El jueves reciente cerca de 10 mil secundarios en Santiago y otros miles en ciudades como Concepción y Valparaíso, le recordaron al gobierno que volvió marzo y las demandas de siete meses de movilizaciones el año pasado siguen en pie. De los estudiantes y su capacidad de articulación en una sociedad atomizada por el individualismo depende que el 2011 sea sólo un espasmo para una institucionalidad cerrada o el principio de una nueva hegemonía ciudadana.
Cuando finalizaba el 2011 una bandera negra se guardó luego de estar en más de 5 mil manos en diversas ciudades y pueblos de Chile. En letras blancas decía Educación Gratuita Ahora y fue la iniciativa de estudiantes de Teatro de la Universidad de Chile que idearon correr 1.800 horas alrededor del Palacio de la Moneda, cifra que se necesitaba para resolver la crisis de la educación superior.
Los estudiantes calcularon que en 75 días cumplirían el cometido y cifraron las esperanzas de que el gobierno resolvería antes las demandas de los estudiantes por una educación pública gratuita y de calidad. Pasó el invierno, medio millón de personas salieron a protestar a lo largo del país, otros miles salieron a golpear sus cacerolas, murió un joven por un disparo por la policía, luego la primavera, la meta se cumplió, la bandera se trasladó a Valparaíso para repetir la gesta alrededor del Congreso, luego anduvo por el sur y el norte y el gobierno siguió inflexible en su postura de no ceder en nada y apostar por el desgaste del movimiento estudiantil.
El 15 de marzo cerca de 10 mil estudiantes en Santiago y unos 3 mil en Valparaíso participaron de la primera marcha de los estudiantes de la temporada 2012. La convocatoria decía que el objetivo es el mismo del año pasado: “terminar con un sistema excluyente y centrado en el lucro y avanzar hacia un modelo digno, gratuito y de calidad”. La respuesta del gobierno fue no autorizar la marcha porque estaba “fuera de plazo” su petición, acordonar Plaza Italia con policía con la expresa orden de que los estudiantes no pusieran un pie ni en Alameda ni en las calles aledañas al Parque Bustamante.
La asonada del 2011 remeció la aletargada sociedad chilena y los estudiantes posicionaron el tema de la Educación como el tema prioritario. Un plebiscito y varias encuestas ratificaron que dicha demanda tiene un 90% de respaldo ciudadano.
El estallido fue una sorpresa para las coaliciones políticas y los medios masivos que fueron incapaces de pronosticar tanto descontento y dormían plácidos en la institucionalidad instaurada por Pinochet, mantenida por la Concertación y aplaudida por los medios. El sociólogo Alberto Mayol, destaca que “la fuerza de la politización del 2011 desarticuló por completo las coaliciones políticas, las que en la democracia chilena post-Pinochet mantuvieron el control del poder despolitizando a la sociedad. Ellas se sienten incómodas en procesos de deliberación y por eso celebran la ausencia de debate y la importancia de los acuerdos”.
Dicha clase política, cerrada ante las demandas de diversos actores desde mediados de los ’90, aún explica como espontáneo el movimiento social en curso y niega una tradición de luchas dispersa, solidaria e ignorada por el poder.
PROFUNDAS RAÍCES
El tsunami estudiantil del 2011 hunde sus raíces más de una década atrás. Un hito fue el año 1997, cuando Rodrigo Rocco en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), logra articular una gran movilización universitaria a nivel nacional en demanda de financiamiento, arancel diferenciado y democratización. Si bien la protesta fue desactivada desde la Moneda a través de las federaciones estudiantiles representadas por militantes de partidos concertacionistas, por abajo los estudiantes de la Universidad de Chile avanzaron en claustros internos y elecciones de consejos de facultad, lo que cristaliza en nuevos estatutos el 2005.
Sus hermanos menores, los secundarios, salieron el 2001 a protestar en el llamado ‘Mochilazo’, pelea que se centró en el pase escolar administrado por los microbuseros. La demanda era que volviera a manos del Estado y la TNI es hoy un logro de dicha revuelta.
El 2005 vuelve a enfrentar a los estudiantes con la Concertación, empeñada en perfeccionar el modelo educativo diseñado por Pinochet a través del Crédito con Aval del Estado (CAE), propuesta del ministro de Educación de Ricardo Lagos, Sergio Bitar. Se apostó por financiar el vertiginoso crecimiento de la matrícula universitaria a través del endeudamiento con bancos privados, cosa que chocó con la resistencia de los universitarios de centros de estudios tradicionales y se aprovechó de la ignorancia y falta de organización de los estudiantes de universidades privadas.
La batalla terminó con la mantención del Fondo Solidario dado por el Estado a las universidades tradicionales y el CAE con un interés de más de 6% a alumnos de privadas, CFT e IP.
Al año siguiente, los secundarios deslumbraron al recién estrenado gobierno de Bachelet exigiendo el fin de la LOCE (Ley Orgánico Constitucional de Enseñanza) dejada por Pinochet. La llamada Revolución Pingüína terminó entrampada en las acostumbradas mesas de diálogo de la era concertacionista y un proyecto de ley, la LGE (Ley General de Educación) aprobada a espaldas de los estudiantes y con gran liturgia entre el oficialismo y la derecha.
LOS ‘AVANCES’ DEL GOBIERNO
Cuando los estudiantes salgan este 15 de marzo de nuevo a las calles, las declaraciones del gobierno redundarán en que no hay motivos para protestar. Exhibirán que el problema educativo será resuelto con la implementación de la Superintendencia de la Educación Superior; que ahora se transparenta el lucro haciendo que las transacciones entre sociedades relacionadas con los dueños de las universidades se realicen a “precio de mercado”; la rebaja del CAE del 5,5% a 2% de interés para los estudiantes, pagando el Estado la diferencia; y ampliar como prestamistas a Cajas de Compensación y Compañías de Seguros el negocio que hasta ahora era de los bancos.
En resumen se traen más gatos a la carnicería, se blanquea el negocio y se porfía en financiar la educación superior a través del endeudamiento de las familias y la diferencia la paga el Estado. Nada se oye del fin del lucro o de la revisión de los aranceles. Siguen, eso sí, ganando los bancos y las instituciones de ESUP.
A juicio del presidente de la Fech, Gabriel Boric, “se consolida el endeudamiento como método de financiamiento de la educación superior y el subsidio del Estado a la banca privada. Porque no es que realmente pase de 6 a 2 por ciento, sino que esa diferencia la cubre el Estado con platas de todos los chilenos”.
EL IDEÓLOGO FRENTE A LOS HIJOS DEL MODELO
La movilización del 2011 dejó tan herida a la derecha que cuando el ministro Bulnes tiró la cartera de Educación, a Piñera no le quedó otra que nombrar al ideólogo del modelo neoliberal Harald Beyer. Ningún político quiso arriesgar su capital en un ministerio tan convulsionado.
El nombramiento pone en el ring al epítome del modelo educativo neoliberal frente a los hijos de dicho modelo que exigen más Estado. Beyer es un intelectual que se ha cuidado de no figurar en directorios de empresas educativas tal como lo hacían todos sus pares ideológicos y presentado como ‘técnico’ por los medios conservadores. Su trabajo como investigador fue bajo el alero de la familia Matte, dueña del Centro de Estudios Públicos (CEP), donde llegó a ser subdirector. También defendió las posiciones ideológicas mercantiles en el Consejo Asesor Presidencial de la Educación convocada por la presidenta Bachelet el 2006 para salir de la Rebelión Pingüína, y luego en las comisiones para la Reforma Previsional y de Trabajo y Equidad.
Su desempeño lo convirtió en el coordinador del área Educación de los grupos Tantauco, formados por Piñera para producir un programa de gobierno. O sea, los estudiantes tienen ante sí no a un ministro fusible, como lo era Bulnes, ni a un político con aspiraciones presidenciales, el caso de Lavín, sino que a uno de los ideólogos duros del modelo.
Nada se sabe de la capacidad negociadora de Beyer debido a su inexperiencia política. Pese a que cultiva las buenas maneras y el diálogo, el gobierno de Piñera lo dejará en un margen de acción estrecho por la pertinaz estrategia de enfrentar las demandas ciudadanas sitiando los espacios de protesta con carabineros y alargando las negociaciones.
AMPLIANDO EL ESPECTRO POLÍTICO
Los estudiantes tienen claro que para este año necesitan sumar a más sectores sociales para generar caminos de convergencia hacia una nueva mayoría política. Boric comenta que el movimiento “tiene que proyectarse en el largo plazo, vincularse con otros actores sociales, porque en el fondo lo que nosotros queremos es cambiar Chile”.
El 2011ya hubo aprendizajes mutuos en algunos días de paro cuando transportistas en Valparaíso y estibadores en Concepción sumaron sus demandas a la protesta estudiantil. La prueba de fuerza vino con el paro convocado por la CUT en agosto. Ya en el 2012 los dirigentes estudiantiles aprovecharon la época estival para ampliar sus lazos. Así vimos a Titelman y Boric junto a José Ancalao, de la Federación de Estudiantes Mapuche, visitar algunas comunidades en la Araucanía; y días después a otros dirigentes de la Confech y secundarios apoyar el paro de los portuarios.
Juan Paonessa, vicepresidente de la FEUCV, destaca que para este año “partimos organizados. Antes nos costaba un par de meses conocernos, socializar los temas; hoy tenemos claro que queremos y los caminos a seguir. A la sociedad ya le demostramos que la educación gratuita era posible”.
Michelle Vargas, presidenta de la federación estudiantil de la Universidad Católica del Norte, “el joven de hoy está empoderado de su capacidad de sujeto de transformación social, de cambios, de cómo es capaz de proyectar un futuro no sólo en lo individual, sino que también en la sociedad, en el desarrollo del país”.
Paonessa agrega que los estudiantes demostraron que la crisis educativa “atañe a un problema mayor, que es el sistema neoliberal. Eso ya está claro para nuestros compañeros y ahora falta socializarlo en ámbitos. La tarea es juntarse con quienes estén de acuerdo con una salud digna, una educación gratuita y que vean más allá de lo que pasa en sus mismos gremios y que es un problema del modelo económico y social. Creo que lo que hicimos fue despertar a la gente”.
Muchos estudiantes el año pasado ya tuvieron la experiencia de socializar sus demandas. Jaime Casas, de Castellano de la PUCV, cuenta que en dicha universidad porteña organizaron una Asamblea Popular, para lo cual recorrió la feria libre de Av. Argentina. “La gente estaba dispuesta a escucharte, esperaba que le contaras, de una u otra manera creo que el estudiantado significó para ellos una especie de catarsis. La gente te contaba todos sus problemas, pudo conectar sus problemas cotidianos con el sistema político económico que los causa. Te decían que estaban endeudados, que estaban cesantes”- recuerda Casas.
Felipe Pimentel, quien estuvo en la FEUCV los años 2009 y 2010, destaca que “tenemos un amplio apoyo ciudadano y el fondo no ha cambiado: educación gratuita y de fondo un sistema político económico más digno”.
Para Mayol “el movimiento estudiantil fue catalizador de un proceso de politización de la sociedad. En cuatro meses cambió el orden de lo verosímil luego de décadas de un malestar soterrado, el que va a explotar por distintos lados. Estamos ante un cambio del ciclo político”.
Pimentel agrega que “hay que pensar bien las estrategias a seguir para alcanzar esos proyectos. Por ello las marchas y tomas no son suficientes, se necesita ahora entrar a una etapa de articulación para no ser cooptados por la clase política. Tenemos que ser alternativa efectiva y elaborar un programa de país. Ese es el desafío del 2012”.
Los estudiantes ya no tienen de contraparte a un ministro con aspiraciones presidenciales, como lo era Joaquín Lavín; ni a un ministro fusible, como lo fue el renunciado Felipe Bulnes. Harald Beyer es un ideólogo duro del modelo neoliberal educativo y es experto en cifras y guarismos técnicos crecido al alero del Centro de Estudios Públicos (CEP) de la familia Matte. El ring está armado, los contendores están en sus esquinas y el público está ansioso. El 15 de marzo ya sonó la primera campana.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
*Foto: Daniel Labbé Yáñez