Por Alejandro Saldívar
Santa María Zacatepec. “Aquí se ve la’gua”, dice un hombre mientras señala el interior de un pozo de tabiques a pocos metros de la falla geológica que se tragó la vivienda de la familia Sánchez Xalamihua, la madrugada del viernes 4 en esta comunidad localizada a pocos kilómetros de la ciudad de Cholula, Puebla.
Dos semanas después se ha convertido en un acantilado lleno de lodo y agua furiosa que poco a poco desprende la tierra y la desmorona como si una uña quitara la mugre. Comenzó como un pequeño hueco que creció 60 metros de diámetro y hasta ayer ha crecido más del doble, según estimaciones oficiales.
Los terrenos de cultivo de trigo, maíz y frijol se han convertido en un destino para los curiosos. “Pásele, ya tenemos un cenote”, bromea una mujer que habilitó su patio como estacionamiento para los visitantes. “Desde que comenzó han venido más de 200 personas, familias completas, se toman la foto y se van”, asegura.
Imaginario de los vecinos
El hueco en medio del campo de cultivo desborda la imaginación de los espectadores. “No manches, ni se ve nada”, dice una mujer trepada en una valla; mientras intenta tomar una foto con su celular. Desde allí sólo se alcanza a ver apenas una pequeña línea de tierra con el volcán Popocatépetl como escenografía. “Acá está el palco”, le dice un joven a otro desde la cornisa de una casa de cemento en obra negra.
Desde la caída de rayos hasta la formación de nuevos volcanes, las especulaciones son descabelladas. Frente al desgajamiento un niño le plantea a su padre: “Debió ser un rayo que comenzó a partir la tierra”, dice mientras pellizca su celular haciendo un zoom al agujero. “Debe ser un volcán que está naciendo”, le dice su padre con seguridad.
Frente al pozo que regurgita el agua del socavón, una pareja sella su pacto de amor.
–Esa es la misma agua del socavón –dice convencido un joven a su novia.
–No, mejor vámonos, te vas a caer –le responde con una sonrisa de incredulidad.
–Ora sí nos va a tragar la tierra, amor –juguetea mientras se empina al agujero.
–Mejor pide un deseo –le dice sacando una moneda de su bolsillo.
Vigilancia en la zona
Uno de los accesos principales a los campos de cultivo se encuentra vigilado por una patrulla de la policía municipal y elementos de la Guardia Nacional. Todos contemplan el paisaje, ahuyentan a los curiosos y a las jaurías de perros que deambulan por las calles terrosas de la comunidad.
La Coordinación Nacional de Protección Civil informó que el socavón podría derivarse de la existencia de un río subterráneo y advirtió que existe riesgo de que se generen más fracturas en las inmediaciones.
“Es altamente posible que el origen del socavón se encuentre asociado a la presencia de flujos de agua subterránea”
Coordinación Nacional de Protección Civil
Comunicado
Hasta el 18 de junio, integrantes de la comunidad dieron a conocer la aparición de otros dos pequeños socavones en los alrededores.
Ya alcanza los 130 metros de largo
En los márgenes del cultivo, las autoridades instalaron un campamento para estudiar el desgajamiento. Desde un tráiler, monitorean el crecimiento de la falla geológica, toman mediciones. Hasta este viernes 18, el hueco rebasaba los 130 metros en su eje más largo.
Aunque el origen del socavón podría estar en las variaciones hídricas del subsuelo; no descartan la responsabilidad de una embotelladora de agua en la región. El pasado jueves, habitantes de la comunidad protestaron contra Grupo Danone y los desarrollos industriales en el municipio de Juan C. Bonilla. En una manta acusaron a Bonafont, al corredor industrial Cd. Textil, a una granja porcina y al gasoducto del Proyecto Integral Morelos de explotar y contaminar su territorio.
“El mal gobierno y las empresas saqueadoras del agua y la tierra han ocasionado daños irreparables como la aparición del socavón en Zacatepec, poniendo en riesgo la vida de los pueblos”
Habitantes
Municipio Juan C. Bonilla
Desde el pasado 22 de marzo habitantes de las comunidades aledañas instalaron un plantón afuera de la planta embotelladora de Bonafont. Por las carreteras rumbo a Puebla y la Ciudad de México circulan camiones cargados con garrafones vacíos, sin marcas ni etiquetas, pero sí con el color salmón que caracteriza a la trasnacional.
El Ciudadano / Agencia APRO