Por Jessica Corbett
Traductor: Maria Inés Cuervo
Tras años de advertencias y crecientes temores entre científicxs, una investigación «aterradora» reveló el miércoles que el cambio climático y la deforestación han convertido partes de la cuenca del Amazonas, un «sumidero» crucial, en una fuente de dióxido de carbono que calienta el planeta.
Aunque las recientes investigaciones han aumentado la preocupación por el hecho de que la Amazonía emita más CO2 y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera de lo que absorbe, los nuevos hallazgos, publicados en la revista Nature, fueron presentados como una «primicia» por científicxs e informadorxs del clima.
Entre 2010 y 2018, investigadorxs del nuevo estudio –dirigidxs por Luciana Gatti del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil– realizaron «mediciones de perfiles verticales» de dióxido y monóxido de carbono a unos pocos kilómetros por encima de las copas de los árboles en cuatro lugares de la Amazonía.
Lxs investigadorxs descubrieron que «el sureste de la Amazonía, en particular, actúa como fuente neta de carbono» y que «las emisiones totales de carbono son mayores en la Amazonía oriental que en la occidental». La primera, señalaron, ha estado «sometida a más deforestación, calentamiento y estrés hídrico» que la segunda en las últimas décadas.
Como reportó The New York Times el miércoles:
En un artículo adjunto en Nature, Scott Denning, profesor del departamento de ciencias atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado, escribió que los «perfiles atmosféricos del trabajo muestran que el futuro incierto está ocurriendo ahora».
En una respuesta por correo electrónico a las preguntas, el Dr. Denning elogió el nuevo estudio como la primera medición real a gran escala –desde varias altitudes a través de miles de kilómetros y sectores remotos– del fenómeno, un avance más allá de la medición tradicional en los sitios forestales. Los resultados muestran «que el calentamiento y la deforestación en la Amazonía oriental han invertido el sumidero de carbono a escala regional y que el cambio se manifiesta realmente en el CO2 atmosférico», escribió.
Gatti declaró a The Guardian que «la primera y muy mala noticia es que la quema de bosques produce alrededor de tres veces más CO2 del que el bosque absorbe. La segunda mala noticia es que los lugares en los que la deforestación es del 30 por ciento o más presentan emisiones de carbono 10 veces superiores a los lugares en los que la deforestación es inferior al 20 por ciento».
Según el periódico –que señaló el papel de las emisiones de los incendios provocados deliberadamente para la producción de carne de vacuno y de soja, así como las críticas mundiales a las que se ha enfrentado el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por fomentar la creciente deforestación:
Menos árboles significan menos lluvia y temperaturas más altas, lo que hace que la estación seca sea aún peor para el bosque restante, dijo: «Tenemos un ciclo muy negativo que hace que el bosque sea más susceptible a los incendios no controlados».
El estudio llega después de un análisis de marzo, publicado en la revista Frontiers in Forests and Global Change, que tuvo en cuenta no solo el CO2, sino también el metano, el óxido nitroso, el carbono negro, los compuestos orgánicos volátiles biogénicos, los aerosoles, la evapotranspiración y el albedo.
Los nuevos hallazgos también siguen a un estudio de abril, publicado en Nature Climate Change, que se centró en Brasil, que alberga la mayor parte de la increíblemente biodiversa y amenazada selva tropical que se extiende por nueve países.
Al comparar esa investigación con la del miércoles, Denning dijo que «son estudios complementarios con métodos radicalmente diferentes que llegan a conclusiones muy similares».
Lxs investigadorxs del estudio de abril, que se basaron en la monitorización por satélite, descubrieron que, entre 2010 y 2019, la Amazonía brasileña liberó 16.600 millones de toneladas de dióxido de carbono, mientras que solo absorbió 13.900 millones de toneladas, lo que significa que, en una década, liberó casi un 20 por ciento más de CO2 del que absorbió.
«Era algo que casi esperábamos, pero es la primera vez que tenemos cifras que demuestran que la Amazonía brasileña ha dado un vuelco y ahora es un emisor neto», dijo entonces el coautor Jean-Pierre Wigneron, científico del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) de Francia. «No sabemos en qué momento el cambio podría ser irreversible».
La Agence France-Presse informó que en un comunicado sobre el estudio, el INRA dijo que «Brasil vio una fuerte disminución en la aplicación de las políticas de protección del medio ambiente después del cambio de gobierno en 2019», en referencia a cuando Bolsonaro juró como presidente.
«Imaginen si pudiéramos prohibir los incendios en la Amazonía: podría ser un sumidero de carbono», dijo Gatti el miércoles, señalando el impacto negativo de convertir franjas de la selva tropical en última instancia para la agricultura. «Pero estamos haciendo lo contrario: estamos acelerando el cambio climático».
Foto: Oregon State University / Flickr