Por Gerardo Sifuentes
En Taiwán, isla nación altamente industrializada con una superficie similar a la del estado de Puebla, más de un millón de hogares y negocios están bajo racionamiento estricto de agua desde el martes pasado, como consecuencia de la peor sequía que se haya registrado en 56 años. La compañía estatal de agua cortará dos días a la semana el suministro de las regiones orientales de Taichung, Miaoli y Changhua, mientras el gobierno advirtió que la población debe «prepararse para lo peor». Aunado a la reducción del 15 por ciento en el suministro en las regiones centrales y del sur, se estima que estas acciones tendrán impacto directo en la maquila de microchips, en gran demanda por la escasez global de semiconductores que hay en el mercado.
La última vez que ocurrió un caso similar de racionamiento de agua en aquel país fue en 2015, situación que sólo mejoró hasta que las fuertes lluvias provocadas por un tifón aliviaron la sequía. Estas noticias nos traen recuerdos funestos de la gran crisis del agua que padeció la región de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en el periodo 2017-2018, cuando sus reservorios de agua alcanzaron un mínimo histórico por debajo del 13.5 por ciento. Durante este período crítico hubo momentos en que las autoridades limitaron el consumo de agua a 50 litros diarios por persona.
Esto debe recordarnos que nuestro país no es ajeno al problema. La última sequía de severidad extrema en México de la que se tienen datos precisos de su impacto ocurrió en el periodo 2011-2012, calificada por expertos como la más grave en el país después de setenta años. Se calcula que afectó 80 por ciento del territorio nacional y causó pérdidas superiores a los 16 mil millones de pesos en el sector agropecuario, con el consecuente desabasto en regiones áridas y vulnerables [1]. Ante este negro décimo aniversario cabe recordar que en septiembre pasado, como consecuencia de la ausencia de lluvias que afectó gran parte de Chihuahua, Durango, Nuevo León, Sinaloa y Sonora, se presentó en el Senado una iniciativa para incluir a la sequía dentro de los fenómenos naturales considerados por la Secretaría de Gobernación para la Declaratoria de Desastre Natural.
En el último reporte del Monitor de Sequía de México se estima que 42.41 por ciento del territorio nacional ha padecido algún nivel de sequía severa a extrema en lo que va del año.
En el estado de Puebla, las regiones de Angelópolis, Valle de Atlixco-Matamoros y la Mixteca presentan niveles “anormalmente secos” a sequía moderada en el mismo reporte. En su conjunto, 83.92 por ciento del territorio nacional ha padecido algún nivel de ausencia de precipitaciones este 2021.
Tras estas cifras, hay un dato contundente: México es el segundo país de América Latina, después de Chile, que más agua consume. Esto último, como otra forma de advertencia, ha sido señalado por el doctor Ernesto Mangas Ramírez, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, quien además añade que el manto acuífero de la ciudad de Puebla baja en promedio entre un metro y metro y medio por sobreexplotación. De hecho, la situación actual ha obligado prohibir provisionalmente la construcción de nuevos pozos.
El especialista en temas de sustentabilidad ambiental se ha encargado de algunos proyectos que permitan la captación, tratamiento y aprovechamiento de agua de lluvia en el municipio, cuyo ambicioso objetivo sería darle siete meses “de descanso” al año a la red de suministro municipal, con la intención de permitir al acuífero la oportunidad de recargarse de forma natural. Dentro del plan propuesto por el también coordinador del Laboratorio de Ecología y Restauración de Sistemas Acuáticos, llevó a cabo recientemente un experimento en la comunidad de San José de Xacxamayo, al suroeste de la presa Manuel Ávila Camacho, con la finalidad de abastecer a sus habitantes con agua de lluvia. Para ello se requirió de cisternas subterráneas de diez mil litros de capacidad, tuberías para captar agua en los tejados, sedimentadores y filtros y un sistema de cloración. Mientras esperamos los resultados de esta iniciativa, ¿esto sería posible de realizar en Puebla o ciudades del mismo tamaño como pretende el investigador? ¿Lo podrán realizar en países como Taiwán? Mientras se encuentra la respuesta, habrá que encontrar otras soluciones, porque si bien las lluvias finalmente llegan también se puede racionar ordenadamente lo que hay.
[1] Ortega-Gaucin, D. “Medidas para afrontar la sequía en México: Una visión retrospectiva” Revista de El Colegio de San Luis. Nueva época año VIII, número 15. Enero a abril de 2018. El Colegio de San Luis