[En esta ocasión comparto una breve crónica de mi entrada a la música poblana. Acúsome de sólo haber disfrutado sus frutos en antros y bares variopintos, y sólo en sus variantes de disk jockeys y algo que parecía techno.]
Hace más de un mes le hice una entrevista a Rocko Arroyo, un gran músico, de esos que sí les importa lo que digan sus letras y no nada más avientan rimas. En su momento me agradeció mucho la nota y yo le agradezco su paciencia para explicarme con calma sobre su trabajo y adentrarme a este mundo de la música poblana.
Hace como una semana, Rocko me hizo el gran honor de invitarme al estreno de “Hoguera”, el segundo videoclip del álbum Vivir, salir de Rocko y los más buscados, y me dio dos entradas, (hasta me hizo sentir como una periodista de a de veras, de esas que tienen pases backstage y toda la cosa). Le pedí a mi mejor amiga que me acompañar y así nos fue:
El viernes la cita era a las 7pm. Hui de mi trabajo a las 6pm y corrí por mi amiga, de su trabajo corrimos a mi casa y de mi casa al Centro, nos perdimos un rato y llegamos siete y algo al lugar. –¿Segura que es aquí?–, me pregunta mi amiga, la pobre no sabe ni a qué vamos, pero se engolosina la mirada con unas alitas al carbón que nos reciben en la entrada.
–Oiga, ¿aquí es el evento?
–Sí, sí, pásenle.
Entramos y vemos dos cuartos amplios con sillas acomodadas con un escenario de fondo. No ha llegado nadie, y me amiga me lo recrimina con la mirada… Pero la verdad es que últimamente llegar temprano para mí es toda una odisea. Nos sentamos en varios lugares, quesque para probar la acústica, pero en realidad buscando afianzar un buen lugarcito.
Terminamos casi al frente con una mesita bien monas, así a lo VIP. Pedimos unos pulques de mazapán y unas alitas (cosa curiosa el servir alitas en una cama de lechugas). Comienza a llegar más gente, no veo aún a Rocko.
Se nos acerca una chica para pedirnos las entradas, ve mi nombre y muy efusiva me dice –Ay, ¿quién de ustedes es Alexia?–, levanto mi manita, –Que bueno que pudiste venir–. Aiñ, ¿así se siente ser periodista importantiosa? Porque me gusta, jeje.
Más tarde me entero de que esa chica es Diana (o Dianala), mánager de Rocko; quien, además, según mi amiga, es la visión andante de una maestra que tenía en la primaria. Alta y agradable, de esas personas que sonríen con todo el cuerpo.
Esperamos un rato más, continuamos con el chisme entre pulque y pulque, y luego de un rato se acerca Rocko. (He de confesar que yo no conocía a Rocko en persona, algo que probablemente mi mamá me reprocharía pero que en estos tiempos de COVID se me hace medio-normal). Rocko es alto, tiene una barba cuidada, tupida como de mariachi de antaño, unos ojos contundentes y una voz agradable.
Nos damos un breve abrazo y se despide con un –Bienvenidas–. El resto de la noche lo veo saltar cual chapulín en comal, de arriba abajo, de un lado al otro, moviendo un cable por aquí, otro por acá, probando micrófonos, afinando guitarras; me encantan la idea de estas tocadas tan a lo punk setentero de do-it-yourself.
No es el clásico toquín donde los músicos están en la fiesta o en camerinos mientras el crewarregla todo: ellos son el crew, son los acomodadores, son los productores, son el show mismo. Me encanta poder presenciar eso, es como verlos en su hábitat natural.
Como a eso de las 8:30pm sube al escenario Dianala y presenta al primer artista invitado: Iván García, quien sube con una guitarra de una madera brillante y una boca en forma de triángulo (para los neofitos, como yo, el agujero al centro de la guitarra, donde el aire se convierte en música).
Iván tiene una voz aterciopelada y un humor de bar tender buena onda. Mentiría si les digo qué género tocó; para mí esto de las tocadas en vivo siempre estarán catalogadas en mi mente bajo el concepto de MTV Unplugged (la serie noventera en la que músicos tocaban con puros instrumentos acústicos; y si bien varias de estas tocadas incluyen otros instrumentos que no son de ese estilo, me recuerdan mucho a ese formato).
Volviendo a Iván: anoté un par de sus líricas que me llegaron hasta el fondo de mi introvertido cocoró: “mi apetito es antropófago” (curiosa y mágica elección: la antropofagia o el canibalismo humano, ha sido una práctica mal vista en el occidente, con altas implicaciones de poder; usarla en este romanticismo de poeta me parece una delicia).
“Anoche morí en los brazos de una dama que ha dejado su fantasma deambulando por aquí”. Uff y re contra uff. A esto sumemos las expresiones faciales y corporales de Iván, a quien la guitarra y el escenario en sí pareciera dotarlo de un super poder, una omnipresencia. Cae en bien su humor al decir que somos un público bien portadito, a comparación de las bestias alcohólicas para las que suele tocar.
Verlo tocar es como estar en presencia de maestro de las artes marciales: pura concentración y corporalidades poderosas. Se despide con su guitarra caprichosa y nos deja ansiosos de más.
Tras un breve intermedio, y un reacomodo de instrumentos, sube Dianala, acompañada de Esme Guillen y Fer Alanis. Se presentan como Jiradas. Se queda Dianala sola en el escenario, nos cuenta de una vez que en el cerro escribió una canción y nos la presenta tal como llegó a ella: es sólo su voz, acompañada de su cuerpo que se vuelve percusión y ritmo.
Su canción se titula “Espíritu animal”, habla de una noche en la montaña, un encuentro con la naturaleza. Dianala tiene una voz divina, es una bocanada de aire fresco y sin duda me atrevo a llamar esta primera canción como un happening artístico más que una muestra musical. Incluso podría decir que tiene un halo esotérico mientras la canta (eso o el pulque tiene toloache y me está convirtiendo en una groupie).
Termina Dianala y sube Esme Guillen; se disculpa por su repertorio romántico pero la verdad me sorprende cómo mi amiga se conecta con su lírica. Tiene una voz envidiable, de esas personas que no te las imaginas injuriando contra nadie teniendo ese ángel alojado en la garganta.
Wow. En serio. Wow. En algún punto se les une Fer Alanis, con su cabello azul y su cajón español. –¿Qué es eso en lo que está sentada, una especie de caja musical?– me dice mi amiga. –Es un cajón–, me mira con cara de “achis eso no lo conocía”.
Entre las tres siento el girl power fluyendo en mí. Me es grato ver un grupo conformado de puras mujeres, y no, no es algo hembrista ni mucho menos, pero en un mundo machista como el nuestro, sobre todo en al ámbito musical: sentir el girl power en las venitas nunca está demás.
Sus letras incluso me recuerdan a mis poemas de desamor, a mi propio sentimiento de desamor; es una sensación linda y agridulce. Veo que a mi amiga le pasa igual, la conozco y aún con el cubrebocas puedo ver que se aguanta las lagrimitas. El bello poder de una playlist.
Se despiden dándose abrazos entre ellas; puedo notar que para ellos esta tocada es un reencuentro con su público, un salir de las tinieblas pandémicas y me calienta el corazón ser parte de ello.
Tras otro intermedio, una ida al baño y un pulque derramado en los pies de mi amiga (que nunca falte el alcohol derramado); Dianala y Rocko hacen un llamado para proyectar el tan esperado videoclip.
Se incendia la Hoguera.
Tras una larga espera apagan las luces y comienza la proyección: la verdad es que no quiero dar muchos detalles del video porque arruinaría la sorpresa de estrenarlo este 23 de junio; peeeero sí puedo decir que el guion es increíble.
La historia figura como una narrativa ordinaria, que incluye violencia doméstica y desesperación, pero casi al final del video se devela el porqué de la locura y hasta lo enriquece con un discurso bien pensado en torno a la culpa y la violencia.
Valió la pena la espera: excelente guion, buenas tomas de cámara, buen cast y sobre todo una gran presentación para la canción “Hoguera”.
Varios en el lugar pedimos que se volviera a proyectar y lo admito, quiero verlo en loop hasta terminar de entenderlo todo.
Rocko sube al escenario y nos agradece a todos la compañía, se le nota nervioso y emocionado. Luego de la presentación Rocko y los más buscados suben al escenario y nos deleitan con varias rolas de Vivir, salir; me conmueve ver que varios entre el público se saben todas las letras a la perfección, yo misma descubro tarareando algunas canciones.
Rocko es como un niño en el parque estando arriba del escenario: se ve tranquilo, en su elemento, bajo ese estrés rico de cuando estás haciendo lo que te gusta. De nuevo, me alegra presenciar esto y ser parte de. Sin duda una grata bienvenida al mundo de la música poblana 😊
Estaré al pendiente del estreno en YouTube de «Hoguera» para compartirlo con ustedes 😃 Hasta aquí mi lado groupie del día.
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