Estados Unidos se transforma en un escenario de disfraces, decoraciones espeluznantes y dulces en abundancia cada mes de octubre, convirtiendo a Halloween en una de las festividades más lucrativas del año.
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Con un día fijo en el calendario y artículos consumibles que necesitan reposición anual, la fiesta se ha vuelto irresistible para los consumidores. Las tendencias de la cultura pop ayudan a predecir qué disfraces serán populares cada año, lo que impulsa aún más el gasto.
Los orígenes de Halloween son una mezcla de tradiciones religiosas y paganas. La fiesta, que surgió de la combinación del Día de Todos los Santos y Samhain, una celebración celta, fue traída a Estados Unidos en el siglo XIX por inmigrantes. Inicialmente una celebración religiosa, Halloween se ha transformado en un evento secular, principalmente centrado en los niños y, más recientemente, en adultos de todas las edades.
El crecimiento del gasto en Halloween ha sido constante. Se estima que este año los estadounidenses gastarán más de 3,5 mil millones de dólares en golosinas y otros 3,8 mil millones en disfraces y decoraciones. Un estudio de la Federación Nacional de Minoristas revela que el 47% de los consumidores comienza a comprar para Halloween antes de octubre, lo que refleja un entusiasmo creciente por la festividad.
Spirit Halloween, una de las cadenas más icónicas de la temporada, ha visto un incremento exponencial en su número de tiendas, pasando de 130 a más de 1,500 locales en solo dos décadas. Su éxito se debe, en parte, a la inclusión de todos los grupos demográficos en las celebraciones, extendiendo la fiesta más allá de los niños.
El fenómeno también ha impulsado a otros minoristas, como Home Depot y Michaels, que anticipan el inicio de la temporada de Halloween desde meses antes, adaptándose a una demanda creciente por decoraciones y disfraces.
A medida que Halloween se expande a nivel global, se adapta a las tradiciones locales en países como Hong Kong, donde se celebran laberintos temáticos en parques de atracciones. Lo que comenzó como una festividad centrada en la muerte y el miedo, se ha convertido en un auténtico monstruo de consumo, demostrando que, en la cultura moderna, la celebración puede ser tan rentable como divertida.
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