Actualmente, solo 80 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial y, después de la pandemia del Covid 19, los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna, mientras que los ingresos del 99% de la población mundial se han deteriorado.
Esta escandalosa situación fue revelada por Oxfam, una reconocida organización internacional que trabaja para ayudar a superar la pobreza, reuniendo, y compartiendo información para mostrar qué es preciso cambiar a nivel local y mundial para lograr resultados transformadores.
En sintonía con lo anteriormente denunciado, Oxfam México señala que vivimos una situación similar. De acuerdo con la revista Forbes solo 16 mexicanos califican dentro de su selecta lista de multimillonarios. Así, aquí, al 1% de los más afortunados le corresponde el 21% de los ingresos totales de la nación.
De acuerdo con observadores internacionales como Global Wealth el 10% más rico de México concentra el 64.4% de toda la riqueza del país, y Wealth Insight afirma que la riqueza de los millonarios mexicanos excede y por mucho a las fortunas de otros en el resto del mundo. La cantidad de millonarios en México creció en 32% entre 2007 y 2012, mientras en el resto del mundo y en ese mismo periodo, disminuyó un 0.3%.
En términos monetarios, nuestros 16 multimillonarios, en 1996, poseían una fortuna equivalente a $25,600 millones de dólares; hoy esa cifra es de $142, 900 millones de dólares. Más aún en 2002 la riqueza de 4 mexicanos representaba el 2% del PIB y entre 2003 y 2014 ese porcentaje subió al 9%. Se trata de un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de mexicanos. En estas condiciones, estos mexicanos ¡podrían haber contratado a 3 millones de trabajadores pagándoles un salario mínimo, sin perder un solo peso de su riqueza! De ahí que la brecha de la desigualdad se incremente año con año irremediablemente.
¿Quiénes son estos ultra ricos? Pues Carlos Slim en la telefonía, Germán Larrea y Alberto Bailléres en la industria minera, quien falleció en 2022 y Ricardo Salinas Pliego en TV Azteca, Iusacell y Banco Azteca. Casualmente, los cuatro han hecho sus fortunas a partir de privatizaciones neoliberales de bienes y servicios pertenecientes a la nación, aderezadas con un exceso de privilegios fiscales e insuficiente regulación.
(Carlos Slim, el rostro de Telmex y otra decena de empresas, es el más adinerado de los ricos: su sola fortuna es mayor a la de otros ultra ricos. Esto lo convierte en el más rico no sólo de México, sino de toda América Latina y el Caribe).
Esto ha sido el resultado de decisiones neoliberales, de la “violencia económica” de gobiernos anteriores, diseñada para favorecer a los poderosos ultra ricos, perjudicando así directamente a toda la población, en partícular a las personas más pobres (los mega pobres, de los que ya tendremos oportunidad de hablar): las personas en situación de carencia extrema de oportunidades, las mujeres y las niñas y las víctimas de discriminación.
El informe de Oxfam México concluye que es evidente que uno de nuestros más graves problemas, además de la corrupción todavía reinante, reside en que nuestra política fiscal favorece a quien más tiene. No es de ninguna manera progresiva y el efecto redistributivo resulta casi nulo. Por gravar consumo (IVA) por encima del ingreso, las familias pobres, al gastar un porcentaje más alto de su ingreso, terminan por pagar más que las ricas. La tasa marginal del ISR—una de las más bajas de los países de la OCDE—, el que no haya impuestos a las ganancias de capital en el mercado accionario, y el que tampoco los haya a herencias, entre otras cosas; son ejemplos de cómo el sistema tributario beneficia a los sectores más privilegiados.
No puede dudarse que el actual gobierno ha implementado medidas para cambiar esta situación, tales como el combate a la corrupción, el hacer efectivo el cobro de impuestos que antes se dispensaban, el progresivo aumento al salario mínimo y el apoyo mediante programas sociales a estratos vulnerables, pero la brecha entre ricos y pobres es todavía considerable. También es cierto que las causas de fondo todavía están ahí y serán necesarios nuevos esfuerzos para profundizar su solución.
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Foto: Agencia Enfoque
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