María, la que se murió de amor

María García, una guatemalteca de 17 años, y José Martí, un cubano de 24 años; se conocen y se enamoran, pero la vida al fin les tenía historias diferentes

María, la que se murió de amor

Autor: El Ciudadano México

Por Flor Coca Santillana

María García Granados y Saborío, nació en Guatemala el 7 de septiembre de 1860. María fue protagonista de una hermosa, pero a la vez trágica historia de amor. Era una joven perteneciente a la alta sociedad guatemalteca. Era hija de quien fue presidente de ese país de 1871 a 1873, el General Miguel García Granados.

María amaba la música y amaba la vida. Y no era como podríamos imaginar, una joven tímida. No, María cantaba y llevaba a cabo actividades sociales, a pesar de su corta edad, y es que pertenecía a una familia en la que la palabra era primordial. Su abuela fue periodista y poeta.

José Martí, nació el 28 de enero de 1853 en la Habana, Cuba. Desde niño, se da cuenta de que no quería que España siguiera dominando a su país. Desde los 17 años, comienza a ser perseguido por sus ideas independentistas. A esa edad, lo condenan a 6 años de prisión. Sin embargo, no continúa en la cárcel y es deportado a España, país en el que estudia de Derecho y Filosofía y letras. Al terminar la universidad, viaja a México y comienza a colaborar en diferentes medios como periodista.

Dos vidas dos historias que se cruzan. María García y José Martí, se conocen cuando él viaja, regresando de México a Guatemala. Ella tenía 17 años, él, 24. Ella, tenía una activa vida social, participaba en tertulias, tocaba el piano y, se interesaba por la música y la cultura. Él, ya un periodista reconocido en México y un hombre que nunca ocultó su lucha por lograr la liberación de Cuba del dominio español.

Ellos se conocen en una tertulia 21 de abril de 1877, en casa del General García.  El poeta y la joven comienzan una amistad, que los dos desean se convierta en amor. Un amigo de Martí, el director del Instituto Nacional Central para Varones, el cubano, José María Izaguirre, describe así a María: “Era alta, esbelta y airosa: su cabello negro como el ébano, abundante, crespo y suave como la seda; su rostro, sin ser soberanamente bello, era dulce y simpático; sus ojos profundamente negros y melancólicos, velados por pestañas largas, revelaban una exquisita sensibilidad. Su voz era apacible y armoniosa, y sus maneras tan afables, que no era posible tratarla sin amarla”.

Y, efectivamente, él quería amarla y ella también, pero la vida les tenía reservada otra historia. Y la de ellos no fue lo que hubieran deseado. Él, después de estar un tiempo dando clases en Guatemala, regresa a México y aunque deseaba tener una relación con María, tenía una promesa de matrimonio con Carmen Zayas Bazán, una mujer cubana, que estaba en México. Al llegar, reanuda su relación con Carmen y se casa con ella.

Quien fue llamado el “Apóstol de la Independencia” por su lealtad para seguir luchando por la independencia de Cuba, regresa a Guatemala el año siguiente, pero no regresa solo, va acompañado de su esposa. Nadie lo esperaba, mucho menos María.

Algunos días después recibe una nota que dice: “Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme. ¿Por qué eludes tu visita? Yo no tengo resentimiento contigo, porque tú siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación moral de compromiso de matrimonio con la señorita Zayas Bazán. Te suplico que vengas pronto. Tu Niña”.

Y la niña, de sólo 17 años, seguía enamorada de Martí, pero dignamente reconoce el compromiso del poeta y solo desea verlo. No sabemos si desea despedirse de él, o abrazarlo con todo su corazón.  Y, a su edad, tenía la esperanza de que su amor se realizara. Pero un suceso inesperado y trágico, envuelve en una profunda tristeza a los amigos, familiares y a José Martí. María comienza a sentirse muy enferma, después de haberse ido a nadar al río. Su estado de salud fue empeorando y a pesar de los cuidados y el amor familiar, la vida de María terminó en 1878, cuatro meses antes de cumplir 18 años. Así se expresaría José María Izaguirre, amigo de María y de Martí, en el duelo: “Cuando Martí regresó con Carmen no fue más a casa del general, pero el sentimiento se había arraigado profundamente en el alma de María, y no era ella del temple de las que olvidan. Su pasión se encerraba en este dilema: verse satisfecha, o morir. No pudiendo verificarse lo primero, le quedaba el otro recurso. En efecto, su naturaleza se resintió del golpe, fue decayendo paulatinamente, un suspiro continuo la consumía y, a pesar de los cuidados de la familia y los esfuerzos de la ciencia, después de estar algunos días en cama sin exhalar una queja, su vida se extinguió como el perfume de un lirio”. ​

Desde ese momento, comienza la leyenda y cuando Martí escribe y da conocer el hermoso poema que dedica a María, ella se convierte en la niña de Guatemala. El matrimonio de él fracasó, y Carmen y su hijo se embarcan a Cuba, dejando al poeta, acompañado de su tristeza.

En una carta escrita a uno de sus amigos, expresa su dolor: “Y pensar que sacrifiqué a la pobrecita, a María, por Carmen, que ha subido las escaleras del consulado español para pedir protección de mí”.

José Martí, organiza desde Estados Unidos el partido Revolucionario Cubano, para comenzar la guerra de independencia en su amada patria, Cuba.  A los 42 años y también en el mes de mayo, como María, el patriota es asesinado por los soldados españoles que prepararon una emboscada. Martí es considerado uno de los héroes más importantes de Cuba, ya que sentó las bases para su independencia de España.

Ya en este siglo XXI, en 2013, a 160 años del nacimiento del héroe José Martí, la embajada de Cuba en Guatemala develó una placa en la tumba de María para recordar a la niña de Guatemala… la que se murió de amor

Otoño de 2021


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