Nuevo Consejo Universitario deberá promover la democracia y defender la autonomía

La pérdida del poder político de los estudiantes en al BUAP ha conducido al abuso del poder de directores y de algunos trabajadores administrativos

Nuevo Consejo Universitario deberá promover la democracia y defender la autonomía

Autor: Alfonso Yáñez Delgado

No fue el lunes 11 de octubre, pero sí el miércoles 13, que se dio a conocer la convocatoria para integrar el nuevo Consejo Universitario que debió haberse renovado en marzo del presente año. El documento convocante contiene los requisitos que debe cumplir cada uno de los profesores, alumnos y administrativos.

La convocatoria, en el punto 1 de las bases hace referencia a las Unidades Académicas sin especificar su número, de ahí describe un listado de procedimientos burocráticos que analizaremos en este mismo espacio, punto por punto, haciendo la advertencia que buena parte de esa convocatoria no aclara fehacientemente cuál será la autoridad electoral que evaluará a los estudiantes, que por cierto, desde que el Partido Comunista tomó la dirección universitaria, eliminó la representación sindicada de los alumnos.

Desde hace varias décadas, no existen representaciones estudiantiles fuera del Consejo Universitario que defiendan los intereses de los educandos y, sobre todo, la autonomía universitaria y la democracia.

Autonomía y democracia son dos vocablos por los cuales debe marchar la vida universitaria, para impedir los abusos del poder, que hoy, desde el exterior universitario, se pretenden impedir, pero vulnerando la autonomía.

El nuevo Consejo Universitario tendrá una gran responsabilidad, deberá afrontar el problema de las necesarias reformas a la ley y al estatuto en lo referente a una verdadera integración paritaria, donde el voto de los directores de cada facultad tenga el mismo valor que el de cualquier profesor, es decir, que haya voto igualitario.

Detener los malos tratos a los alumnos es urgente, las violaciones a sus derechos ha sido una constante. A continuación se transcriben algunas quejas del profesor investigador de la Facultad de Ingeniería Química, Oscar Sánchez Daza, denunciando que en esa Unidad Académica se han cometido violaciones a los derechos fundamentales de los estudiantes, lo que derivó en un desorden administrativo y académico de esa facultad.

Sánchez Daza, denunció en ese momento que el profesor investigador Javier Arturo Figueroa Ortega, retó a golpes al alumno Antonio Velázquez Ramírez, como respuesta a las críticas que éste último le hizo por no cumplir con sus actividades académicas. También reportó que las profesoras Thelma De Gante Cevallos y Tita Vázquez Espinosa de los Monteros impidieron la participación del alumno Gustavo Aparicio Mauricio, en un proceso de evaluación externa en su Facultad y fue amenazado para impedir que los evaluadores tuvieran conocimiento de aspectos negativos de la docencia de la Unidad Académica de Ingeniería Ambiental.

Cierto es que esto sucedió durante el periodo de Enrique Agüera, pero al parecer estos tratos persisten, ya que algunos directores de facultades que permanecen en sus cargos hasta 8 años han hecho de la institución propiedad personal, concediendo privilegios a profesores cercanos a ellos o ellas e impidiendo el desarrollo y acceso a becas, apoyos institucionales, permisos para superación académica a profesores críticos de sus gestiones.

En el pasado, en la Facultad de Arquitectura, que presidía el arquitecto Arcadio Hernández Aguilar, intervino indebidamente en la selección de personal y en los procesos de exámenes por oposición para otorgar las plazas a sus amigos e incondicionales y qué decir de Rafael Cid Mora, antiguo empleado del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (SUNTUAP) que sin concluir la carrera de arquitecto llegó a la docencia en la misma facultad y escaló hasta la dirección por su actitud servil.

Ya es tiempo de que en las direcciones se coloque a los profesores e investigadores con un reconocido trabajo en sus especialidades, a personas que tengan el interés por elevar la calidad académica y no para llenarse los bolsillos con los recursos de la Benemérita Institución poblana.

Aspectos negativos como los anteriores se han multiplicado en los últimos años y la pérdida del poder político de los estudiantes en al BUAP ha conducido al abuso del poder de directores e incluso de algunos trabajadores administrativos.

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