Uno de los deportes a los cuales nunca he sido aficionado es el fútbol americano. Esto a pesar de que muchos de mis amigos lo jugaron y por varios años, religiosamente nos reuníamos a ver la final o algunos partidos. Reconozco que el fútbol americano es un gran espectáculo y que cada año, el Super Bowl es uno de los eventos televisivos con mayor audiencia del planeta.
La derrama económica que provoca el Super Bowl es enorme. Entre la numeralia de este evento están las miles de toneladas de guacamole, elaborado con aguacate mexicano, que se consumen. Para el Super Bowl del domingo 13 de febrero, México envío 135 mil toneladas de aguacate del Estado de Michoacán.
A unas horas del partido de este año, diversos medios de comunicación reportaron que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) detenía, hasta nuevo aviso, las labores de inspección, empaque y exportación de aguacate mexicano, luego de que uno de sus oficiales, quien realizaba labores de inspección en Uruapan, Michoacán, recibió una llamada de amenaza a su teléfono celular. La USDA, junto con las policías mexicana, así como la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM), investigan los hechos.
No se trata sólo de una nota de color. Existe una disputa comercial y delincuencial por el control del aguacate michoacano. Conozco dos ejemplos directos, que ocurrieron después de 2006, cuando el entonces presidente Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico y el primer estado en donde desplegó al ejército fue, precisamente Michoacán.
Cuando varias partes de Michoacán era territorio de disputa entre los Caballeros Templarios y la Familia Michoacana, después de haber repelido a los Zetas, un amigo de los alrededores de Tingüindín y que desde hace muchos años su familia, como varias de la región, producían aguacate en sus huertas o parcelas, vivían una situación desesperada. Me habló con detalles como los grupos criminales prácticamente les expropiaron sus cosechas. Primero, cobraban la “protección”, pero después les exigían todo el producto. Varias familias enfrentaron la disyuntiva de trabajar para los delincuentes o huir de sus comunidades, porque los cárteles no los dejaban vender o incluso salir, tenían que estar ahí para cuidar y cosechar el aguacate para ellos.
Otro ejemplo más reciente. El aguacate es un producto muy apreciado por los veganos, una amiga argentina que vive en México, pensó que llevar aguacate mexicano a Argentina era una buena idea, pues su sabor es inmensamente superior a los que llegan de Brasil o Israel. Más allá de la burocracia oficial, que es mucha, descubrió que existe una mafia que controla el comercio del aguacate a nivel mundial.
No es una teoría de la conspiración. La guerra por el aguacate existe, porque hablamos de un mercado de muchos miles de millones de dólares. La suspensión de la exportación de aguacate mexicano a Estados Unidos es sólo una muestra de cómo las bandas del crimen organizado se han apropiado de uno de los productos del campo mexicano. Un mercado que es importante, pero que podría ser enormemente mayor para beneficio de nuestra economía, si las autoridades hicieran medianamente su trabajo.
La política es de bronce.
@onelortiz