«Para mí ya estás muerto y no quiero tener nada que ver contigo», esa fue la frase que Luis Saúl Morales Torres escuchó de su padre cuando decidió confesarle su orientación sexual, pero también fueron las palabras que lo impulsaron a luchar por el respeto a la comunidad LGBT+.
Hoy, a la edad de 33 años, Luis es un psicólogo especializado en acompañamiento adolescente sobre diversidad sexual, también es catedrático de la Universidad Iberoamericana de Puebla (Ibero), espacio en el que logró convertirse en la persona que necesitó durante su infancia, y más aún en la adolescencia.
Su interés por visibilizar a la comunidad LGBT+, tirar las barreras de la desinformación, decirle a todas las personas que «aún se encuentran en el clóset» que no están solas y acompañar a las que ya lo hicieron se encuentran entre los motivos que lo llevaron a participar en la Marcha del Orgullo Gay 2022, que se realizó en la ciudad de Puebla.
Luis recuerda que supo sobre su orientación sexual desde pequeño, y a pesar de las burlas que recibía en la primaria por parte de sus compañeros, al considerar que no actuaba como un hombre, le hicieron entender que el camino hacia la libertad y el respeto sería largo, y que el decirle a su familia al respecto en ese momento era imposible.
Tampoco olvida que durante sus años de preparatoria, entre los 15 y 17 años, se reunía escondidas con otros amigos homosexuales y lesbianas, que al igual que él, tenían que mentir para hacerlo. Su punto de encuentro era Plaza Dorada y una vez allí, se trasladaban al primer café LGBT en Puebla, llamado «La Mariposa» o en su defecto a «Ágora». Ambos se ubicaban cerca del centro comercial.
Durante su último año de secundaria y los primeros de la preparatoria, entre los 15 y 17 años, se reunía a escondidas con otros amigos gays y lesbianas. Se quedaban de ver en Plaza Dorada y acudían al primer café LGBT llamado «La Mariposa», y posteriormente a otro conocido como «Ágora» ubicada en las inmediaciones del centro comercial. Era un café en donde podías estar con tu pareja sin que te dijeran nada y había gente que educaba sobre sexualidad.
«Éramos estudiantes, teníamos que decirle a nuestros padres ‘voy a ir a Plaza Dorada’ para poder salir. Te puedo decir que uno puede intentar mantener esa doble vida, de ser abierto en la calle o con tus amigos y tener que ocultárselo a tu familia«, comentó el profesor.
Su historia empata con la de algunos asistentes de la marcha que comenzó al filo de las 16:00 horas en Parque Juárez, jóvenes que llegaron vestidos de colores neutrales y sin maquillaje, pero al sacar de sus mochilas un cambio de ropa y ser apoyados de sus amigos, terminaron cubiertos de arcoíris, lentejuelas, brillos y un momento de paz, al menos hasta que tuvieran que volver a su realidad.
El contingente, encabezado por agrupaciones como la organización Vida Plena Puebla (No Dejarse es Incluirse, AC) la Coalición Agnes, Grupo Transgénero Puebla, Lupito el Cerdito y algunos políticos de izquierda, partió al filo de las 16:00 horas con rumbo al Zócalo de la ciudad de Puebla.
Un mar de colores, ritmos y perseverancia
A 20 años de distancia de la primera marcha LGBT+ en Puebla, cerca de 6 mil personas, la mayoría miembros de la comunidad, se dieron cita en el Parque Juárez para caminar juntos, acercar a los más jóvenes y gritar a una sola voz que «esta lucha es por el respeto, porque la tolerancia no sirve».
La escena multicolor estuvo acompañada de música de cantantes como Lady Gaga, Taylor Swift, Harry Styles, Thalía y algunas canciones de reggaeton. Los bailes, los abrazos y sobre todo el sonido de las risas y los cantos podían oírse a varias calles de distancia, pues al estar en un ambiente de confianza, el perder la pose suele desatar ese tipo de reacciones.
El cabello de Luis va a juego con el motivo de la marcha, además, los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado enmarcan su sonrisa, una que carece de temores o vergüenza, y, por el contrario, contagia esperanza para quienes siguen sin poder decir quiénes son en realidad.
A lo lejos, los vehículos en los que viajaban los representantes de la marcha, algunos participantes del programa «La Más Draga» y el elenco de Drag Queens de «Garoto’s Club Dance» comenzaron a enfilarse para salir; esa fue la señal para que todos comenzaran a formarse para comenzar a avanzar, formando un mar arcoíris de más de tres calles de profundidad.
Luis agita su bandera, canta, salta y abraza a todas las personas que se acercan a él en busca de una fotografía o una palabra de aliento, caminando entre las olas formadas por todos aquellos que entre pancartas como «el amor es amor y es muy grande para dejarlo en el closet», «no te cuesta nada respetar» y «no límites mi libertad por no entender mi realidad» avanzaron sin contratiempos hasta el punto acordado.
No obstante, el paisaje exterior era distinto. Los rostros desencajados de los testigos, sus miradas penetrantes, sus muecas y señas de desagrado, así como sus comentarios hirientes, les dieron la razón a los manifestantes y una razón más para seguir saliendo, para ser perseverantes e intentarlo una vez más.
«Estamos marchando por ti»
Aunque su padre jamás descubrió sus preferencias sexuales, Luis sabía que su madre si lo había hecho, ya que los intentos por involucrarlo en actividades que lo hiciera «más masculino», como clubs de fútbol, lo eran constantes.
Además, su miedo a alzar la voz se reforzó con el papel que le tocó jugar dentro de su núcleo familiar, pues al ser el primer nieto hombre, tener dos hermanas mayores, y llevar el nombre de su abuelo, ponían sobre él, expectativas demasiado altas, unas que sabía que no podría cumplir.
Para el profesor, el momento decisivo para hablar con sus padres fue tras un conflicto familiar, uno que le hizo ver que todos tenían cosas que ocultar y a veces era mejor dejarlas salir, por el bien de todos.
«Lo que detonó el hablar del tema en casa fue una crisis familiar, en dónde se destapó un caso de abuso, me di cuenta de que todos estaban fingiendo y como el psicólogo de la familia me decidí a quitarnos las máscaras. Pero mi papá me dijo ‘tú para mí ya estás muerto, yo no quiero tener nada que ver contigo’, y eso me dolió», rememoró Luis.
Añadió que para ese momento, durante el 2018, él ya vivía solo, así que no fue difícil guardar un poco de distancia con ellos tras su confesión; no obstante, su padre lo buscó días después para pedirle perdón y apoyarlo sin mirar atrás.
«A las personas que no han salido del closet, o a quienes están luchando contra la discriminación, quiero decirles que en la visibilidad hay muchas más amigas y amigas. No te preocupes si todavía no es el momento, todas las personas sabemos cuándo y al menos a mí siempre me tendrás y nos tendrás a todos los que estamos marchando hoy por ti. Tal vez ahora puede costar un poco, pero eso es parte de la lucha, se podrá«, concluyó.
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Fotos: Agencia Enfoque y Andrea Vicente
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