El ex alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, sigue buscando un protagonismo que no parece encontrar en el Partido Acción Nacional (PAN). Después de ser incluido en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del blanquiazul, su nombre apareció entre los 12 miembros oficiales del órgano, pero la realidad fue otra: Rivera Pérez no fue designado en ninguna de las 16 carteras clave que conforman la dirigencia del partido. En lugar de ser un hombre de peso a nivel nacional, su ausencia en los puestos estratégicos refleja una clara falta de confianza por parte de la cúpula panista, encabezada por Jorge Romero Herrera.
Véase también: Se retrasa designación de magistrados del TEEP de Puebla
Este “desdén” que, según se comenta, le hizo el dirigente nacional del PAN, no es más que la continuación de una serie de tropiezos que Eduardo Rivera ha sufrido a lo largo de su carrera política. A pesar de haber jugado un rol activo en la campaña que impulsó a Romero Herrera a la dirigencia, el ex edil de Puebla ha sido relegado, dejando claro que su influencia en la esfera nacional del PAN es mínima, a pesar de sus intentos de mostrarse como una figura de liderazgo.
Frustrado por su exclusión, Rivera ha decidido regresar a Puebla, como si el regreso a su tierra fuera la respuesta a su desilusión. Allí, ha comenzado a realizar giras de promoción, pretendiendo reafirmar su papel de “líder regional”. Lo cierto es que esta movida parece más un intento desesperado por mantener relevancia dentro de un partido que ya lo ha puesto en el congelador a nivel nacional.
Este regreso al ámbito local no es nada nuevo para Rivera. Ya lo intentó en 2024, tras su derrota en las elecciones para la gubernatura de Puebla. En ese entonces, también trató de hacerse con el control del Comité Directivo Estatal del PAN, sin éxito. El mismo patrón se repite: un hombre que, a pesar de su supuesto liderazgo, no ha logrado consolidar una base de apoyo sólida dentro del partido, y cuya ambición por figurar se ve constantemente frustrada por la realidad política.
Además, su insistencia en reunirse con presidentes municipales y líderes de municipios como San Andrés Cholula, Tehuacán y Huauchinango parece más una necesidad de demostrar que sigue siendo relevante que una verdadera estrategia de cohesión partidaria. Es claro que Rivera Pérez aún busca la oportunidad de retomar el control en el PAN, pero parece que las puertas a nivel nacional ya se le han cerrado, y su carrera política en Puebla no avanza más allá de los mismos círculos de siempre.
El ex alcalde, que dejó la silla de edil para lanzarse a la gubernatura y terminó perdiendo en las urnas, sigue sin encontrar su rumbo. Mientras otros panistas van ascendiendo dentro del partido, él se queda atrapado en una especie de nostalgia de un poder local que parece estar fuera de su alcance. La pregunta que muchos se hacen es si Eduardo Rivera, tras tantas caídas, será capaz de reinventarse, o si su ambición lo llevará nuevamente a la frustración de no lograr lo que se propone.
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