El anuncio de Tom Homan, designado como el ‘zar de la frontera’ por Donald Trump, sobre la reintroducción de la detención de familias migrantes con niños en centros similares a los utilizados durante las olas migratorias, marca un preocupante retorno a una política que ha sido ampliamente criticada tanto en Estados Unidos como a nivel internacional. Esta medida no solo revive uno de los capítulos más polémicos del mandato anterior de Trump, sino que también representa un grave retroceso en el tratamiento humanitario de los migrantes.
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Durante la administración de Joe Biden, una de las primeras acciones fue el cierre de estos centros de detención, en un intento por distanciarse de las políticas inhumanas implementadas por el gobierno de Trump. Sin embargo, bajo el liderazgo de Homan, conocido por su papel en la infame política de separación de familias, el futuro gobierno de Trump parece decidido a reinstaurar estas prácticas bajo la premisa de un control migratorio más rígido.
Es alarmante que se plantee nuevamente la posibilidad de que niños nacidos en Estados Unidos, ciudadanos estadounidenses por derecho, sean sometidos a condiciones de detención junto a sus familias, en centros de internamiento que no tienen en cuenta su estatus legal ni su bienestar. A pesar de que Homan señala que será decisión de los padres si deportan a sus hijos con ellos o los dejan en Estados Unidos, esta «elección» es una trampa moral para familias ya vulnerables, obligadas a decidir entre la desintegración familiar o la deportación a países inseguros.
El enfoque de Homan y Trump en la detención masiva ignora deliberadamente los numerosos estudios que muestran que la detención migratoria, especialmente la de niños, tiene efectos devastadores en la salud física y mental de los menores. La propia experiencia de años anteriores, con familias migrantes encerradas en condiciones inadecuadas, expuso la incapacidad de estos centros para ofrecer un trato digno a los migrantes.
La construcción de nuevas instalaciones no es más que un síntoma del fracaso de una política migratoria que prioriza la represión sobre la compasión y la justicia. En lugar de invertir en soluciones humanitarias y sostenibles, el enfoque de Trump y Homan parece centrarse en alimentar la xenofobia y el miedo. La promesa de deportar a millones de migrantes indocumentados no aborda las raíces del fenómeno migratorio, sino que exacerba la crisis humanitaria en la frontera, sin ofrecer soluciones reales a largo plazo.
En un momento en el que el mundo enfrenta complejos desafíos migratorios, es crucial que Estados Unidos, como potencia global, promueva políticas que respeten los derechos humanos y busquen soluciones a través del diálogo y la cooperación internacional, en lugar de recurrir a la detención masiva y la separación familiar.
Foto: Redes
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