La BUAP, en camino a la ilegalidad

Aunque la vida legal del actual Consejo Universitario ya terminó, éste será el responsable de validar la elección para renovar la Rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

La BUAP, en camino a la ilegalidad

Autor: El Ciudadano México

Por Enrique Condés Lara

Dicho y hecho.

En la línea trazada quince días antes, el miércoles 18 el Consejo Universitario de la BUAP, emitió una Convocatoria para la elección de Rector(a) para el periodo 2021-2025. Con ello, colocan a la institución universitaria en camino a la ilegalidad.

El Consejo Universitario (o porción de él, puesto que estuvieron ausentes en las reuniones del 4 y del 18 de agosto, más de 50 consejeros), aprobó convocar a elecciones de Rector, sin las facultades legales para hacerlo, dado que el pasado mes de marzo terminó su vida legal. Debió elegirse entonces nuevo Consejo Universitario, pero no se hizo pretextando la pandemia. Sin embargo, no hay en la legislación universitaria fórmula alguna que permita ampliar el tiempo de vida del Consejo Universitario. ¿Qué tal si por la misma consideración no se hubieran celebrado las elecciones federales para renovar la Cámara de Diputados, los ayuntamientos y 15 gubernaturas, el 5 de junio último?

Optaron además por otra ilegalidad: postergar la elección de Consejo Universitario para después de elegir Rector(a) 2021-2025. Eso quiere decir que un Consejo Universitario legalmente inexistente validará la elección de nuevo Rector.

Optimista, el actual Rector de la BUAP informó momentos antes de que fuera aprobada la Convocatoria referida que una demanda de amparo contra tales acuerdos del Consejo Universitario había sido desechada por un Juzgado Federal. Lo que no dijo es que lo anterior no descarta que sea posible aún presentar una nueva demanda de amparo, esta vez bien integrada y  fundamentada.   

Y, por si fuera poco, ya instalados en una muy conveniente discrecionalidad, establecieron que la elección de Rector será virtual y no presencial, pasando por alto que el capítulo relativo a la Jornada Electoral del Reglamento para la Elección de Autoridades Personales de la BUAP establece claramente que “los alumnos y trabajadores académicos votarán en las urnas que para el efecto se instalen en la sede de la Unidad Académica que corresponda… (y) a ninguna urna se le asignarán más de quinientos votantes.”

Haciendo caso omiso de las advertencias que le señalaron sobre los peligros que entrañan dichas decisiones, el Rector Alfonso Esparza Ortiz se mantuvo firme en la ruta emprendida, y desechó las sugerencias de cambio que públicamente le hicieron grupos y personalidades universitarias.

No podía haber actuado de otra manera. Como ningún otro de los Rectores que lo antecedieron en los últimos 30 años, necesita a toda costa, imperiosamente, colocar en la siguiente Rectoría a su delfín(a); en otras palabras, poner al frente de la BUAP alguien que contra viento y marea le cubra las espaldas cuando ya no esté en el cargo. Seguramente, no se puede quitar de encima, ni cuando duerme, la preocupación de que se ejecute alguna orden de aprehensión en su contra y pase largos años tras las rejas. Por eso, le urge dejar “bien arregladas” las cosas en la BUAP.

Es una apuesta fuerte la que Esparza está haciendo. Ciertamente, en México todavía la ley es de chicle y se puede estirar o moldear a gusto, pero en este caso viene desafiando desde hace tiempo al gobernador del Estado. Inicialmente, escudándose en la autonomía universitaria para no rendir cuentas sobre el manejo de recursos públicos bajo su responsabilidad; luego, presentándose al lado de funcionarios y personajes del oficialismo actual a los que dejó mal parados al entregar un Doctorado Honoris Causa a un personaje tan ligado al viejo régimen y a la corrupción en grande, como lo es Juan Velázquez; finalmente, cediéndoles posiciones en la administración a universitarios amigos de dirigentes y familiares de la 4T y de MORENA, con los que finalmente rompió cuando ya no los pudo usar más.  Hace unos días, el gobernador Miguel Barbosa dijo: “Intervino un conejo mayor”, sin especificar a quién se refería. Pero, ¿cuánto tiempo más, tal “conejo mayor”, cubrirá a Esparza Ortiz después de sus más recientes reacomodos y realineamientos?

No cabe duda de que a Esparza Ortiz le es difícil entender y ajustarse a los tiempos actuales. Al retomar, por ejemplo, el asunto de Lobos BUAP en la sesión del Consejo Universitario (no legal), del 18 de agosto, piensa que, como antes, todos los que se dan cuenta de lo esencial callarán o se harán de la vista gorda. El asunto de fondo que eludió, y del que muchos se percataron, es cómo se privatizó el equipo de futbol de la Universidad y quedó en manos de una asociación civil (particular), en la cual, por cierto, él aparece como socio junto a su hija Luz Andrea, a Óscar Gilbón, ex-tesorero de la BUAP, y a otros; y cómo, en tales circunstancias, sueldos y gastos de futbolistas, técnicos y directivos, siguieron corriendo a cargo de la BUAP.

De cualquier forma, el futuro de Alfonso Esparza pinta color de hormiga. Es difícil que tenga planeado habitar por siempre, y sin salir, en la Torre de Rectoría, donde se mantiene atrincherado. Luego de estar encumbrado por más de ocho años y vivir lleno de lujos y dispendios en la más completa impunidad, caminar por la calle como simple mortal, arriesgándose a ser detenido en cualquier momento, no es una grata perspectiva; probablemente ya pensó en que tendrá que fugarse, cambiar de nombre y de país, y desaparecer de los escenarios por completo, lo cual, si fuera cierto, le ocasionará una orden de búsqueda y captura de la INTERPOL (ficha roja), y eventualmente su aprehensión.

Sin embargo, sus actuaciones últimas traen consigo algo más grave que lo anterior: dejar a la institución en la ilegalidad. ¿Qué pasará si las autoridades estatales y/o federales no reconocen a los nuevos directivos universitarios por ser resultado de procedimientos violatorios de las normatividades vigentes? En menudo aprieto se encontrará el nuevo(a) Rector(a). Podrá imponerlo(a), pero no legalizarlo(a), mucho menos legitimarlo(a). Y perseguido por la justicia, menos.

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