¿Realmente uno es el que elige en las Apps de citas?

¿Alguna vez has utilizado Tinder, Bumble, Grinder, Badoo o incluso el Facebook Parejas? ¿Has tenido suerte? ¿No? Bueno, tampoco yo

¿Realmente uno es el que elige en las Apps de citas?

Autor: Betsie Bandala

¿Por dónde comienzo? Aburrición, corazón roto, más baja autoestima, es la fórmula ideal para decidir abrir un perfil en alguna de las más famosas Apps de citas por internet. Dígamos que era la sexta o séptima vez que abría Tinder, «vamos a intentarlo», ahora con la consigna de darme tiempo para conocer a los sujetos de estudio.

Esta (Tinder) App es la más utilizada por los mexicanos con un 48 por ciento, de ahí le sigue Bumblee con el 29 por ciento, dejando en último lugar a Grinder con el 6 por ciento. Cabe resaltar que son más de 50 millones de usuarios en el mundo quienes utilizan(mos) Tinder. 

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Creo que lo que podría destacar aquí es cómo a través de los algoritmos, la segmentación tras actividades que me gustan realizar y por supuesto la geolocalización, este programita hace su chamba. Dando como resultado un catálogo de muchachos a los que puedes “conocer”; y claro el último filtro es una. Nos hacen creer que tenemos la palabra final, ja.

Pero, de acuerdo a los creadores, está comprobado que las mujeres reciben muchos más likes que los hombres, sin embargo, eso no quita la posibilidad de recibir al menos un like, incluso si en el perfil no hay información

Tuve alrededor de treinta matches, de los cuales en esta a lo que llamo “oleada”, conocí a tres ingenieros: automotriz, diseñador industrial y en sistemas. Tres chefs, un reptar, dos tenderos, un trader, un pelado, dos músicos, dos filósofos, un heladero, un psicólogo, un artista plástico, un emprendedor, un motociclista y un patinador.

Los expertos en creación de contenido para redes sociales, saben que menos es más, que lo ideal son poner tres líneas en biografía, algunas fotos, y dejar algo a la expectativa, yo me presentaba como “me gusta la Coca Cola Vainilla, las Chupa Chups y fumar Lucky Strike”. Quise segmentar a un público fumador, pero este no es un mundo ideal. 

Con los días, los chicos se fueron sumando o restando a mis redes más personales ya sea Telegram, WhatsApp e Instagram. Uno va mostrando poco a poco quién presume ser, qué te gusta, qué te interesa, qué te mueve y por qué alguno de ellos debería ser merecedor de mi afecto. 

Comencemos con el pelado, un sujeto al que sólo se me fue el like e hicimos match, de él y de uno de los chefs me deshice a los dos días de “charlar”. Uno era un neurótico y el otro un asesino potencial, tal vez no lo sea, pero sí me sacó mucho de onda su insistencia en vernos en un punto en específico. De los filósofos, sólo uno me llamó la atención y dejó de contestar, supongo que no le vio mucho sentido seguir una charla que se contestaba cada doce horas, y el otro me ubicaba de cuando estudiaba, pero yo a él no, naturalmente dejé de saber de ellos. El emprendedor era un sujeto de Tlaxcala que intentaba hacer una casa de desarrollo sostenible, interesante, quería que fuéramos a dar el rol junto con su esposa, y solo dejamos de hablar. De los tenderos uno era muy meloso y otaku y el otro un tanto adicto. Dejamos de hablar. El artista plástico me cayó bien, pero el mismo destino, no podía mantener una platica constante, y tampoco quise presionar, así que chao. 

Conocí al trader, a dos de los ingenieros, a uno de los chef, al motociclista y al patinador, y me detengo en este último porque es el motivo de esta crónica. 

Con el psicólogo y uno de los músicos mantengo una amistad cordial en línea. A pesar de querer conocerlos en persona aún no se ha dado la oportunidad. Sin embargo de vez en cuando les echo un mensaje o una llamada y platicamos de todo y nada. 

Comencemos con el Trader, para los que no sepan qué es, el ser “Trader” es una especie de inversionista, o eso es lo que ese sujeto me dio a entender, la cosa estuvo así, me envió un mensaje invitándome a beber en su casa, y mi sentido común se fue a bailar por otra parte, fui a verlo a las nueve de la noche, cerca del CERESO. Y sí, al final fue nefasto, él sólo quería tener sexo cuando dijo que no quería eso, sino una amistad. Se pasó de idiota y yo solo me dejé ir.

¿Teníamos cosas en común?  Sí, música, cómics, animación japonesa, gusto por el vino y la cerveza, no fuma. Al final cumplió su promesa de devolverme íntegra a casa. 

Pero bien, regresemos a los datos duros, sucede que dentro de los intereses más comunes entre los usuarios está ir a tomar café, viajar y series. Hubo un momento en donde se vinculó al algoritmo que usa Tinder con el Elo, el cual es el que se usa en torneos de Ajedrez, aunque según la compañía ellos buscan darle más difusión a aquellos usuarios activos para que no pierdan el tiempo. Pero realmente aún no se conoce “el secreto” de su éxito. ¿Curioso o sospechoso?

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Al segundo match que conocí fue a ingeniero en diseño industrial, vive en el mismo municipio que el de mi excentro laboral, pasó por mí, bebimos y fumamos como chacuacos, platicamos hasta el hartazgo, después nos movimos a un departamento sin luz y entre él y yo organizamos una fiesta, sólo nos besamos. Me regresé a casa. Hubo un momento en donde sentí esas ganas de que esa noche se transformara en más días, porque rápidamente conectamos y nos caímos bien y teníamos y tenemos mucho en común; pero todo cambió cuando conocí a patinador.

En este momento, me detengo y me pongo a pensar si es objetivo hablar de él. O sobre si debería contarlo de manera superficial. Lo cierto es que ahí comencé a cuestionarme acerca de lo orgánico que tiene conocer a alguien a través de una APP. 

Con Patinador, todo fue extrañamente fácil e intenso. Creo que las APPS no se equivocan del todo a la hora de ponerte ese amplio catálogo, él vivía a tres cuadras de mi extrabajo, ahí hay algo de geolocalización, además en mis intereses está patinar, y él trabaja en una tienda de patines y cuando miré sus fotos antes de decidir dar el like me llamó la atención una donde manejaba un auto. Cuando terminé con exnovio me juré a mí misma salir con alguien “divertido, con auto y joven”. Ja. 

Pero también entra el factor humano, resulta que yo no estoy hecha para las relaciones poliamorosas, no me gustan y no las puedo entender del todo, no me gusta ser suplente de algo o alguien, no soporto las comparaciones, y mucho menos el sentir que ando compitiendo por atención. 

Es por eso que decidí no seguir con la siguiente propuesta de patinador. Al final le pedí tiempo y espacio, creí que todo estaría mejor porque me estaba eligiendo a mí. 

¿Recuerdan que mencioné algo acerca de la geolocalización? Resulta que mi excompañera del extrabajo también utilizó Tinder, también hizo match con patinador y comenzaron a salir

Pero… ¿entre tantas personas, por qué alguien tan cercano? ¿casualidad, destino, algoritmos? Tal vez las personas no somos tan diferentes, tan únicas, tan específicas. 

Las veces anteriores, cuando abría esta App no duraba ni tres días, esta vez lo mantuve abierto dos semanas, pero solo lo usé una. Y lo cierto es que en esos días donde estuve menos activa los mensajes empezaron a escasear, decidí cerrarlo.

Cabe resaltar que también este tipo de aplicaciones te ayudan a conseguir clientes, estuve en busca de uno para ofrecerle mis servicios como creadora de contenido, sin embargo al final no se concretó en nada, en fin. Pensé si hubo un caso de éxito donde una chica se dedicó a vender marihuana y terminó en una relación seria con alguien que pensó ser su cliente, por qué rayos yo no podría ganar aunque sea dinero.

Y regreso al punto inicial, parece estar todo premeditado por algún hado informático, algún genio loco deshumanizado, se cumplió mi principal miedo, que mis sentimientos no fueran correspondidos y que todo lo que creí haber construido se había esfumado en cuestión de horas. Pero tal vez también tenga que ver el KPI (objetivo) de la APP, o sea «ligar». Porque también existen otras APPS más especializadas como Bumblee en la que de alguna manera te hace “valorar” un poco más este proceso de flirteo, pues las reglas aquí cambian y todo tiene un precio monetario. 

Hace unos días fui “rescatada” por motociclista, un joven de 35 con estabilidad económica, auto, dos motos y un montón de figuritas de Star Wars. Lo cual me pareció un patrón más respecto a los muchachos con los que he salido. No fuma, no bebe pero si disfruta del sexo sin compromiso y salir a pasear. Dato curioso, vive atrás de la casa de mis mejores amigos. Pero, amigo lector, sabemos que eso no es casualidad, de nuevo nuestra información se ve comprometida a ser utilizada para creer obtener lo que queremos. 

Ese fin de semana estuve con uno de los chef, con él tenía la intención de conocernos los primeros días de platicar, pero eso no se dio hasta el mes, y simplemente no hicimos match en la vida real. Ese día también se integró diseñador industrial y se cayeron muy bien. Ahí comprobé que lo que busco en realidad si tiene un patrón, a pesar de que sentía que no tenía nada, absolutamente nada que ver con chef. 

Seguramente yo también soy un factor en esa ecuación que dudo aprender porque las matemáticas no se me dan, y porque en realidad sigue siendo un “misterio” el funcionamiento de Tinder. 

En conclusión, no hay manuales para las citas perfectas, ni siquiera para los match y un qué hacer después cuando llevas más de tres días hablando seguido con esa persona y genera un serio interés en ti. Tal vez, debamos poner menos atención a quién uno le da like para ser una variante, un algo diferente. 

O ser sumamente preciso, no lo sé. 

Por el momento, solo me queda decir que la manera en cómo comenzamos a relacionar, conocer, buscar, encontrar personas es más inmediata pero eso no quiere decir que sea más fácil. En algún momento la charla se da por perdida, es como venderte, intentas mostrar las mejores cualidades de ti, mostrar tu valor agregado, porque a pesar de que te reinventes y busques alternativas para no caer en monotonías, en algún punto ya no hay más qué decir. Tal vez es ahí cuando uno elige cuál es el siguiente paso, seguir o abortar la misión.

En mi caso, abortar

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