Mujeres sudanesas en la primera línea de la resistencia

Las mujeres sudanesas participaron en la revolución en gran número por las mismas razones por las que ahora forman parte de la resistencia contra este traicionero golpe de Estado: sus derechos humanos están en juego.

Mujeres sudanesas en la primera línea de la resistencia

Autor: El Ciudadano México

Autor/a Hala Al Karib

Traductorxs Nicole Millow & Nora Bendersky

Las mujeres sudanesas son muy conscientes de que su acceso a los derechos humanos básicos y la justicia está condicionado a la presencia de un sistema de gobierno civil y democrático que respete los derechos y la humanidad de las mujeres. Solo bajo un gobierno así, las mujeres podrán formar parte de los procesos de reforma jurídica y política que contribuyan a lograr un cambio significativo.

No hay nada más difícil que perder un hijx. No hay nada peor que perder a nuestrxs hijxs por culpa de la traición, la ignorancia, el crimen y la falta de visión, y esto es lo que está ocurriendo ahora en Sudán. Docenas de jóvenes están siendo asesinadxs por las balas de los militares sudaneses. 

En medio de todo esto, es importante reconocer la contribución de las mujeres de Sudán a la transición civil del país.

Desde el inicio de la revolución, las mujeres sudanesas se coordinaron brillantemente y participaron eficazmente en el derrocamiento del régimen de Bashir, estimándose que la proporción de mujeres en las manifestaciones de 2018 y 2019 fue de al menos el 60 por ciento.

A mediados de la década de 1990, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) afirmó que Sudán tenía más de un 35 por ciento de hogares encabezados por mujeres. Si avanzamos más de 23 años, el número de hogares encabezados por mujeres en Sudán probablemente se ha duplicado, si no más. Al mismo tiempo que realizan la mayor parte de las tareas de cuidado y mantenimiento de sus familias, las mujeres también han dado, desde 2019, pasos increíbles para afirmar su poder y presencia dentro de los hogares y las esferas públicas. Si se permite que este golpe dure, las mujeres sudanesas se verán arrastradas a un rincón muy oscuro.

Todxs sabemos que el período de transición de la revolución sudanesa no ha sido ideal, y somos plenamente conscientes de la cantidad de desafíos y limitaciones que se produjeron, pero también comprendemos perfectamente las causas fundamentales de estos desafíos, empezando por el acuerdo político diseñado de forma desproporcionada, que permitió que los restos del régimen de Omar al Bashir permanecieran en el poder. Esta facción del gobierno de transición nunca ha estado interesada en otra cosa más que en mantener a Sudán cautivo en los mismos ciclos de violencia y pobreza que llevan mucho tiempo obstaculizando las oportunidades de Sudán de alcanzar la estabilidad y la paz.

Y aunque no ha habido un progreso claro en la reforma legal e institucional hacia la igualdad de género en Sudán, no podemos negar los logros alcanzados por el pueblo sudanés, mujeres y hombres, a lo largo del periodo de transición. En particular, el éxito de las mujeres sudanesas al aumentar y consolidar su presencia en los lugares públicos.

Las mujeres fundaron equipos deportivos, se involucraron en actividades creativas y abrieron el camino a profesiones que habían sido reservadas para los hombres durante el régimen anterior, como policía de tráfico, profesiones técnicas, mecánica de automóviles, carpintería y conducción de vehículos públicos. Las voces de las mujeres sudanesas se alzaron en todas las plataformas y, a través de su participación en protestas y marchas pacíficas, exigieron sus derechos humanos, a la vez que difundían los derechos de las mujeres y las niñas.

Ahora, en este momento crítico de la historia de Sudán, las mujeres sudanesas están en la primera línea, luchando una vez más para evitar que su país vuelva a caer en tiempos oscuros.

Si este golpe militar consigue asumir el control del país, las sudanesas se enfrentarán a otro ciclo de oscuridad y violencia que puede ser mucho peor que el de la época de Bashir, sobre todo porque no se ha producido ninguna reforma legal en el país. Sudán sigue sin ser miembro de la CEDAW y no ha firmado ni ratificado ninguno de los protocolos o instrumentos internacionales que podrían haber mejorado la situación de las mujeres. Además, Sudán sigue teniendo leyes activas que permiten la violencia de género y la impunidad de los autores de la violencia contra mujeres y niñas.

Además, las mujeres siguen siendo detenidas por las llamadas «transgresiones morales», a pesar de la derogación de la Ley de Orden Público en Sudán. Los castigos son duros e incluyen la flagelación, el encarcelamiento y, en algunos casos, la ejecución. Las mujeres y niñas pobres, lxs desplazadxs internxs, lxs refugiadxs y quienes viven en zonas de conflicto armado siguen siendo lxs más vulnerables a estas penas y a la violencia organizada.

Un sistema militarizado solo puede existir eliminando cualquier indicio de esperanza hacia la rendición de cuentas y el Estado de derecho.

Las razones por las que las mujeres sudanesas participaron en la revolución en gran número son las mismas por las que ahora forman parte de la resistencia contra este traicionero golpe de Estado. Somos muy conscientes de que cualquier gobierno militar pondrá en grave peligro los derechos, la seguridad y la protección de las mujeres, especialmente con estos fundamentalistas y señores de la guerra al frente.

El ambiente creado por la presencia de grupos armados en zonas civiles ha ido acompañado una y otra vez por un aumento de la violencia sexual y de género. Ya se ha informado de que un grupo de soldados representantes del golpe de Estado irrumpió en un albergue para niñas en el norte de Jartum y agredió a docenas de estudiantes que se encontraban allí.

Las mujeres sudanesas son muy conscientes de que su acceso a los derechos humanos básicos y a la justicia está condicionado a la presencia de un sistema de gobierno civil y democrático que respete los derechos y la humanidad de las mujeres. Solo bajo un gobierno así, las mujeres podrán formar parte de los procesos de reforma jurídica y política que contribuyan a lograr un cambio significativo. Hasta entonces, las mujeres de Sudán seguirán en la primera línea para resistir cualquier acción que las haga retroceder o reduzca su humanidad y el valor de su contribución a la sociedad.

Hala Al Karib es una activista sudanesa de los derechos humanos que trabaja en Sudán y en la región del Cuerno de África.

Foto: Ola A .Alsheikh, Wikimedia

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