Muchas dudas hay sobre lo que pasa en Islandia, donde las multitudes, a diferencia de lo que pasó en Grecia, Irlanda y se viene venir en Portugal, obligaron a dimitir a un gobierno, votaron para no pagar las cuotas impuestas por el FMI y constituyeron una asamblea popular encargada de redactar una nueva constitución. Una lección para los habitantes de la vieja Europa, que entre el 2008 y el 2010 se han puesto con 5 mil euros por cabeza para rescatar a los bancos. Nada que ver con Islandia, donde ya se han dado órdenes de captura a 9 banqueros causantes de la crisis económica.
Un pequeño país de 313 mil habitantes, considerado el sexto más rico de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), está dando lecciones al mundo en democracia y en mecanismos para salir de la crisis económica. Un país donde más de la mitad de la población cree en elfos y han entregado al mundo talentos musicales como Björk o Sigur Rós.
Todo partió el 2008 cuando la crisis económica mundial hizo que su moneda, el krona, se desplomara, se suspendieran las transacciones de la bolsa de comercio tras hundirse un 76% y el país se declarara en bancarrota. Pese a los intentos del Gobierno por parar la crisis, la moneda islandesa se depreció un 35% con respecto al euro en pocos meses, la inflación se disparó hasta el 14% y los tipos de interés alcanzaron el 15,5%.
Era el fin del sueño neoliberal islandés, que promovía a dicho país cercano al Ártico como un modelo a seguir.
El PAÍS MÁS RICO DE EUROPA
Islandia tiene el orgullo de tener la democracia más antigua del mundo, ya que sus habitantes eligen a las autoridades desde el año 930. Si a principios del siglo XX era el país más pobre de Europa, las medidas neoliberales de los años ’80 que privatizaron la pesca, bajaron los impuestos a la riqueza, privatizaron áreas claves de la economía y desregularon cuanto pudieron, los dejaron en pocos años como un ejemplo para Milton Friedman, que visitó varias veces Reykiavik, la capital del país.
La receta funcionó durante las siguientes décadas, teniendo una renta per cápita de las más altas del mundo, una cesantía del 1% e inversiones fuertes en energía verde, plantas de aluminio y tecnología. Con el nuevo siglo el Estado privatizó la banca y los banqueros aprovechando la desregulación total a su actividad, se lanzaron a conquistar mercados dentro y fuera del país. Era tal la fiesta neoliberal que los bancos llegaron a mostrar rentabilidades que multiplicaron por 12 el PIB del país.
El carrete terminó el 2008 cuando Lehman Brothers colapsó y como castillos de naipe el sistema bancario mundial se desmoronaba. La inflación perdió el control, la moneda se vino al suelo, la cesantía llegó a un 7% (considerado algo escandaloso por los islandeses, a diferencia de Chile que a la misma cifra le llaman ‘pleno empleo’ los economistas), el PIB cayó hasta un 15%, y los bancos perdieron unos 100 mil millones de dólares.
LA CAÍDA
El gobierno del primer ministro, el conservador Geir H. Haarde no tuvo otra que nacionalizar los tres bancos principales –Landsbanki, Kaupthing y Glitnir, que estaban virtualmente quebrados. Sus activos se habían disparado a 209 mil millones de dólares, cifra que equivale a 11 veces el PIB del país.
Con la nacionalización del Landsbanki, el gobierno británico congela los activos de su subsidiaria IceSave, que tenía 300 mil clientes en dicho país y 910 millones de euros invertidos por instituciones públicas. Otro gran número de clientes están en Holanda. Tanto Gran Bretaña como el país bajo desembolsaron 3.700 millones de euros de dinero público para devolverlos a sus compatriotas titulares de las cuentas de los bancos islandeses. Incluso el gobierno inglés aplicó un artículo de la legislación antiterrorista para congelar las cuentas en Londres de dichos bancos.
Claro que dichos países cobraron la cuenta al gobierno islandés: 4.000 millones de euros, un tercio del PIB de Islandia. El gobierno no tuvo otra que pedir la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), que aprueba un préstamo de 2.100 millones de dólares, también consigue otros 2.500 millones de parte de algunos países nórdicos.
Haarde se comprometió a pagar la deuda y gravó los sueldos de los islandeses en 15 años con un 5,5% de interés. Fue la mecha que terminó por hacer estallar todo.
Un 93% de los islandeses se negó a pagar por los errores cometidos por los bancos privados. Haber aceptado el acuerdo hecho por el gobierno de derecha les significaba a los ciudadanos entregar cada uno 100 euros al mes durante ocho años.
Menos iban a aceptar cuando se enteraban de que los banqueros tenían varias conexiones con los políticos locales. Juntos llevaron el país a la ruina. Trascendió que 10 de los 63 parlamentarios islandeses recibieron de los bancos préstamos personales por un valor de casi 10 millones de euros por cabeza. Entre ellos estaban los dos líderes del partido que ha gobernado casi ininterrumpidamente desde 1944 el país.
Los que la vieron color ceniza fueron los ahorristas islandeses, que perdieron buena parte de su dinero. Pero, a diferencia de Chile, el islandés salió a las calles y la policía ocupó gases lacrimógenos por primera vez desde 1949, Haarde recibía andanadas de huevos cuando llegaba al edificio gubernamental y los banqueros eran increpados por sus conciudadanos en las cafeterías o supermercados.
El 23 de enero de 2009 se convocan elecciones anticipadas y a los pocos días, las manifestaciones diarias frente al Parlamento de Reykiavik derrumbaron al gobierno conservador.
SALIENDO DE LA CRISIS
En abril del 2009 los islandeses eligieron un gobierno integrado por la Alianza Social-demócrata y el Movimiento de Izquierda Verde, encabezado por Jóhanna Sigurðardóttir. Un dato anecdótico es que ella es la primera mandataria asumida lésbica del mundo.
Una respuesta a la negativa de los islandeses a pagar la deuda de los bancos la dio el FMI, que congeló las ayudas económicas al país.
La crisis dio con el suelo con la clase política de Islandia y los habitantes de la isla se lanzaron incluso a generar una nueva constitución. Para esto se llamó a elecciones en las que se presentaron 522 candidatos, entre los cuales los islandeses eligieron a 25 para integrar una Asamblea Constitucional que comenzó a trabajar en febrero de 2011. Esta debe presentar un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas a celebrar a lo largo del país.
Si bien hace poco el Tribunal Supremo decretó nulos tales comicios por problemas en las papeletas de votantes y el que no se usaran urnas, en ellos participó más de un tercio de la población islandesa.
El gobierno de Siguroardottir intenta cumplir con las normas dictadas por el FMI y volver a acercarse a Europa. Ya se efectuó una nueva propuesta de pago de la deuda que propuso un 3% de interés a pagar en 37 años. Esta salida será votada el próximo 9 de abril por los islandeses.
También el proceso no ha estado exento de altos y bajos. En la última elección a la alcaldía de Reykjavík, el 2010, ganó con un 34,7% de los votos el humorista Jón Gnarr del Besti flokkurinn (El mejor partido), coalición formada a fines del 2009 que ha satirizado los partidos políticos tradicionales. Sus promesas electorales eran conseguir que el zoológico de la ciudad tuviese un oso polar, repartir toallas gratis en las piscinas públicas o construir cerca del aeropuerto un parque de atracciones de Disney. Si bien prometió en su campaña no subir los impuestos ni recortar subsidios públicos, cumplió una promesa que también hizo, pero en letra chica: No respetar nada de lo que hubiese prometido durante la campaña.
SE BUSCAN BANQUEROS
En paralelo a la constituyente, el gobierno inició una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Se han enviado órdenes de detención a Interpol contra varios banqueros y altos ejecutivos, como el ex-Presidente del Kaupthing, Sigurdur Einarsson.
El pastelito se había mudado a una mansión en Chelsea, uno de los barrios más exclusivos de Londres, la que compró en 12 millones de euros. Otros banqueros acusados son Jón Ásgeir Jóhannesson, Geir Haarde, David Oddsson y Björgólfur Thor Björgólfsson.
A fines de febrero fueron detenidas otras ocho personas en Londres y en Reykiavik por su responsabilidad en el colapso financiero de la isla. Claro que hay quienes dudan que por primera vez en la historia de las crisis económicas mundiales los banqueros terminen tomando el sol a cuadritos. “Muy pocos banqueros van a ir a la prisión, si es que va alguno: ¿qué ley vulnera la excesiva toma de riesgos?» -comentó al diario español El País, Hannes Guissurasson, asesor del gobierno dimitido y conocido por su férrea defensa de las viejas tesis neoliberales.
LAS LECCIONES PARA EL MUNDO
“Islandia hizo lo correcto asegurando que su sistema de pagos continuará funcionando mientras que los acreedores, no el contribuyente, asumió las pérdidas de los bancos” -opina el premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia, Joseph Stiglitz.
Por su parte, la eurodiputada y ex magistrada francesa Eva Joly, quien dirige una investigación sobre las responsabilidad de la banca en la crisis económica, considera que la experiencia de Islandia muestra cómo en un país «que se consideraba a sí mismo un milagro neoliberal, y donde se había perdido gradualmente todo interés por la política, ahora la gente quiere tener su destino en sus propias manos».
Las cifras, a diferencia de lo que ocurre en Grecia e Irlanda, donde se aplicaron salidas neoliberales a la crisis, son auspiciosas: Los bancos intervenidos registraban beneficios de 309 millones de dólares a septiembre del 2010; se controló la inflación en un 1,8% y los CDS (seguros contra el impago de la deuda soberana) han caído un 80%.
La conclusión es simple. A juicio de la analista Yolanda Rojas Urbina, “ese pequeño país ha puesto en evidencia en la Europa claudicante y decimonónica que se puede gobernar haciendo caso omiso de las recetas del FMI y que el ejercicio democrático se basa en algo más que obedecer las órdenes de aquellos que se empeñan en socializar las pérdidas con recortes sociales y precarización de las condiciones laborales e individualizar las ganancias”.
Por Nicolás Loonis – Mauricio Becerra R.
El Ciudadano
+ INFO: Islandia enjaula a sus banqueros, reportaje de El País.
La Revolución Silenciada
Video de las protestas en Reykiavik