En vísperas del 16 aniversario del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), los cinco caracoles fueron cerrados al público. Así, una manta colocada en Oventic, en la región de los Altos, advertía hoy que no se recibirá a visitantes, nacionales o internacionales, hasta después del 2 de enero. En Morelia, un letrero similar anunciaba que las autoridades zapatistas se fueron de «vacaciones».
En tanto, y con el aniversario zapatista como referente, la noche del 30 de diciembre dio inicio en esta ciudad el Seminario internacional de análisis y reflexión.
Durante la primera sesión, Gustavo Esteva expuso: “son instantes de peligro. Como bien nos decía Andrés Aubry: estamos en un ‘peligroso momento de oscilación’, que resulta trágico porque se ha quebrado o desestabilizado algo que era esencial para que funcionara el sistema”.
Siguiendo el hilo del interminable colapso neoliberal, las recientes revueltas del mundo (de Seattle a Grecia) y la represión cada vez más brutal, el estudioso de Unitierra-Oaxaca añadió:
«Es la hora de los miserables, de los oprimidos. Quienes han sido siempre excluidos de la política, aunque estén presentes en los discursos de los políticos, reivindican hoy otra política, que los convierte en protagonistas centrales de la vida social.»
Ahora bien, ¿cuándo «ganan» los movimientos de resistencia? Para éstos, ganar «es detener lo que no quieren» (dicen no a McDonald’s, una presa, una carretera, una política, un gobernante, un régimen), mas no adoptan un sí común, como los políticos y los partidos. Aun así, destacó Esteva, cada vez hay más luchas que construyen una alternativa, un sí, y la llevan adelante.
«A pesar del cerco militar y la agresión paramilitar, bajo continuo acoso de todos los niveles del mal gobierno, y el hostigamiento o la indiferencia de las clases políticas de todo el espectro ideológico, están ganando los zapatistas en su territorio recuperado, en el cual han creado un régimen diferente de vida y de gobierno», afirmó.
Se refirió a los aymaras y quechuas «que en forma silenciosa y pacífica ocuparon un millón de hectáreas en Perú y producen ahora, con sus prácticas tradicionales, 40 por ciento de los alimentos del país, con rendimientos mucho mayores que la agricultura comercial». También están «ganando» un millón de familias del Movimiento Sin Tierra de Brasil, asentadas «en lo que hasta hace poco estaba en manos de latifundistas».
Esteva insistió en que «el peligro es real, se ha destruido el estado de derecho y están en abierta descomposición moral las clases políticas y sus aliados». Y hace tiempo «conocemos los rasgos criminales en nuestros gobernantes».
El historiador francés Jérome Baschet ofreció una lectura sincrónica de la palabra y la práctica del EZLN, y sostuvo que «la autonomía zapatista demuestra que es posible construir un futuro». Pero, «¿qué sigue para las comunidades, y qué sigue después del capitalismo?»
Baschet es además editor del libro Planeta tierra, movimientos antisistémicos, cuya presentación originó este Seminario internacional, en la estela del Primer coloquio internacional en memoria de Andrés Aubry (2007). El presentador de la sesión, Javier Matas, subrayó que el seminario «es la continuación» de esas reflexiones.
A la antropóloga y activista Mercedes Olivera, quien abrió la conferencia colectiva celebrada hoy, tal reflexión continuada le permitió un diálogo personal con el nombre de su amigo distante Andrés Aubry, y recuperó los tiempos cuando lo recibió a su llegada a Chiapas, hace tres décadas.
Expresó con sinceridad las diferencias que tuvieron, asumiendo su propia «ortodoxia» militante de entonces. Olivera se habría de rencontrar con Aubry «bajo la convocatoria del EZLN a partir de su levantamiento».
La antropóloga describió su «viaje intelectual» desde el feminismo y el izquierdismo ortodoxo a lo que fue aprendiendo de las mujeres zapatistas. Y confió: «El desencanto debe aprender a ser encanto».
Por Hermann Bellinghausen
Fuente: La Jornada