La famosa vendedora de tacos de canasta de la Ciudad de México, Marven o también conocida como Lady Tacos de Canasta, se destapó como candidata a una diputación para el Congreso de la capital del país.
De acuerdo con medios nacionales, Marven se unió al Partido Equidad, Libertad y Género (Elige), para representar a las personas de la comunidad LGBT+, así como a vendedores y vendedoras ambulantes, comunidades a las que ella pertenece.
Lady Tacos de Canasta, quien es originaria de Oaxaca y una persona muxe, el tercer género de la región del Istmo de ese estado, competirá por la diputación del Distrito 32, con cabecera en Coyoacán.
En una entrevista con el medio Expansión Política, Marven contó que está acostumbrada a las críticas, pero que eso no la detendrá para buscar un escaño y que personas de la comunidad LGTB+ y ambulantes tengan representación en el Congreso capitalino.
“He estado preparada toda la vida para la crítica, he vivido toda mi vida criticada, señalada, reprimida, con esta homofobia… Entonces, tantito más no me caería nada mal”.
Marven
Marven se registró como candidata bajo su nombre legal, Juan Francisco Martínez Ventura, aunque se promoverá como “Lady Tacos de Canasta”.
La historia de Lady Tacos de Canasta
La fama de Marven se suscitó a partir de un video viral del 2017, en el que Lady Tacos de Canasta aprovechó su participación en la Marcha del Orgullo Gay de la Ciudad de México para vender sus tacos. En el material luce un vestido de oaxaqueño de gala, gargantilla dorada y grita su famosa frase: “¡tacos, los tacos de canasta, tacooos!”
Después de eso, la cadena Netflix retomó su historia como vendedora de tacos de canasta para su serie documental “Las Crónicas del Taco”. Ahí, Marven cuenta que su familia llegó a la Ciudad de México cuando ella tenía siete años; su padre, desde ese momento, se dedicó a vender tacos de canasta.
A Marven, como marcan las creencias del Istmo se le asignó el tercer género reconocido, es decir, muxe.
Hace un año se volvió viral de nuevo tras ser agredida por policías de la Ciudad de México, quienes argumentando que los ambulantes no podían ingresar al primer cuadro de la capital, le quitaron su bicicleta y la llamaron «señor». Ella, para que no se llevaran sus tacos, los arrojó a la plancha del zócalo y su acción quedó inmortalizada.