Las diversas acepciones del término “terrorismo”, convergen en que el uso de la violencia es justificado por sus ejecutores, en función de la consecución de un fin político y/o ideológico. Es decir, el acto de causar pánico entre la sociedad, impulsado por daños severos; incluyendo homicidios múltiples, tiene en su esencia una convicción religiosa; política y/o ideológica, que impulsa y fundamenta la barbarie cometida.
El individuo criminal antepone su libertad, e incluso su vida misma, ante un fin colectivo. Crear un aura de terror a través de su mensaje. Mensaje leído en el sentido de que la materialización del ideal, es meritorio incluso, de morir en la búsqueda de su consecución. El suicidio –ya sea físico o en la pérdida de su libertad- se tributa a la deidad. Se entrega en forma de sacrificio para la alteración del orden; alteración que termina beneficiando en la creación de un clima para sembrar el nuevo ideal.
Retomando lo expuesto semanas atrás por los congresistas republicanos intervencionistas Lindsey Graham y John Neely Kennedy, quienes han insistido en que los Cárteles de droga que se desempeñan en nuestro país sean tipificados como grupos terroristas; y así legitimar una intervención en México para su supuesto combate, podría tener una justificación válida.
Los cárteles que producen y comercializan droga no lo hacen en términos de un ideario religioso y/o político. Lo hacen exclusivamente como una forma de lucro que deja grandes dividendos tanto en México como en los Estados Unidos de Norte América. El fin de distribuir droga no es en sí mismo causar la muerte del consumidor, por alguna afrenta ideológica, la muerte es un daño colateral de la millonaria transacción económica.
Su única finalidad es la obtención de dinero. De la mayor cantidad de dinero posible.
Resulta intrascendente para las organizaciones críminales la vía para la obtención de dinero. No importa que en el tránsito de su consecución sean desbordados ríos de sangre. Que el tejido social sea cortado cual reces. Que el pánico aderece la incertidumbre del individuo en su traslado de un lugar a otro, sin saber si se llegará al destino, o si se regresará con vida a casa.
Es entonces ahí donde cabría la posibilidad de categorizar a los grupos criminales y denominarlos como terroristas. Poniendo como su base ideológica al dinero. Dotándole de elementos cual deidad al dólar; a la riqueza. Siendo entonces su Dios el dinero, y en consecución de obtenerlo, mediante ideología, motivar el terror entre la sociedad.
En ese hipotético acertarían los congresistas republicanos. Tendrían que ser nombrados inmediatamente los cárteles como organizaciones terroristas. La CIA debería intervenir en México, cual “Super Man” o “Spider Man”; para salvarnos de nosotros mismos. Como lo han hecho en Medio Oriente y otras latitudes.
En ese momento tendrían que nombrarse terroristas también a ellos mismos. Son los Estados Unidos de Norte América los impulsores del terrorismo del dólar; de la deidad del dinero. El Modelo Neoliberal no es únicamente un modelo económico; es ante todo una ideología, un modelo y una aspiración de vida.
Es la promoción de la deshumanización; del sentido de valor según las posesiones materiales de las que cada uno es dueño. Es la diferenciación entre turista e inmigrante, acorde a la capacidad económica. El racismo que no discrimina según el tono de piel o la etnia de pertenencia, sino, discrimina en función de lo almacenado en una cuenta bancaria.
Tendría que tipificarse en ese mismo momento a toda la industria del cine en Hollywood por promover ese tipo de terrorismo, y abonar a la cultura de la aspiración deshumanizante. Aunado a los grandes ideólogos del terrorismo, que despachan desde sus cómodas oficinas en Silicon Valley. Al igual que las Universidades del terror, que en su programa académico fomentan la competencia y no la construcción en comunidad.
Aproximándonos a la conmemoración presente: Que lance la primera piedra el que esté libre de culpas.
Los impulsores del terrorismo, señalando nuevos terroristas.
Arrojando no piedras, sino granadas.
God Bless America.
¿Y a México? ¿Quién lo bendice? ¿Quién lo salva?
Recuerda suscribirte a nuestro boletín