La explosión de San Pablo Xochimehuacan no solo afectó a las casas de la zona, también a los locales comerciales y hasta a los hoteles de la junta auxiliar.
Noel, a quién llamaremos así para proteger su identidad, narró a El Ciudadano cómo vivió el caos en el hotel Ibiza, el cual se encuentra en la carretera federal Puebla-Tlaxcala.
Desde las dos de la mañana, él y una compañera del trabajo se percataron de un gran movimiento de patrullas, su camino era rumbo a Tlaxcala. La gente caminaba aprisa o corría sin destino.
Preguntaron a las personas que hallaban por la carretera lo que sucedía y les comentaron que estaban evacuando a la gente por una fuga de gas y que posiblemente ellos también serían desalojados.
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A las 2:30 de la madrugada, Noel y sus colegas escucharon la primera explosión. Uno de los huéspedes del hotel les dijo que se tenían que ir. Noel se negó, primero tenía que resguardar las cosas de su trabajo porque sabe que el sitio es inseguro.
Se quedaron sin luz y pensaron que había sido un generador del hotel, que ya les había dado problemas una semana anterior; sin embargo, una segunda explosión sacudió el lugar. Un par de huéspedes optaron por irse de inmediato.
Minutos más tarde, una patrulla llegó al lugar y les pidió a todos evacuar la zona. Es ese momento, una tercera explosión rompió algunos cristales de las 46 habitaciones del hotel, que ya se encontraban vacías.
“Los huéspedes no se alarmaron cuando escucharon la explosión, la impresión fue al salir. No había luz, pero las altas llamas iluminaban la carretera; era el alba en vivo, muy cerquita”, comenta.
Ante el riesgo que representaba, Noel apagó los calentadores de las habitaciones para evitar que una llama pudiera provocar una nueva explosión.
Sólo le quedaba observar y esperar.
Noel recuerda que a las seis de la mañana, cuando termina su turno laboral, se fue a su vivienda.
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Ventanas rotas y huachigas
Noel llegó a su colonia, más no pudo llegar a su hogar, una barrera de elementos de la Policía Estatal y el Ejército le informó que la zona estaba resguardada.
Intentó rodear el perímetro de seguridad pero no hubo manera de librar la vigiliancia. Fue hasta las dos de la tarde que le permitieron ingresar a su casa, la cual estaba tapizada de fragmentos de cristal por las ventanas que se quebraron por la explosión.
Por fortuna, ningún miembro de su familia resultó herido; todos se hallaban fuera trabajando.
El joven comentó que la explosión fue justo a la altura de la vía del tren y a su parecer, es el resultado de vivir en un lugar “sin ley”.
Nos dice sin dudar que los vecinos de la junta auxiliar saben desde hace tiempo que por la zona hay “huachicolgaseo”, es decir, ordeña de ductos de gas LP, “pero nadie hace o dice nada”.
También son comunes los robos al tren. Noel nos platica como las bandas de delincuentes obligan al ferrocarril a detenerse para llevarse la mercancía.
A Noel le provoca curiosidad que los delincuentes de la zona no asaltan a los transeúntes, el tren y los ductos de Petróleos Mexicanos son sus víctimas predilectas.
Foto: Humberto Aguirre