El huracán Otis que impactó fuertemente en Acapulco pasó de ser una simple tormenta a «un monstruo en tiempo récord», dejando perplejos a científicos y meteorólogos por igual, quienes señalaron a la prensa internacional que se esfuerzan por comprender cómo y por qué no previeron su explosivo fortalecimiento.
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En un asombroso período de solo 12 horas, la intensidad de Otis se duplicó más de dos veces, pasando de vientos de 113 km/h a 257 km/h a medida que se aproximaba a la costa, estableciendo un nuevo récord. Además, continuó fortaleciéndose antes de tocar tierra.
Cinco expertos en huracanes, entrevistados por The Associated Press, expresaron su sorpresa ante la rapidez con la que OTIS se transformó en un huracán de proporciones devastadoras y la falta de predicción precisa. Situación que aseguran que es desconcertante dado el avance significativo en los pronósticos de intensidad de tormentas en los últimos años.
Señalaron que el puerto de Acapulco, había sido informado de que se avecinaba una tormenta tropical con fuerza apenas por debajo de la categoría de huracán, pero 24 horas después, Otis embistió la costa mexicana con vientos de 266 kilómetros por hora, siendo el peor impacto registrado de un huracán del Pacífico oriental.
«Los modelos se equivocaron por completo», declaró Kerry Emanuel, experto en huracanes y profesor de ciencias atmosféricas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Los especialistas señalan que la falta de datos detallados sobre la tormenta y sus alrededores, así como la aún limitada comprensión de los factores que hacen que una tormenta se fortalezca de manera tan inusual, han contribuido a esta situación.
Este asunto cobra una importancia crítica, ya que Otis se dirigía hacia la costa de Guerrero cuando experimentó una intensificación abrupta e inesperada.
«Es una cosa que un huracán de categoría 5 toque tierra cuando se pronostica», comentó McNoldy, otro experto en huracanes. «Pero que esto suceda cuando se espera que no ocurra nada es una auténtica pesadilla».
Los modelos computacionales, que normalmente son fiables, y los meteorólogos que confían en ellos no pudieron anticipar el fortalecimiento explosivo de OTIS, lo que resultó en una situación pesadillesca en la que una tormenta sorprendentemente poderosa llegó a tierra a mitad de la noche.
Por lo general, las tormentas tropicales ganan o pierden velocidad en un rango relativamente estrecho durante un período de 12 horas, pero Otis demostró ser una excepción al experimentar un aumento de velocidad sorprendentemente rápido, dejando a la comunidad científica y a los pronosticadores meteorológicos con un enigma por resolver.
Foto: National Oceanic and Atmospheric Administration
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