Las jugadoras de la Liga Femenina del fútbol mexicano compartieron un manifiesto en el que plantean su lucha por la igualdad antes las desigualdades que hay en el medio y los cambios que deben darse para alcanzar una verdadera equidad de género, pues las marcadas diferencias con el género masculino dejan ver una gran brecha de injusticias.
Sin centrarse en la Liga MX, pues se trata de un problema mundial, las jugadoras exponen en 5 puntos las brechas entre hombres y mujeres; y utilizaron la etiqueta #CuandoTodasJuegan en redes sociales para masificar su manifiesto, que ha sido compartido por jugadoras profesionales y mujeres que laboran en la liga, describe un reportaje del medio mexicano Animal Político.
En el primer punto las jugadoras piden ser reconocidas «como personas, como, seres humanos completos», y que todas las mujeres en el ámbito futbolístico puedan ser madres, estudiantes y trabajadoras sin necesidad de enfrentar barreras por género.
Ante los bajos salarios, las futbolistas argumentan que trabajar o estudiar debería ser con base en la igualdad y «no tendría que ser un complemento necesario» sino de elección como ocurre con los hombres.
“Actualmente, si un hombre desea combinar su vida laboral con el fútbol puede hacerlo (…) si juega fútbol profesionalmente puede gozar de un salario que le permitirá dedicarse, por elección, de lleno a esa sola profesión», plantean.
De acuerdo al estudio Global Sports Salaries Survey, publicado en 2017, el sueldo promedio mensual de las jugadoras en México es de 3.420 pesos, apenas el 0,63% de lo que ganan los hombres, cifras que distan mucho de la igualdad.
Igualdad como personas
En la Liga MX varonil, el sueldo mensual promedio de un jugador ronda los 540.456,50 pesos, y los que menos ganan perciben como mínimo 25.000 pesos mensuales.
Los bajos salarios en el fútbol femenino propician que la mayoría de las jugadoras busquen un trabajo extra, que no siempre consiguen por los horarios, mientras que otras combinan estudios y futbol para tener una profesión adicional que les de certeza económica.
Las futbolistas señalan que la desigualdad laboral por género también afecta sus proyectos de vida, principalmente al planear un embarazo o tener una familia, lo cual no tendría que ser razón para dejar el futbol.
«Tener hijos no tiene que afectar el rendimiento en la cancha. Ahora bien, si mujeres futbolistas no desean formar una familia, también están en su derecho de elegir no hacerlo, pues no deberían cargar con estigmas y expectativas de género traducidas en el rol histórico asignado a las madres».
A la industria del futbol y a las personas que laboran para ella directa o indirectamente, les piden que «dejen de ver quién juega, quién transmite, quién comenta y quién dirige, para enfocarse en cómo juega, cómo transmite, cómo comenta y cómo dirige».
En la actualidad, directivos de equipos y la liga en general, no dan la misma importancia y valor al futbol femenil que al varonil. «En el momento en que el valor se desligue del género, hablaremos de una verdadera equidad (…) El hecho de otorgarle a las mujeres espacios que antes no eran concebidos para ellas no es un juego en el que ellas ganan y ellos pierden», expresan.
Igualdad plena
Las jugadoras también piden acabar con los roles de género y con la idea de que «un sistema previamente dominado por hombres permitió: jugar, narrar, dirigir, hablar, discutir y entrar al mundo del futbol». A casi tres años del arranque de la liga, las jugadoras demandan que el futbol femenil sea un negocio propio y autosustentable, ajeno a los ingresos y los resultados de sus contrapartes varoniles.
«El futbol profesional femenil, como cualquier actividad empresarial, debe reinventarse con el fin de ofrecer un producto atractivo y de calidad, y de diversificar el mercado futbolístico y deportivo para beneficio de la afición», refieren.
Las jugadoras mencionan el éxito que tuvo el mundial femenil de Francia 2019, para ejemplificar el potencial de negocio que podría representar el futbol femenil a nivel de ligas. Lamentan que, a pesar de ello, no se tenga la misma intención de negocio que en el futbol varonil.
En enero pasado jugadoras profesionales dijeron a Animal Político que la Liga MX y los medios de comunicación no dan la misma cobertura a hombres y mujeres. En el caso de los clubes, si bien hay excepciones como Chivas o Pachuca, la mayoría de los equipos no invierten en en sus equipos femeniles al igual como lo hacen con los hombres.
Ejemplo de esto, son los casos de las centellas del Necaxa o las rayadas del Monterrey, cuyas directivas las mandan en autobús a para enfrentar sus partidos otros estados. «La logística e inversión que permiten el máximo rendimiento en la cancha no son iguales en la mayoría de los casos: las mujeres viajan en su mayoría en camión, muchas veces más de 6 horas, y a veces hasta el mismo día», se lee en el manifiesto.
En este punto acusan que no hay intención por parte de directivos de buscar una estrategia diferenciada de patrocinios, dado que no se valoran los logros femeniles en la misma forma. Dicen estar conscientes de que la exigencia de estos derechos implica asumir más responsabilidades como futbolistas y dar resultados.
«No nos asusta, ni le huimos. Tener la misma oportunidad de someterse a estos retos, de ser tratadas con la misma exigencia que a los hombres, y obtener ganancias respaldadas y acorde al trabajo realizado, también es equidad».
Uso del lenguaje
Las jugadoras exigen terminar con las formas actuales del juego «cuyos roles de género aún enquistados agreden desde el lenguaje, acosan, y censuran todo aquello que las cuestiona». Plantean que, mediáticamente, para hablar del talento y futbol femenil se siguen utilizando tecnicismos relacionados con un referente masculino, y en clave de consumo varonil.
Por ejemplo, se habla de los físicos de las jugadoras, en vez de hazañas deportivas, y se refieren a los equipos femeniles como una extensión de su franquicia varonil, como si el futbol femenil fuera «de segunda categoría o como de fuerzas básicas».
Reconocen el trabajo hecho por algunos medios al exponer las desigualdades y mostrar el talento de la liga femenil, ya que eso ayuda a no objetivar a las futbolistas y a demostrar su verdadero valor.
Las jugadoras celebran también que el futbol femenil se haya catapultado como «un movimiento revolucionario en sí mismo» pero señalan necesario buscar una extensión de derechos en igualdad.
Refrendan su compromiso de hacer del futbol un deporte incluyente, que valore a las personas independientemente del género y condición física o social. Las futbolistas plantean que solo hablando de las desigualdades por género, aunque incomode, se puede avanzar en una solución que acabe con la brecha.
«Hoy hablamos de género para de-generar el mañana: para que en el transcurso de esta década deje de ser tema, porque la equidad será real. Ese es nuestro partido, y queremos que lo juegues con nosotras», resaltan.
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