetar, a hacer un diseño, a conocer más de la imprenta, de los papeles, de los gramajes, los métodos de impresión. Así me fui publicando unos libritos y asombrándome cada vez más de todo lo que se puede conocer y reafirmando este camino de la autogestión.
Todas las personas tenemos un montón de recursos a nuestro alcance, un montón, eh. Aunque a veces sentimos que necesitamos el gran programa, o necesitamos tener una buena inversión, una lana muy fuerte como para poder sacar un libro y no. Se puede hacer con todo: se pueden hacer tirajes pequeños, se puede trabajar de una manera más lenta, más artesanal, válida para compartir.
«Adueñarte de lo que escribes, de lo que sabes hacer.»
Me han ido interesando muchas disciplinas y me han ido interesando muchos soportes para compartir. Me fui metiendo a toda la onda editorial por una inquietud personal, decir “¿Qué pasaría si mis poemas los llevo al papel, qué implica eso, cómo sucede?”. Ha sido un proceso maravilloso.
El último libro que saqué se llama Santorini, ese lo hice en colaboración con otro autor poblano que se llama Pablo Piceno [un dude poeta que va creciendo bastante, wórales], y ahí empecé a explorar algo nuevo: un libro a dos voces. Y bueno, lo último ya es que ahora, en 2021, con este proyecto que tengo de La Hoja Poesía Viva [risas de Ana], lo siento sé que a lo mejor está medio desordenado todo [amo que se disculpa por su creatividad, humble], pero te digo que he ido trabajando con muchos proyectos, muchas ideas y más o menos a la par.
La Hoja Poesía Viva empezó a existir desde 2015 que me empecé a publicar mis libros, sin embargo, no era un proyecto que se hubiese consolidado todavía como para ofrecer servicios a otros. De momento lo trabajaba para mí. Ahora, a raíz de la pandemia, como que me di cuenta de que chin… el miedo se acomoda muy rápido y de que empezamos a normalizar maneras de ser y de estar que nos alejan de otros, que nos hacen perder las ganas, perder esa inquietud proponiendo alternativas.
A mí me gusta mucho la apuesta de la economía colaborativa, pensar otros modelos, tratar de hacer colaboraciones que trasciendan en el tiempo. Me interesan muchos temas que implican nuevas formas: nuevas formas de pensar los libros, nuevas formas de distribuir esos libros; la misma poesía.
Cada vez menos pero mucho tiempo estuvo ligada a lo clásico y a lo académico, y de pronto la poesía tiene que estar libre, completamente. Por eso el proyecto se llama La Hoja Poesía Viva, porque puede existir en muchos espacios y de muchas maneras, creo que eso es importante recordarlo: que la poesía no es un don que te fue dado y a otros no, que sólo si tienes el gran talento lo vas a poder hacer o que es difícil escribir poesía.
La poesía tiene todo que ver con la escritura de lo que está en nuestro corazón [en el mero cocoro], de lo que nos hace sentirnos vulnerables en un buen sentido, abiertos hacia el mundo.
A raíz de la pandemia aproveche para darle mucha más fuerza a La Hoja, ya como una propuesta a compartir. Entonces empezamos a hacer talleres, apostamos por unos talleres presenciales. Empecé a hacer una sección llamada Ramajes en donde la idea es conectar a distintos proyectos del mundo que están apostando por la poesía en otros formatos, trabajando con blogs, trabajando con poesía escénica.
La Hoja como que empezó a agarrar vuelo y… y empecé a hacer camisetas [suelta una sonrisa de incredulidad y una risita entre burlona y de orgullo] [sonrío y me rio con ella]. Empecé a hacer camisetas con versos… hice una camiseta que decía “escribe.” [likeeeeee], esa fue la primera camiseta que saqué. Lo que me encantó de las camisetas, y voy poco a poco hilando todo para llegar al Poema en el pecho [the anthology], es que en realidad no hay forma de no verla; la camiseta está ahí, vayas a donde vayas es visible lo que estás diciendo.
Pensé “Que maravilloso lienzo para empezar a decir cosas”, sobre todo en un momento en el que necesitamos recordarnos ciertas cosas, no perder de vista el horizonte que nos acerqué a una humanidad más amable, más amorosa, más solidaria. De pronto todos empezamos a tener mucho temor de los demás, como “Ahhh, no nos toquemos, no convivamos [imitación perfecta de un grito ahogado]”.
«Asumir nuestra capacidad de crear.»
Entonces mi inquietud parte de “¿Cómo en estos momentos seguimos haciendo una apuesta, por lo importante, por lo profundo, por darnos confianza, por seguir alentándonos, por seguir tejiendo redes?”. Y ahí cae esta idea, que unía muchísimas inquietudes mías: trabajando con textos de muchas autoras.
A mí me interesa mucho el trabajo de mujeres, más allá de que ahorita esté en la agenda como lo más importante a visibilizar, sino porque creo que hay algo muy [*inserte ruidito de tssss seguido de un suspiro*] intuitivo que el mundo necesita, de esa energía femenina que trabaja con otros lenguajes no tan racionales, un poco más intuitivos, del cuerpo. Sin duda el arte de las mujeres trae eso muy impregnado. Me encanta leer a mujeres, escuchas música de mujeres. Hay algo ahí muy especial, muy erótico, muy sensible, no lo sé.
Entonces elegí hacer una selección de poesía de mujeres, de distintos lugares del mundo y hacer que el lienzo de eso fuera el pecho, literal. Decir “A ver, el poema viene de ahí y ahí es a donde llega, esa es su casa: el pecho, el corazón, siempre”. El poema que no llega al corazón difícilmente se puede llamar poesía, para mí.
Pensé “Si logramos llevar estos poemas en el pecho pues no hay forma de esconder, de ocultar esa convicción de que la palabra nos transforma”. Tenemos que invitarnos a leernos profundamente, a mirarnos, a ver que está en nuestras manos construir otras narrativas. Aunque la realidad [es que la poesía] se va conformando mucho del relato que hacemos de ella. [Se me traba Ana en el mero mole y suelto un “Oh no…” bajito, confirmamos la base elemental de la comunicación humana con ya clásicos “¿Me escuchas?” y los “Creo que mi internet está fallando”, y retomamos].
En fin, creo que la poesía es una herramienta a la que todos tenemos derecho, es la posibilidad de descubrir que la palabra puede ser nuestra cómplice para averiguar mejor cuáles son esas emociones, cuáles son esos sentimientos que nos están rondando, de dónde viene esa rabia, ese miedo, ese dolor, el gozo. Ponerlo en palabras como que lo carga de significado, y además lo carga de un orden que nos ayuda a decir “Mira, esto es una herida, esto me duele”. Entonces lo escribo y lo transformo.
«Ir encontrando espacios óptimos para que la poesía crezca, viva.»
Como lo voy escribiendo y lo voy mirando, voy ateniendo esa herida, entonces se puede convertir en otra cosa. Hay ahí un juego muy interesante del lenguaje, del significado, de la realidad, como que están vinculados de manera inherente. Hacer un libro en camisetas con poemas que, a mí, me parecen muy buenos, que me entusiasman: son textos breves, porque es un poco lo que requiere la camiseta, un formato más breve, pero es bueno, porque con poco se puede decir mucho.
Entonces pues la propuesta es esa: llevar el libro a todos lados [es oficial, tengo un crush con la manera de pensar de esta mujer, wow, wow y re wow]. Llevar el poema a todos lados y ser un libro entre mucha gente. De pronto, las páginas de la antología andan en el pecho de mucha gente. Pues nada, así surge la antología de Poema en el pecho.
–De verdad está increíble, está padrísimo, me encanta.
–Jeje, gracias.
–Me parece un proyecto genial, genial. Lo compartí en mi muro de Face, un amigo lo vio y me llama y me dice “Oye está increíble eso de las camisetas, ¿de quién es? Tenemos que hacer algo así”. Y ahora ya quiere leer mis textos y hacer unas prendas, lo inspiraste. ¿Eso es lindo también no?
–Sí, sí, la verdad está hermoso. Al final todos nos estamos nutriendo de las ideas de los demás todo el tiempo, en verdad estamos construyendo cosas entre todos, aunque no nos demos cuenta, y creo que eso es lo chido, ¿no? Al final es una gran idea que va a detonar nuevas ideas. Esto va a inspirar a otros a hacer otras cosas, con camisetas o con lo que sea. Digo, intervenciones poéticas se han hecho en las calles, por ejemplo, estaba este movimiento de Acción poética, que era como grafitear, bueno, jeje, no grafitear, pintar así muy barrio un poema en las paredes, en las calles [así descubrí yo la belleza de la fluidez de un poema, en la pared de un mercadito], se han hecho varias intervenciones urbanas.
Pero de pronto está eso de cargar la poesía con nosotros, de mostrarla, además. Decir “Mira, ahí está la poesía, sólo la tienes que leer”, que la vida al final es eso, la vida está ahí, sólo hay que leerla, hay que observarla.
«Te lanzas desde la autenticidad y dices esta es mi verdad.»
A mí lo que me gusta mucho de la apuesta que está haciendo La Hoja es que es invitar a la gente a en verdad escribir. La Hoja es bonita, invita a otros a hacerlos ellos también. Y bueno, aunque La Hoja edita cosas no la considero una editorial, porque La Hoja lo que quiere promover es que la gente se autoedite y se autopublique; como que hoy en día mucha gente entiende que la autopublicación es que pagas tu publicación, pero te la hace alguien más.
Para mí no, la autopublicación tiene que ser que te involucres en todo el proceso, no sólo que lo pagues. Pagarlo a lo mejor lo puede hacer cualquiera, lo bonito de autopublicarte es que comprendes y te vas acercando a todo lo que implica hacer que tus textos estén en un papel y lleguen a manos de alguien.
Eso es lo que promueve La Hoja, digo claro, tenemos estos servicios en los que ayudamos a gente a maquetar, a hacer un trabajo de edición, una gestión con la imprenta, pero sobre todo lo que queremos promover es que la gente se adueñe de sus propias herramientas, que digan “Mira, sólo tengo Word” pero en Word puedes hacer una pequeña maqueta.
Vas a padecer un poco porque el Word es bastante horrible [risitas y en bajito para no ofender al buen Gates], pero puedes, ¿me explico? Se puede. Si te concentras, si tienes las ganas, si tienes la inquietud: te armas unos márgenes buscas un tamaño de página, buscas unas tipografías y puedes llegar a hacer una propuestita de libro.
Con las camisetas esa también es la inquietud, claro, nos encanta pensar que este es un proyecto hermoso, maravilloso [shi, sí lo es], pero a mí sobre todo me encanta pensar en que puede inspirar a mucha gente a hacer más cosas, a que nos animemos neta-neta a seguir creando belleza y arte por doquier, aunque el mundo se esté cayendo a pedazos [y resuenan a lo lejos los violines del Titanic en algún lugar de mi memoria], aunque el mundo esté colapsado y todos estemos muertos de miedo… Bueno, muertos todavía no, jeje.
Pero sí, atrevernos a apostar por eso, por el encuentro, por lo humano, por lo profundo, y no desistir. Buscar alternativas. Algo que es muy interesante de este proyecto es que las camisetas son de una empresa poblana, la gente que hace las bolsas son poblanos igual, los que las estampan en vinil están aquí, a dos cuadras de mi casa; son gente que cuida su trabajo, gente mexicana. Igual por cada camiseta hay una contribución para las poetas. Entonces lo que me parece bonito es que es un proyecto que está activando un circuito de producción local, de una economía muy necesaria para el arte.
Uno de los dilemas más grandes del proyecto es que mucha gente de Argentina, de Colombia, nos dice “Queremos, queremos la antología. Tráelas” y entonces yo investigando el tema de envíos, es muy caro, es muy complejo [big Chale]. No sólo es muy costoso, sino que además hay que saber ciertos temas de aduanas, de exportación, qué puede entrar y salir del país, facturas, etcétera [jeje, me resulta curioso escuchar a alguien decir “etcétera” así completo y a voz pelona, me encanta porque es como un guiño académicoso].
«No dejar de ubicar los cómos, no quedarnos en los enredos de los discursos.»
Yo he descubierto que no es la solución. Ha sido bonito porque tengo buenas amistades en España y en Argentina y dije “¿Por qué no intentamos hacer una sinergia para producir en estos países?”, en estas mismas lógicas. De escalas pequeñas, trabajando con gente que le está apostando a su chamba, que está tratando de hacer proyectos más sostenibles. Por lo menos en España ya está muy cercana la posibilidad de empezar a trabajar con gente de ahí, digo, a lo mejor se va a tardar, en lo que figuramos.
No van a ser las mismas playeras, cambiaran cosas, pero el concepto y el poder es el mismo. Es la posibilidad de que gente de allá, interesada en el proyecto, que le gusto la poesía se movilice sobre lo mismo.
La neta yo estoy súper-súper contenta, voy satisfaciendo muchas inquietudes, en un tema de otras poesías, de otras narrativas, de otras economías más colaborativas, otro tipo de trabajo. Aprovechar este momento que deja ver las ventajas que tiene lo digital pero no dejar de aterrizarlo en lo físico. Es decir, podemos aprovechar el Zoom para gestionar una idea bella, pero al final la apuesta está en darle cuerpo; que sea una playera y que esa playera la lleve alguien que pone su cuerpo para expresar, para decir.
Eso será más bien un segundo momento del proyecto. Ver que La Hoja se convierte en un proyecto con grandes horizontes, que expande la poesía, que crece y es acogida por muchos. La idea de esto es que la poesía esté en muchos lados y que además pueda ser una propuesta distinta de un circuito económico local [Ana es sin duda mi nueva gurú de la poesía].
[Continuamos conversando otro rato sobre tips para animarse a autopublicarse, sobre escribir desde, por y para el cocoro. Hablamos otro rato sobre la belleza que tiene escribir, el lenguaje, las palabras, la expresión. Quiero correr a releer mis poemas y hacer libros y publicarme y grafitear paredes y escribir con plumón mis poemas al pecho. Siempre es agradable encontrar a alguien que no sólo te invita a leer lo que tiene que decir, sino que te motiva a escribir y a leerte].
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Sobre la antología
El poema en el pecho es una antología de 10 camisetas, con 10 autoras de 6 países. Entre sus hojas están: Valeria Pariso (Argentina, pg. 1), Alejandra Quintero (Colombia, pg.2), Maite Ugalde (España, pg. 3), Paloma Villalobos (México, pg.4), Jimena Cid (España, pg. 5), Natalia Litvinova (Bielorrusia, pg.6), Gabriela Rosas (Venezuela, pg.7), María Coqueira (México, pg. 8), Katalina Ramírez (México, pg. 9) y Irene Grau (España, pg. 10).