Por Jonathan Hempel/Internacional Progresista
Traductorxs: Héctor Herrera y Nora Bendersky
La lucha para desmilitarizar las fronteras europeas debe ser parte de un lucha global antimilitarista que combata agencias como Frontex, pero que también se enfrente al complejo militar industrial global.
A finales de 2020, un total de 82,4 millones de personas alrededor del mundo se han visto obligadas a desalojar sus hogares, según la Agencia de la ONU para lxs Refugiadxs (ACNUR). El número de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo se ha duplicado desde 1990 y probablemente se incremente significativamente en las próximas décadas debido a una convergencia de factores, incluyendo conflictos armados y otras formas de violencia, así como desastres climáticos, que agravarán las presiones que les obliguen a emigrar.
Los desplazamientos se producen en el contexto de un sistema económico capitalista en el que los beneficios se obtienen tanto de la venta de armas que son fundamentales para causar conflictos y guerras, como a través de la militarización de las rutas migratorias y de las fronteras. Junto con el incremento constante en el valor del comercio de armas y el aumento del número de personas desplazadas por la fuerza, el mercado de la seguridad fronteriza está creciendo con un valor proyectado de 65-68 miles de millones de dólares para 2025. La guerra es muy rentable y la guerra contra lxs migrantes lo es cada vez más.
Las tecnologías militares israelíes, fundamentales para un sistema de colonialismo, apartheid y ocupación, son grandes protagonistas de la industria armamentística internacional. Las armas israelíes, “probadas” con población palestina, son vendidas a Estados y organismos privados alrededor del mundo, y las empresas armamentística israelíes son ahora socios consolidados de los organismos de seguridad fronteriza de la Unión Europea, como Frontex, que apoyan la militarización de las fronteras de la UE.
La industria armamentística israelí es parte de un proceso global de militarización de las fronteras en un mundo caracterizado cada vez más por los conflictos y el militarismo con fines lucrativos, todo lo cual conduce a más desplazamientos: más migración y más personas buscando refugio. Las luchas por la libertad de circulación y contra el militarismo deben trabajar para poner de manifiesto estos vínculos para poder afrontar estos retos desde la raíz.
Frontex y la militarización de las fronteras en la UE
Frontex cumple un papel muy importante en la militarización de las fronteras europeas, la criminalización de lxs migrantes y el monitoreo de sus movimientos. Uno de los objetivos principales de Frontex es identificar migrantes y organizar operaciones para regresarles a sus países de origen. La agencia trabaja cada vez más con países terceros como Libia, Sudán, Turquía y Bielorrusia, coordinando esfuerzos de retención y deportación más allá de las jurisdicciones de la UE.
En 2020, grupos humanitarios denunciaron que la UE está usando vigilancia aérea para ubicar migrantes varadxs en el Mar Mediterraneo, alertando a la guardia costera de Libia para que intervenga, una medida que facilita las devoluciones ilegales, mientras que las operaciones de rescate no gubernamentales se impiden y criminalizan activamente. Lxs migrantes interceptadxs son ubicadxs en centros de detención arbitrarios en Libia, donde se enfrentan a violaciones de derechos humanos, como tortura, violencia sexual y denegación de atención médica. Asimismo, en la frontera entre Grecia y Turquía, las organizaciones de derechos humanos han documentado devoluciones de refugiadxs a Turquía por parte de los organismos oficiales de guardacostas, entre ellos Frontex y el personal guardacostas nacional.
La expansión de la agencia ha sido parte vital de la política de la UE en los últimos años. Frontex acaba de conseguir un presupuesto de 6,5 mil millones de euros hasta 2027, con planes para contratar 10.000 guardias fronterizxs armadxs para el final de ese período. Su presupuesto se ha incrementado en un impresionante 7.560 por ciento desde 2005, y sus nuevos recursos se han utilizado para comprar equipos como barcos, helicópteros y drones. La fortaleza Europa, mientras tanto, está cada vez más cubierta de muros y vallas fronterizas: desde la caída del Muro de Berlín en 1989, los países europeos han construido o comenzado a construir 1,200 kilómetros de vallas, una distancia de aproximadamente el 40 por ciento de la longitud de la frontera entre México y los Estados Unidos.
¿Qué tiene que ver Israel con esto?
En todo este proceso, tanto las agencias de seguridad de la UE como los Estados europeos adquieren equipos militares, incluyendo armas pequeñas, drones, barcos y tecnología de ciberseguridad como parte de sus políticas de seguridad fronteriza, gran parte de los cuales se obtienen dentro de la UE. Aquí también entra en juego la industria armamentística israelí. Como muestra la Base de datos de equipos militares y de seguridad (DIMSE), las armas israelíes desempeñan un papel importante en la militarización de las fronteras de la UE.
Las armas israelíes que han sido adquiridas, entre otros, por Italia, Grecia y Alemania incluyen drones, sistemas de radar y vehículos de patrullaje. Pero aún más interesantes son las relaciones militares y de seguridad directas entre Israel, la Unión Europea y los organismos de seguridad de la UE.
Mientras que la “asistencia” de los Estados Unidos a las capacidades de seguridad de Israel, de unos 3.800 millones de dólares al año, está bien documentada, la colaboración de las UE con Israel puede ser ignorada frecuentemente por lxs críticxs. Como Estado asociado a la UE, Israel ha disfrutado de estrechos lazos económicos y diplomáticos con la UE durante muchos años. A través de fondos de investigación e innovación, la UE ha invertido miles de millones en empresas y organizaciones israelíes, incluyendo fabricantes de armas como Elbit, Verint System e Industrias Aeroespaciales Israelíes (IAI). Entre las docenas de proyectos financiados por la UE desde 2007, Elbit e IAI aparentemente habrían obtenido contratos para desarrollar drones para agencias europeas de seguridad como Frontex y EMSA (Agencia Europea de Seguridad Marítima) para detener de forma “ autónoma” “migrantes ilegales” y “vehículos que no cooperen”.
Después de llevar a cabo vuelos de prueba entre 2018-2020, IAI se adjudicó un contrato en 2020 para proveer a Frontex con el dron Heron para patrullajes marítimos. Como informó el Times of Malta, la agencia fronteriza de la UE llevó a cabo un primer vuelo de prueba en Malta a principios de mayo de 2021. Diferentes informes de vuelo mostraron a los drones Heron realizando vuelos operativos en la frontera con Libia en junio de 2021.
El principal problema aquí es que los drones son una manera efectiva de eludir la obligación de la UE, según el derecho internacional, de salvar las vidas de quienes intentan cruzar el Mediterraneo, como estaba obligada a hacer cuando patrullaban con barcos. Aún más, en el nuevo acuerdo, Frontex continúa estando presente en la zona desde el aire para estar al tanto de las diferentes embarcaciones de migrantes que parten de las costas de Libia y transmitir esa información a la guardia costera de ese país.
La medida de Frontex de retirar la inversión en buques de patrullaje marítimo y desviarla a los drones, es una manera de gastar dinero sin tener la responsabilidad de salvar vidas, y le permite organizar devoluciones a través de países terceros. Más allá de los drones israelíes, la UE está operando con vehículos aéreos europeos y probando nuevos sistemas robóticos, incluyendo drones de largo y corto alcance.
Israel es esencialmente un recurso para los países que buscan asegurar y militarizar sus fronteras. Las empresas, lxs especialistas y lxs generalxs de más alto rango israelíes se han vuelto cada vez más visibles en convenciones de comercio de seguridad fronteriza y nacional en los últimos 20 años. En ese tiempo, Israel se ha convertido en uno de los diez exportadores más grandes de defensa en el mundo y en uno de los principales proveedores y consumidores del complejo industrial de seguridad fronteriza. La industria militar israelí lleva años presionando para obtener una tajada del gasto multimillonario de la UE en la militarización de fronteras.
En febrero de 2021, un grupo de periodistas europexs publicaron los “Expedientes Frontex”, una lista de reuniones entre Frontex y varios grupos de presión, entre ellos compañías de seguridad israelíes como la mencionada Elbit, así como Shilat Optronics y Seraphim Optronics, que se especializan en tecnologías de reconocimiento facial. Otra compañía involucrada en operaciones de Frontex es la Israel Shipyards, que produce buques militares.
Otro hecho que investigadorxs y activistas internacionales han estado observando es el incremento en el uso de tecnologías de vigilancia para monitorear el movimiento y los datos personales a través de los teléfonos inteligentes. Las agencias de inmigración de toda Europa muestran un nuevo entusiasmo por las leyes y los programas informáticos que permiten usar datos de teléfonos en casos de deportación. También en este contexto, las tecnologías cibernéticas israelíes tienen mucha demanda y el infame proveedor de programas espía, NSO Group, es usado desde hace mucho por las agencias de inteligencia europeas.
Cellebrite, otra compañía israelí especialmente problemática, está presuntamente involucrada en numerosas violaciones de los derechos humanos en todo el mundo y ya tiene 7000 contratos con grupos gubernamentales y privados, incluyendo la policía nacional de 25 Estados miembros de la UE. Privacy International informó que la compañía israelí está anunciando sus tecnologías usadas para extraer datos de celulares dirigidas a un nuevo objetivo: las autoridades que interrogan a las personas que solicitan asilo. En 2017, la tecnología de Cellebrite fue utilizada en una fase de prueba por la Oficina Federal Alemana para Migración y Refugiados. En 2018, se informó que la Policía británica está usando la tecnología forense para celulares de Cellebrite para tener acceso a los historiales de búsqueda de sospechosxs y que la Autoridad de Control de Inmigración del Reino Unido hizo un acuerdo por 45,000 libras con la firma en el mismo año. Cellebrite también participó en EVIDENCE (Marco Europeo de Intercambio de Datos Informáticos para Cortes y Evidencia), un programa lucrativo de investigación y desarrollo de la UE.
El otro lado de la moneda
El otro lado de la moneda es el uso de estas tecnologías y armas aquí en Palestina-Israel. Israel usa tecnologías militares y de seguridad para mantener su sistema de colonialismo, apartheid y ocupación. Las violaciones de Israel del derecho internacional y la perpetración de crímenes de guerra durante sus incesantes ataques a lxs palestinxs en Gaza en mayo 2021 están bien documentados y lxs activistas antimilitaristas están investigando qué armas fueron usadas en los ataques a Gaza para poder rastrear los nuevos avances del complejo militar industrial israelí.
Las empresas de seguridad y militares israelíes trabajan en conexión directa con el ejército israelí, proporcionando equipos y armas para sus operaciones. Esta relación significa que las operaciones militares en Gaza y Cisjordania se utilizan como un laboratorio para empresas de armas israelíes, donde pueden desarrollar, probar y luego comercializar sus armas como “probadas en combate”. No pasará mucho tiempo antes de que las empresas israelíes promuevan sus nuevos equipos otra vez como “probados en combate” después de los últimos ataques a Gaza: un enfrentamiento en el que al menos 129 civiles palestinxs fueron asesinadxs, 65 de ellxs niñxs, más de 1000 hogares fueron destruidos y más de 1000 severamente dañados, dejando a más de 8000 personas sin hogar.
Para una industria armamentista que por años ha dependido de la comercialización de productos “probados en combate”, la próxima batalla no puede llegar lo suficientemente rápido. Al financiar estas compañías, la UE alimenta intrínsecamente la capacidad de Israel de perpetuar sus crímenes de guerra y sus violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional, lo que convierte a la UE en cómplice de esas violaciones.
Esto nos lleva de nuevo al dron Heron, que Frontex está ahora operando en el Mar Mediterraneo. Los drones Heron tienen un oscuro historial de uso contra lxs palestinxs. Ya después de la “Operación Plomo Fundido” en Gaza a finales de 2008 y principios de 2009, una investigación de Humans Right Watch concluyó que docenas de civiles fueron asesinadxs con misiles lanzados desde drones israelíes. El Heron también se utilizó ampliamente en la última gran oleada de ataques en mayo de 2021.
El primero de junio, menos de dos semanas después del cese al fuego, Industrias Aeroespaciales Israelíes (IAI), publicó un comunicado de prensa detallando una venta de 2.000 millones de dólares en drones Heron. El comunicado de prensa decía: “Los drones de la familia Heron son los más destacados de los drones IAI y desempeñaron un papel importante y crucial en la captación de información en la operación “Guardián de los Muros”. El director general de IAI, Boaz Levy, continuó: “El acuerdo es un testimonio de la gran satisfacción de nuestrxs clientes con los VANT (vehículos aéreos no tripulados) Heron, incluyendo su desempeño operativo y técnico.”
Las tecnologías israelíes, que forman parte de un sistema de apartheid, colonialismo y ocupación, son probadas en palestinxs,y vendidas a dictadores de todo el mundo, se usan ahora también para evitar que lxs migrantes entren a Europa. Entre estas miles de personas hay por supuesto refugiadxs palestinxs que han sido inmovilizadxs en islas griegas, o devueltxs a Turquía en su intento por encontrar una relativa libertad y seguridad lejos del apartheid israelí.
Hacia una lucha antimilitarista conjunta
Mantener una tradición de cooperación internacional entre movimientos políticos es crucial en estos tiempos de globalización económica y militar. Las acciones solidarias e intervenciones pacíficas, ambas llevadas a cabo por “personas ajenas” a un conflicto en conjunto con las partes en conflicto, son importantes, pero aún más significativa es la formación de una lucha conjunta contra el militarismo.
En los últimos años, hemos visto algunas formaciones de esta lucha conjunta, una de las cuales es la campaña internacional Abolish Frontex. En junio de 2021, acciones en 7 países, incluyendo Bélgica, Alemania y Marruecos, tuvieron como objetivo la agencia. Las acciones marcaron el lanzamiento de la campaña internacional, que hace un llamado a la desfinanciación y el desmantelamiento de Frontex y del mortífero régimen de fronteras de Europa. La organización ve en las fronteras modernas construcciones coloniales y racistas, institucionalizadas por las políticas fronterizas de la UE.
La campaña Abolish Frontex hace un llamado para que se detenga la militarización de las fronteras y se garantice la libertad de circulación, residencia y sustento para todxs. De manera especial, esta campaña también aborda la contribución de la UE a las razones que obligan a las personas a desplazarse en primer lugar y a la represión contra activistas solidarixs en Europa. La red de la campaña es descentralizada y autónoma y está compuesta por grupos, organizaciones e individuxs dentro y fuera de la UE, desde Senegal y Nigeria hasta Grecia e Italia.
Veteranxs de la lucha conjunta internacional contra el militarismo, la red Internacional de Resistentes a la Guerra lleva ya 100 años de actividad, con más de 90 grupos afiliados en 40 países. Movimientos internacionales como el palestino Boycott, Divestment and Sactions Movement, Black Lives Matter y Jewish Voice for Peace son algunos ejemplos clave de movimientos antimilitaristas que continúan construyendo formas de internacionalismo que trascienden las divisiones entre las luchas.
A nivel local, y un poco menos visible, la lucha conjunta antimilitarista debe implicar la identificación de una causa común entre los grupos y oportunidades de construir coaliciones. En la lucha antimilitarista israelí, por ejemplo, diversos grupos políticos y activistas colaboran entre sí. En este caso, grupos anti-ocupación cooperan con grupos religiosos judíos en la lucha contra la exportación de armas israelíes a países que violan los derechos humanos. Los grupos antimilitaristas cooperan con grupos del cambio climático en una lucha conjunta que ve la conexión entre el colonialismo de lxs colonxs israelíes, la ocupación de Palestina y la destrucción del medio ambiente de la región.
Uno de estos grupos, el feminista y antimilitarista israelí New Profile, ve paralelismos entre la lucha local por la desmilitarización de la sociedad israelí y la importancia de una lucha conjunta internacional contra el militarismo, dando un enfoque feminista interseccional a la agenda política. Aparte del activismo local, el trabajo educativo y el apoyo a lxs opositorxs al servicio militar, New Profile es miembro de WRI, Abolish Frontex y otras coaliciones y grupos internacionales.
La lucha para acabar con el militarismo es necesariamente global
El militarismo se caracteriza por la jerarquía, la disciplina, la obediencia, el orden, la agresividad y la hipermasculinidad, y se define por las normas y valores de las estructuras militares estatales tradicionales. No se limita a las fuerzas armadas, ya que otras instituciones adoptan sus valores y prácticas, ya sea la policía o las agencias de seguridad, como Frontex.
El militarismo en todo el mundo continuará manteniendo las estructuras y fronteras racistas y violentas, que pretenden mantener un status quo colonial y opresivo. No es sólo un «tema» para las organizaciones y movimientos de paz, ya que está ligado a gran parte de la opresión y violencia que se vive hoy en día en todo el mundo. Necesitamos desmilitarizar las instituciones y estructuras que mantienen este status quo. Esto debe tener lugar como parte de una lucha internacional conjunta radical donde lxs activistas colaboren y aprendan unxs de otrxs.
La lucha por la desmilitarización de las fronteras europeas, por ejemplo, necesita ser parte de una lucha global antimilitarista que resista agencias como Frontex, pero que también se enfrente al complejo industrial militar, tal y como ejemplifica el nexo entre Israel y la UE. Es necesario examinar las estructuras y procesos globales y locales del militarismo y los conflictos que no solo producen la tecnología para crear fronteras, sino que también son la raíz de por qué la gente tiene que huir en primer lugar.
Esta lucha implica no quedarse solo en trabajo “solidario”: los movimientos contra el militarismo necesitan promover un orden social, económico y político fundamentalmente distinto. O sea, necesitan poner al capitalismo, el racismo y el patriarcado en la agenda política, temas que son frecuentemente evitados por las organizaciones políticas del Norte Global porque requieren el reconocimiento de nuestras propias contradicciones y privilegios, un cuestionamiento de nuestra forma de vida y un compromiso con cambios concretos.
Si aspiramos a construir una alternativa sustentable a un mundo de militarismo y violencia motivados por el lucro, necesitamos verlo como parte del reto más profundo de superar el capitalismo global y las relaciones de poder colonial racistas. Por lo tanto, la lucha antimilitarista debe acentuar la relación entre las luchas internacionales feministas, antirracistas, anticoloniales, queer, anticapitalistas y antifascistas, por un lado, y dirigirse a lxs opositores aliadxs de los valores progresistas y los derechos humanos básicos, por otro.
Jonathan Hempel es un investigador y activista israelí, dedicado al militarismo y la exportación de armamento.