María Esperanza descubrió su vocación de enfermera cuando era estudiante en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y conforme pasaron los años aprendió el valor de su profesión y el significado de responsabilidad.
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Su vida ha estado marcada de retos y triunfos, pero también de dolor. Durante este tiempo, padeció todo tipo de dificultades, tanto de manera personal como profesional, las cuales pudo superar con la ayuda de su familia, especialmente de su esposo y sus hijos.
María Esperanza González Quintero ha dedicado más de 20 años de su vida a la atención de pacientes que llegan al área de urgencias.
Originaria de Puebla, Esperanza González, de 47 años y madre de tres hijos, es jefa de Enfermeras del Área de Urgencias, del Hospital IMSS de “La Margarita”, donde se ha desempeñado desde el año 2020.
A pesar de los obstáculos se ha dedicado a ayudar a los que más lo necesitan. Los primeros retos llegaron cuando decidió estudiar su curso Postécnico de Enfermería; como madre, tuvo que separarse de sus hijos y sólo los veía cada semana.
“Mi familia siempre me ha apoyado, gracias a ellos terminé mis postécnicos y subí a enfermera jefe de piso. En ese entonces, tenía a mis hijos pequeños, yo me tenía que ir y regresar cada ocho días a casa, para retomar el papel de mamá y volverme a ir el inicio de semana”
Esperanza González
Enfermera
“Fue un duelo” dejar San Alejandro
El segundo obstáculo sucedió cuando dejó el Hospital de San Alejandro, lugar en donde estuvo trabajando durante 17 años, antes de ser demolido tras sufrir daños por el sismo que azotó al estado de Puebla en 2017.
Este acontecimiento no solo marcó su etapa laboral, sino personal, porque ahí conoció algunos de sus amigos más entrañables.
“Fue muy duro dejar San Alejandro, para mí fue un duelo porque cambias el rumbo totalmente y dejar de ver a los compañeros”
Covid le arrebata a su familia
Sin duda uno de los momentos más difíciles en su vida fue cuando llegó la pandemia covid-19, en marzo de 2020, porque fue reubicada a “La Margarita” cuando apenas iniciaba la contingencia sanitaria.
A causa del coronavirus, ella perdió a tres de sus seres queridos, primero a su abuelita, el 29 de agosto; a su prima, el 11 de septiembre; y luego a su madre, el 12 día después.
“Fue muy difícil porque perdí familiares entre ellas mi mamá y mi abuelita; se fueron en corto tiempo, en 10 días. Toda mi familia contagiada el estar sola para sacar a mi mamá fallecida fue difícil porque no conté con la familia, luego regresar al trabajo y ver que la gente se está muriendo fue muy difícil”
Los días quedarán marcados en la memoria y en el corazón de Esmeralda, quien a su vez ha aprendido a no transmitir sus sentimientos negativos a sus pacientes.
“He tratado que eso no me apegue en mi actitud para tratar a mis pacientes y que ese dolor que yo traigo se queda en mi corazón, trabajo y salgo y ya soy otra vez la hija y la mamá»
Una inspiración para su hija
Esperanza ha vivido momentos únicos dentro de su labor como enfermera, por ejemplo, el presenciar el nacimiento de los bebés, incluso recordó cuando vio nacer a algunos de sus sobrinos.
Uno de sus mayores logros es ser la inspiración de su hija mayor, de 25 años, quien, al igual que ella, estudió enfermería y ahora sólo está en proceso de obtener su título profesional, para poder iniciar con su vida laboral.
Ahora, Esperanza desea entrar a una etapa de su vida en donde pueda disfrutar a su familia, debido a que está satisfecha de lo que ha logrado en lo profesional.
¿Cómo es un día en La Margarita?
Un día normal de Esperanza, en el Hospital de “La Margarita”, inicia a las 5:00 horas. Al llegar debe de coordinarse con los demás jefes y recibir a los pacientes; su trabajo es muy demandante y en la mayoría de veces no le da tiempo “de tomar agua ni de comer”.
Sus actividades conllevan mucha responsabilidad, ya que tiene que revisar que se cumpla, desde la comida de cada uno de los enfermos, como los estudios clínicos de los pacientes.
Después de 10 horas de actividades, ella concluye su día laboral a las 15:00 horas “o a veces más tarde”, para luego incorporarse a otro trabajo que también le apasiona: el de madre y esposa.
Foto: Armando Aguilar
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