La historia del anime japonés, un fenómeno cultural que ha trascendido fronteras, comienza a principios del siglo XX, aunque su origen exacto sigue siendo objeto de debate. Dos obras se disputan el título de «primer anime japonés»: Katsudō Shashin y Namakura Gatana.
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Katsudō Shashin: La Controversia de 1907
Katsudō Shashin, que se traduce como «Imágenes en movimiento«, es un cortometraje que data de entre 1907 y 1911, y que fue descubierto en 2005 en Kioto y dura apenas tres segundos.
En esta breve animación, se observa a un joven que escribe los caracteres kanji «活動写真» en una pared, se quita el sombrero y saluda al espectador.
Este cortometraje es considerado por algunos como la primera animación japonesa debido a su antigüedad y a su técnica de proyección, que utilizaba un dispositivo llamado kappa-ban para imprimir los fotogramas en una tira de celuloide.
Sin embargo, su estatus como el primer anime es discutible, pues el periódico Asahi Shinbun, que reportó su descubrimiento, sugirió que podría ser controvertido clasificarlo como animación en el sentido contemporáneo, lo que ha llevado a que muchos lo consideren más como un fragmento histórico que como una obra representativa del anime.
Namakura Gatana: La Primera Producción Reconocida
Por otro lado, Namakura Gatana, producida en 1917 por Jun’ichi Kōuchi (幸内純一), es a menudo reconocida como la primera obra de anime en el sentido moderno.
Este cortometraje de aproximadamente cuatro minutos de duración presenta una narrativa más desarrollada y una técnica de animación más elaborada.
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La historia gira en torno a un samurái que adquiere una espada de mala calidad, lo que da lugar a situaciones cómicas. A diferencia de Katsudō Shashin, Namakura Gatana cuenta con un autor conocido y una producción documentada, lo que le otorga un lugar destacado en la historia del anime.
Evolución del Anime
La evolución del anime ha estado marcada por la influencia de la tradición artística japonesa, incluyendo el uso de grabados y estampas narrativas que datan del siglo XVII. Con el tiempo, y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, el anime comenzó a florecer como un medio de expresión cultural, desarrollándose en una industria que ha alcanzado reconocimiento mundial.
Aunque Katsudō Shashin es considerado por algunos como el primer anime japonés, Namakura Gatana es la obra que ha logrado un reconocimiento más amplio y que se ajusta mejor a la definición contemporánea de anime. La historia de la animación en Japón es rica y compleja, puesto que no solo la evolución de una forma de arte, sino también el desarrollo cultural del país.
Ilustración: Abraham Aguilar
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