Por Agencia Xinhua
Los altos niveles de amoníaco que se han registrado en los últimos años en distintas partes de México han impactado en la calidad del aire, el clima y la biósfera, afirmó hoy jueves el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Antonio Ladino Moreno.
«En la Ciudad de México, por ejemplo, los niveles de amoníaco son altos y han venido creciendo, lo cual es preocupante, ya que se puede traducir en la formación de más partículas contaminantes que llegan a nuestros pulmones», señaló a Xinhua el especialista del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud.
La presencia de este compuesto químico, continuó Ladino Moreno, puede impactar la formación de nubes, factor que afecta el ciclo hidrológico.
De igual manera, dijo, dado que las nubes controlan que una mayor o menor cantidad de radiación llegue a la superficie, este contaminante puede impactar directa o indirectamente la temperatura a nivel superficial.
El especialista de la UNAM consideró que esta situación «puede sugerir que estamos utilizando en exceso los fertilizantes».
Con la demanda de la población, lo que se necesita es alimentar a más habitantes, explicó el científico, por lo que se acude a utilizar fertilizantes en cantidades exageradas para promover la agricultura, así como la producción de carne, entre otros factores.
«Si se utiliza una gran cantidad de fertilizantes como la urea, esto va al suelo, donde no hay problema. Sin embargo, lo delicado es que se riega en los cultivos de manera superficial y agresiva, y estos fertilizantes se quedan en la superficie del suelo e interactúan con lo que está en la atmósfera», refirió.
El experto detalló que si estos fertilizantes se quedan en la superficie, pueden pasar a la atmósfera y ese gas puede formar partículas, las cuales alteran la calidad del aire, el ciclo hidrológico y la temperatura a nivel superficial.
El entrevistado no descartó que estos niveles de amoníaco puedan estar en cualquier ciudad, ya que la agricultura y la ganadería son actividades muy comunes, además de que no hay cuidados suficientes con el uso de fertilizantes.
Ante este panorama, el especialista recomendó regresar a la alimentación orgánica, con la utilización de menos químicos para producir frutas, verduras y carne.
«Dejar de comer tanta carne tendría un triple efecto: dejar de emitir gases de efecto invernadero, de talar bosques para criar vacas y reducir la cantidad de amoníaco que estamos emitiendo a la atmósfera», ejemplificó.
Ladino Moreno exhortó en tal sentido a los campesinos a emplear los fertilizantes de manera más efectiva sin dañar el medio ambiente.
«Podríamos evitar regarlos con la mano o artesanalmente y mejor enterrar el fertilizante para que no quede expuesto en la superficie, y así no pase a la atmósfera», propuso.
Dijo que de esa manera se podría utilizar el abono para nutrir el suelo, sin que sus químicos pasen a la atmósfera y afecten la vida del ser humano.
«Es un hecho que tenemos sobrepoblación y la demanda de alimentos va a seguir creciendo, por lo que esto seguirá teniendo un impacto en muchas áreas, de ahí la importancia de tomar acciones inmediatas de mitigación», concluyó el doctor en ciencias ambientales.