Partidocracia poblana: ¿anarquismo secreto?

El factor determinante en la supervivencia de este ecosistema –que florece en las arcas públicas- es el apoyo mutuo, en el que no importa si los grandes puestos son ganados para los miembros de la propia especie

Partidocracia poblana: ¿anarquismo secreto?

Autor: Daniel Carpinteyro

En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, me concederé una licencia tan poco poética como arriesgada: la partidocracia poblana es un ecosistema mediado por el principio del apoyo mutuo.

Un ecosistema, eso sí, muy singular e incomprensible. A veces accesible y en temporadas inexpugnable, el ecosistema resultaría enigmático a ojos de un biólogo darwinista, acostumbrado a ver especies evolucionando y no involucionando, habituado a ver especies luchando por comerse al otro, por marcar el territorio, por dejar su impronta en la alberca genética. Un ecosistema donde las especies mutan de manera vertiginosa y cuyo comportamiento puede parecer completamente errático.

Caudalosa cascada de agua fresca que atraviesa un bosque más tupido que un presupuesto electoral.

Imaginemos a la dirigente del capítulo local de un partido político (por ejemplo Acción Nacional en Puebla) operando en contra del candidato que su partido (no ella, personalmente, quien de hecho soltó en diversas pláticas hasta el último pero a su disposición) ha postulado en coalición a la alcaldía de la ciudad. Algo así: “podré estar en desacuerdo con tu precandidatura, pero daría mi vida porque ella despeñe al vacío, Lalo”.

O imaginemos a una candidata a alcaldesa de un partido como Morena, con gente al interior de dicho partido no solo negándole su apoyo, sino mirando con ojos de amor y urdiendo hechizos propiciatorios en favor del candidato de la coalición opuesta a la coalición liderada por Morena.

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O imaginemos el capítulo local de un minipartido como Movimiento Ciudadano remitir a sus militantes un “Manual de tareas del representante de casilla” donde se aconseja conseguir el apoyo de familiares, amigos y vecinos pero no para su propio candidato, sino para la candidata de Morena.

Un ecosistema que florece en las arcas públicas

Los cachorros del tigre apoyando la candidatura de papá oso; los oseznos apoyando la candidatura de mamá tigresa. Los lémures maizeando la casilla electoral a favor del candidato de la confederación chacal. Un verdadero enigma, una anomalía de la naturaleza ante los cánones en que se apoya el científico tradicional.

Óleo de león adulto y cordero adolescente disfrutando la fresca noche del Serengeti.

Un biólogo darwinista estaría azorado ante la falta de cohesión interna de estas especies para emprender la lucha contra las otras y predominar. O acaso lo atribuiría a una especie de adaptación oportunista en la cual la supervivencia depende de traicionar a la propia tribu mediante la formación de células susceptibles de hacer alianza contra los que antes se luchó. Aun ante esta racionalización, el darwinista quedaría fuertemente impactado.

No así un anarquista adicto a la teoría del apoyo mutuo, de Piotr Krotopkin, quien explicaría: “En este ecosistema partidocrático que aquí observamos,  se demuestra que la supervivencia no depende de la aniquilación del adversario, perteneciente a otra especie o en la propia. El factor determinante en la supervivencia de este ecosistema –que florece en las arcas públicas- es el apoyo mutuo, en el que no importa si los grandes puestos son ganados para los miembros de la propia especie. Lo realmente importante es la supervivencia de la burbuja de vida, esta burbuja donde los dones brotan en abundancia y las inclemencias del mundo exterior no penetran”.

¿Será esa la verdadera identidad política de la partidocracia mexicana? ¿Qué en el fondo su cartilla de identidad se encuentra en el anarquismo ruso más que en los soporíferos estatutos que cada partido despliega en su sitio para solo consumo de políticos y redactores de política?


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