Luis Lozada
Raúl Galicia es más que un artista callejero: es un símbolo de resistencia cultural y dignidad obrera. Con casi 60 años, este titiritero poblano ha dedicado más de tres décadas a darle vida a Tomás, su inseparable marioneta, quien no sólo canta y baila, sino que también «cumple deseos» a cambio de una moneda.
Desde Los Portales del Centro Histórico, Raúl y Tomás llenan de vida, arte y color a las calles de Puebla. Sin pensión ni empleo formal, Galicia sobrevive con creatividad y compromiso social, regalando sonrisas mientras enfrenta el olvido institucional y la indiferencia ciudadana.
Un artista con historia y reconocimiento
Raúl inició su carrera como ventrílocuo a los 20 años y más tarde encontró en el arte de la marioneta su forma de expresión y sustento. Su trabajo ha sido reconocido por instituciones como el Instituto Cultural Cabañas, la Secretaría de Cultura y la SEP en Puebla.
Fue uno de los primeros en integrarse al padrón de Artistas Urbanos del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), lo que le permite instalarse legalmente en el primer cuadro de la ciudad, aunque desde hace más de una década no se le permite volver al zócalo, su sitio ideal de trabajo.
Tomás no es un simple títere; es un personaje entrañable que canta, baila y lanza monólogos que atrapan a chicos y grandes. Su mayor atractivo es la promesa simbólica de cumplir deseos, a cambio de una moneda, en una dinámica cargada de humor y empatía.
A pesar de los años y las pérdidas, como el robo de su teatro guiñol y otros títeres, Raúl no ha dejado de luchar. Su objetivo es claro: volver al zócalo poblano, donde podría tener mayor interacción con el público y mejorar sus ingresos.
El arte callejero, una expresión que merece respeto
Raúl hace un llamado a la ciudadanía para valorar más el arte urbano. «A veces hay mucha indiferencia cuando hago mi espectáculo«, comenta, con una mezcla de tristeza y esperanza.
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“Mi deseo es volver al zócalo, donde realmente puedo conectar con la gente”, afirma Raúl Galicia, quien trabaja diariamente de 12:00 a 20:00 horas frente a la Editorial Trillas, sobre Juan de Palafox y Mendoza.
Aunque los ingresos sean escasos, Raúl no abandona su sueño de consolidarse como un artista reconocido. Su lucha es, también, la de tantos otros trabajadores del arte callejero que resisten desde las esquinas invisibilizadas de nuestras ciudades.
Fotografía: Redes
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