La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha colocado al país en una nueva posición global al defender con convicción un proyecto socialista que promueve la redistribución del poder y la soberanía nacional. A través de una política exterior independiente, desafía la injerencia de las grandes potencias y busca la autodeterminación de Honduras.
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En un mundo donde los grandes acuerdos entre naciones siguen siendo dictados por los intereses del capital y las grandes potencias, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, lucha por dar a su país un nuevo lugar en el orden mundial.
La lógica de capital en el derecho internacional, como lo describe B.S. Chimni en su análisis crítico de la materia, no es una simple coincidencia de normas jurídicas, sino un sistema estructurado para proteger y expandir los intereses de los actores hegemónicos. En tal sentido, el orden mundial contemporáneo no es neutral ni inclusivo, sino más bien una extensión del imperialismo que beneficia a las grandes economías capitalistas a expensas de países como Honduras.
Son ciertos los estrechos márgenes de acción que existen para un país en la periferia. Sin embargo, en lugar de alinearse con los intereses de los centros de poder tradicionales de la política exterior, la Presidenta Castro basada en sus convicciones democráticas por un proyecto político popular socialista, ha optado por una diplomacia más independiente y crítica frente a las injerencias de los actores públicos y privados dominantes.
Su acercamiento a países como China, en busca de diversificar las alianzas estratégicas de Honduras, es una clara señal de resistencia a las presiones que buscan mantener al país dentro de una única órbita de influencia occidental. La lucha por recuperar la soberanía sobre jurisdicciones privatizadas regidas por empresas estadounidenses forma parte de un combate contra el legado colonial y en favor de la autodeterminación. Asimismo, la denuncia de mecanismos como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), cuyo enfoque sesgado y selectivo favorece a los grandes inversionistas extranjeros en detrimento del interés público hondureño, subraya la defensa de la soberanía nacional.
Castro también ha adoptado una posición de liderazgo en América Latina, una región que históricamente ha sido objeto de intervenciones imperialistas. Su retórica sobre la justicia social, la soberanía y la igualdad en las relaciones internacionales no ha sido simplemente una cuestión de política interna, sino una declaración de intenciones en un escenario global. Es desde ahí que se ha atrevido a posicionar una voz en condena al genocidio en Gaza, al mercado de la guerra y a una verdadera paz respetuosa de la autodeterminación de los pueblos.
El cambio de rumbo en la política exterior no solo es simbólico, sino también funcional, a partir del cual se busca redefinir las relaciones de poder que históricamente han colocado a Honduras en una posición subordinada en el esquema actual del orden mundial. Un esquema diseñado para asegurar el flujo de capital hacia el Norte Global, garantizando la explotación de recursos y mano de obra en el Sur Global, mientras que los países periféricos, como Honduras, quedan atrapados en una trampa de dependencia económica y política.
Para los pueblos dependientes, la soberanía se convierte en una ilusión. Bajo administraciones anteriores, Honduras ha sido víctima de este proceso, desempeñando un rol pasivo en el sistema internacional, sometida a las decisiones de las potencias económicas. Negociaciones entreguistas con las instituciones financieras internacionales, desbalanceados tratados de libre comercio, cesión a las intervenciones políticas, y silencio en los foros multilaterales dirigidos a discutir el futuro de la humanidad, han sido todos mecanismos a través de los cuales el país ha visto su soberanía erosionada en favor de intereses externos.
La llegada de Xiomara Castro al poder, sin duda, marcó un punto de inflexión. Pero, como sugiere Chimni, cualquier intento real de emancipación en el sistema internacional requiere desafiar los fundamentos sobre los que se construye la opresión. A pocos días de iniciar el mes de conmemoración de la independencia de Centroamerica, Castro tomó una de las decisiones más polémicas de su administración. Más allá del espectáculo mediático y la especulación, es innegable, que la denuncia del tratado de extradición con Estados Unidos, instruida por la Presidenta, representó un rechazo estructural a la instrumentalización de figuras jurídicas por parte de terceros para coercionar e intervenir en los asuntos internos de Honduras.
Una mayor autonomía es un desafío directo al orden internacional basado en la lógica del capital. Este desafío, aunque audaz, no está exento de riesgos. Los países que se atreven a desmarcarse de la lógica dominante suelen enfrentarse a represalias económicas y diplomáticas, y frecuentemente a una oposición nacional impulsada por el Norte Global, como han experimentado otras naciones que han intentado desafiar el status quo.
Los hitos de la política exterior de Xiomara Castro han colocado en el mapa a Honduras en una nueva posición de soberanía y dignidad en el escenario global. Aunque el camino hacia esta emancipación no estará exento de obstáculos, su lucha por un orden internacional de redistribución es un llamado a la resistencia contra un sistema que ha favorecido al capital a expensas de la humanidad. Eso, quedará en la historia.
Andrea Nuila Herrmannsdorfer es una jurista internacional.
Autor/a: Andrea Nuila Herrmannsdorfer
Foto: Secretaria de Prensa de Honduras
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