Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más poderosos de México, ha hecho una aparición destacada en la CPAC Argentina, alineando su discurso con el del presidente argentino Javier Milei. Con frases impactantes y provocadoras, como su reiterado “Viva la libertad, carajo!”, el magnate mexicano se presenta como un abanderado de la libertad económica y un feroz crítico de la izquierda. Sin embargo, mientras en Argentina lanza victorias por el recorte del gasto público y la disminución de la burocracia, la realidad de su situación financiera y empresarial en México no es tan triunfante.
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Salinas Pliego ha sido una figura influyente, conocido por su liderazgo en TV Azteca y Grupo Elektra. Su fortuna de más de 10 mil millones de dólares lo ha posicionado en el centro de los debates sobre el poder empresarial en México. Sin embargo, esta fortuna ha comenzado a tambalearse, con la reciente caída del 70% de las acciones de Elektra en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). La razón: el intento fallido de Salinas Pliego de retirar a la empresa de la bolsa, lo que ha causado una pérdida millonaria y ha dejado al empresario en una delicada situación financiera.
A pesar de ello, Salinas Pliego no escatima en críticas al Estado mexicano y latinoamericano, señalando un viraje al “autoritarismo de los 70”. Pero su retórica, que exalta la libertad como panacea y demoniza la intervención estatal, contrasta con su propio historial empresarial, marcado por una deuda multimillonaria con el Servicio de Administración Tributaria (SAT) de México, que asciende a más de 63 mil millones de pesos. Esta contradicción entre su discurso de libre mercado y su comportamiento frente al Estado levanta serias preguntas sobre la coherencia de su postura.
Su encuentro con Javier Milei, que también enfrenta enormes desafíos económicos en Argentina, se enmarca en un momento de caos financiero para Salinas Pliego. La exaltación de las políticas de ajuste de Milei y los elogios a la reducción de la burocracia parecen más una estrategia para desviar la atención de sus problemas financieros en México. El hecho de que sus empresas estén en crisis, mientras predica sobre libertad y prosperidad en otro país, resalta las inconsistencias entre su discurso y la realidad.
Además, su retórica beligerante contra la izquierda, a la que califica de «zurda de mierda», refleja una visión polarizadora y simplista de los complejos problemas que enfrentan las economías latinoamericanas.
Mientras Salinas Pliego continúa su cruzada por la «libertad», la realidad de su imperio empresarial sugiere que su propio enfoque capitalista enfrenta serios desafíos. Y aunque su discurso encuentra eco en líderes como Milei, ambos enfrentan el desafío de demostrar que sus ideas pueden ser algo más que retórica incendiaria en un contexto de crisis económica profunda.
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