¿Qué hace falta para restaurar las casas abandonadas del Centro Histórico de Puebla?

Opinión del arquitecto especialista en el patrimonio edificado del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla: Carlos Montero Pantoja, respecto a las casas abandonadas del Centro.

¿Qué hace falta para restaurar las casas abandonadas del Centro Histórico de Puebla?

Autor: Alexia Stuebing

El Centro Histórico de la Ciudad de Puebla fue edificado hace casi 500 años; muchos proclaman la zona como una de las primeras edificaciones mejor planeadas (o siquiera planeadas) de la historia de la arquitectura. Y si bien su gloria ha permanecido a través del tiempo, su mantenimiento deja mucho que desear. 

En los 6.9 km que conforman el Centro Histórico de Puebla, existen más de 2 dos mil 600 inmuebles, 300 de ellos están abandonados, 60 en riesgo de colapso y 14 de estos se encuentran en estado ruinoso. 

El 26 de abril de 2021 se derrumbó una casona del Barrio de la luz, dejando a tres personas encerradas, y quedando en evidencia parte de las ruinas que ahora forman el Centro Histórico.

El 4 de mayo, en rueda de prensa virtual del Ayuntamiento de Puebla, el titular de Protección Civil, Gustavo Ariza Salvatori; confirmó que existen alrededor de 60 casonas en riesgo de colapso y 14 en estado de ruinas.

Hizo la mención de que si bien esto se determinó gracias a una revisión de la dependencia, entrar a reparar los daños no siempre les es permitido por los dueños de las edificaciones.

Comentarios sobre Carlos Montero Pantoja

En una entrevista con Carlos Montero Pantoja, arquitecto, docente-investigador de la BUAP y especialista en el estudio del patrimonio edificado del Centro Histórico de la ciudad de Puebla; comentó sobre la situación de las casas abandonadas de la zona y la falta de recursos (y empeño) por parte del Ayuntamiento, para fortalecer dichas edificaciones. 

El Centro Histórico tiene una serie de casas abandonadas con deterioros; una de las causas de esa situación es que no tienen propietarios.  

Es decir, por alguna razón los propietarios fallecen y la beneficencia pública, que es quien debe tomar esos bienes en sus manos, no se enteran hasta que suceden cosas como estas: colapsos o accidentes, y recién ahí se empieza a indagar la situación de cada edificio. 

En otros casos, hay edificios que están deteriorados porque sus propietarios esperan que se colapsen para poder construir edificios nuevos que les produzcan mayor rentabilidad. Esto hay que considerarlo como una situación que, por ser bienes de propiedad privada, ni el Ayuntamiento ni el Gobierno del Estado ni el Gobierno Federal pueden hacer nada. 

Hay algunas medidas, como la expropiación por causa de utilidad pública; pero la expropiación es un acto jurídico que molesta mucho a los dueños (hay que pagar un costo económico por expropiar). 

Ello implica que ninguna forma de gobierno podría hacerse cargo de una situación así: expropiando los bienes, atenderlos y proporcionarles un uso; eso es un problema bastante serio. 

Otra situación, ya añeja, es que, al ser edificios deteriorados, generalmente, se ocupan como vivienda (tipo vecindad) con costos muy bajos; también como bodegas, lo que implica pesos muy grandes para las estructuras, y si estas son débiles, con mayor razón”. 

El paso del tiempo y los estragos de los fenómenos naturales 

“Eso como problema central; a esto se suma el paso del tiempo, que no sólo es edad en los edificios, sino que los fenómenos naturales también contribuyen a acelerar el problema de la vejez que ya tienen. Sino se les da mantenimiento, sino se atienden, el agua causa estragos. 

Con el agua hay otros fenómenos que se desprenden de ahí: presencia de sales, polillas en las vigas, hongos que pudren la madera; y así sucesivamente.  

El tema del agua es uno de los agentes que deben tener cuidado y atención; por eso insisto, eso recae en los propietarios, que muchas veces, no dejan ingresar para hacer inspecciones técnicas, que es lo que debería proceder, antes de la temporada de lluvias, como una práctica de las instituciones. 

Poner un periodo para que los técnicos vayan a revisar los edificios. Yo creo que en esta tarea ayudarían las universidades y los colegios de arquitectos, colegios de ingenieros y escuelas de cultura, en fin; podrían contribuir a esta tarea. Eso sí ya dependería de impulsar una política que tenga que ver con esas acciones y que la gente permitiera que se revisen los edificios como debe ser”. 

¿Estas casas representan un riesgo para la denominación de patrimonio de la UNESCO? 

“No, no tiene que ver con la distinción que tiene Puebla como Zona de monumentos, ni tampoco con la distinción como Patrimonio de la humanidad. Estas son situaciones que no son graves, como unidad, pero igual puede ser atendido en la medida en que sólo es una unidad. 

De menos de unos 15 años, ya hay un registro de edificios deteriorados que, precisamente, requerían de intervenciones para evitar cosas como las que han pasado ahora. Pero ahí sí sólo las autoridades sabrían los detalles de por qué no se han intervenido, por qué no se han atendido, por qué no se ha trabajado en ellos. Están identificados, están registrados, están señalados; ya debería haberse hecho alguna acción”. 

¿Qué tipo de expertos se requerirían para realizar estas intervenciones o cómo se debería de manejar este asunto? 

“Para los dictámenes técnicos los podría hacer un ingeniero civil, o los podría hacer un arquitecto; las intervenciones las tienen que hacer peritos especializados. Ya aquí en Puebla hay una buena cantidad de expertos en conservación de monumentos, y basta sólo que hagan su registro en el Ayuntamiento para que los consideren y puedan ejercer profesionalmente en esta línea. 

Otra línea para atender esto sería que las autoridades, particularmente el Ayuntamiento, que es a quien le corresponde la primera responsabilidad, por ser de orden municipal, podría solicitar apoyo. Por ejemplo, la Facultad de Arquitectura tiene una maestría en Conservación de Patrimonio Edificado; tengo entendido que la UPAEP tiene una maestría en el mismo sentido, entre otras universidades estatales. No creo que hubiera ningún problema para establecer una colaboración. 

Aparte están las universidades de la Ciudad de México, que seguro estarían dispuestos a contribuir con alguna acción: la UNAM, la UAM. Hay mucho de dónde partir. 

En vía de los hechos parecería que no existe disposición, pero habría que preguntarles a las autoridades, ya en lo específico: ¿Qué están haciendo? ¿Qué han hecho ellos por el patrimonio? Tengo entendido que la Gerencia del Centro Histórico ni siquiera tiene cabeza; entonces eso habla, siendo crítico, que quizás no les interese el patrimonio. 

Está el Instituto de Antropología e Historia y lo mismo se les puede preguntar. ¿Qué están haciendo ellos con los monumentos del Centro Histórico?” 

¿Qué sucede con las ruinas? ¿Vale la pena conversarlas? 

El problema de las ruinas es un problema conceptual, en el que la gente se cuestiona “¿por qué conservar lo viejo si puede haber algo nuevo?”. Esto se promueve por unas actitudes de anti-conservación, por una ignorancia ante el valor del patrimonio. 

Si la gente se apropiara de su patrimonio la situación sería muy distinta. ¿Qué hace el gobierno por inculcar estas actitudes positivas/pro-conversación? ¿Realmente se requiere de grandes proyectos con presupuestos federales gigantes, o sólo hace falta concientizar a la gente al respecto? 

Buenas restauraciones en el Centro Histórico 

A lo largo del tiempo se han realizado un par de restauraciones en el Centro Histórico; lo que demuestra que existen antecedentes efectivos. Entre ellas destacan:  

  • La restauración del Edificio Carolino, tras el terremoto de 1999. 
  • El Museo Amparo. 
  • La Casa de los Muñecos. 
  • El Hotel Quinta Real. 
  • Profética. 
  • La reconstrucción del edificio que se derribó para poder colocar el Teleférico. 

Zonas como San Antonio y el Refugio son un claro ejemplo del deterioro no atendido; y el derrumbe de Barrio de la Luz demuestra la urgencia de este tipo de proyectos; no es tan sólo una cuestión cultural, es una cuestión de protección civil.

FOTOS: Humberto Aguirre

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