Uno de los productos culturales más famosos de Japón es el manga, cuya industria ha florecido al grado de desbancar a los comics estadounidenses en su propio mercado.
Pero el manga no sólo destaca en cuanto a ventas, sino en la maestría con que retrata lo mismo historias fantásticas que realistas. Esta disciplina artística debe gran parte de su popularidad al llamado “Dios del Manga”: Osamu Tezuka.
Los personajes de la obra de Tezuka, quien falleció hace tres décadas, siguen tan vigentes como cuando nacieron.
El artista nació en Osaka en 1928. Desde niño mostró fascinación por los insectos, a quienes estudió al formar parte de un club de entomología; tal era su pasión por estos seres que sus primeros trabajos los firmó como “Osamushi”, el nombre de un escarabajo.
Teatro y caricaturas
Su padre, Yutaka, un dibujante amateur y gran aficionado al manga, le mostró al pequeño Osamu los trabajos de pioneros en el arte secuencial japonés como Kitazawa Rakuten y Suiho Tagawa.
Padre e hijo compartían también la afición por las caricaturas estadounidenses producidas por Walt Disney (Mickey Mouse” y Silly Symphonies) y Max Fleischer (Popeye y Betty Boop).
Su madre, Fumiko, apasionada del teatro, lo llevaba de pequeño a ver las obras de un grupo local formado completamente por mujeres. La imagen de las actrices, con sus ojos delineados por el maquillaje, cautivó al pequeño, que de inmediato trasladó este rasgo a los personajes que dibujaba con ojos exuberantes, rasgo que se volvió un sello, no sólo de su obra, sino del manga en general y que es erróneamente atribuido a un intento por parte de los artistas por asemejar al fenotipo occidental.
Primeros trabajos
Aunque su vida la dominaba su amor por el dibujo, la vida como artista era incierta; por ello, Osamu ingresó a la escuela de Medicina. Combinó sus estudios con el trabajo como dibujante de un periódico, donde publicó una tira cómica titulada: Diario de Ma-chan.
Esto le valió una invitación para ilustrar una adaptación de la novela de Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro, la cual fue un éxito rotundo de ventas y lo convirtió en uno de los mangakas más famosos de Japón.
Siguieron publicaciones icónicas como Kimba, el león blanco (Janguru taitei, 1950-54), la cual se considera que plagió Disney para realizar décadas más tarde El rey león; La princesa caballero (Ribon no Kishi, 1954-68); y su creación más famosa, Astroboy (Tetsuwan Atom, 1952-68).
Tesuka imprimió a sus páginas un estilo cinematográfico nunca antes visto. Close-ups y diversos ángulos para retratar la acción, que recordaban al cine expresionista alemán de Fritz Lang y FW Murnau que vio durante su infancia.
La pantalla chica
El 1 de enero de 1963 dio el salto a la televisión con la producción de una caricatura (anime) dedicada a Astroboy, la cual de inmediato estableció récords de audiencia y se transmitió sin interrupción durante por 193 semanas.
Tras incursionar en el cine, Tesuka volvió a su primer amor: el manga, y publicó tres obras de madurez que son consideradas el pináculo de su carrera.
Buddha (1972), Adolf (1983) y Fénix (Hi no Tori), obra inconclusa que inicio en 1967, inspirada en la mítica ave japonesa Hou-ou, la cual ha sido publicada en México por la editorial Planeta.
Osamu Tesuka falleció en 1989 a los 60 años de edad. Dejó una obra de más de 700 títulos y 170 mil páginas; además de 500 episodios para TV y miles de páginas de storyboards. Sus obras completas abarcan más de 300 volúmenes.