El documento recoge en 28 ideas esta fecha de campaña del gobierno, haciéndose cargo de la tesis del «nuevo ciclo político» y otro debates que han girado en torno a la contingencia, para concluir que «estas reformas no son un avance sustancial en la modificación y/o transformación del modelo, es más bien la política “gatopardista”, que, utilizando un atajo discursivo y legislativo, pretende reafirmar el capitalismo en versión neoliberal» y propone que «debemos hacer todos los esfuerzos posibles de convergencia política y social que permita constituir un gran bloque de los trabajadores y el pueblo que enfrente al dominio del capital en todos sus espacios, con propuestas sólidas que potencien la organización, movilización y conciencia política de los trabajadores y el pueblo con todas sus expresiones».
A continuación el documento completo preparado por Centro Alerta, Plataforma Nexos, Estudios Nueva Economía (ENE), Grupo de Estudios Marxistas (GEM) y el Grupo de Estudios Sociales y Políticas (GESP).
Análisis de coyuntura primer semestre 2014
A modo de presentación:
El presente documento intenta develar la coyuntura, sus posibles cursos de acción y los desafíos que ésta nos impone a la hora de actuar políticamente en el escenario nacional.
A diferencia de años anteriores y en el marco del período político abierto a partir del año 2011, la actual coyuntura está marcada por la creciente deslegitimación del capitalismo neoliberal instalado en Chile y por el agotamiento del sistema político, que cuestionado insistentemente, hace posible la constitución de un cuadro subjetivo de desapego a los marcos políticos, ideológicos y de legitimidad del orden existente.
Diversos actores sociales, especialmente estudiantes secundarios y universitarios, han posibilitado con sus luchas que las diversas expresiones de malestar se articulen a lo menos simbólicamente para producir una fisura ideológica en el dominio hegemónico del capital que nos ha acompañado los últimos 40 años. Con ello han ido creando las condiciones para comenzar a pensar y actuar en clave anticapitalista, impugnando el lenguaje de la dominación y posibilitando la instalación de un horizonte de esperanza y transformación.
El presente documento es un esfuerzo por contribuir con un grano de areno al fortalecimiento de las luchas anticapitalistas, esfuerzo hecho posible por la articulación y el encuentro de varias organizaciones fraternas que compartimos este sentido de lucha. Por ello ponemos a disposición este documento, inacabado e incompleto, esperando continuar en la construcción de redes, en el enriquecimiento del análisis de la realidad, y en la acumulación de experiencias y aprendizajes que nos permitan golpear cada vez más y mejor al modelo neoliberal que es el sistema capitalista en su actual versión.
Con el fin de que lo escrito sea de fácil lectura y comprensión, hemos tomado la decisión de dar cuenta de la coyuntura a través de un formato tipo tesis, es decir, haciendo afirmaciones cortas y precisas, cada una de ellas numerada, con el fin de facilitar lo toma de posición de cada persona y organización.
Qué nos muestra la coyuntura en el actual período:
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Vivimos en Chile en condiciones de una economía capitalista periférica, basada en la explotación intensiva de algunos recursos naturales, particularmente el cobre, amparada, en las dos últimas décadas, por un sistema jurídico-político seudo democrático, refractario a las demandas populares, y orientada por la aplicación de políticas neoliberales extremas en beneficio del gran capital transnacional que ha gozado de condiciones políticamente favorables, pero no sostenibles en el largo plazo.
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Una caracterización mínima del ciclo de lucha de clases germinado en 2011 debe tomar en consideración el largo ciclo precedente. Si 2011 no es el inicio de un proceso revolucionario, si es al menos el hito que marca el fin del ciclo de contrarrevolución iniciado en 1973, consolidando un proceso ascendente de repolitización y rearticulación social en variados sectores sociales, que tras años de hegemonía neoliberal comienzan a expresar su malestar políticamente.
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Estos procesos actuando de manera convergente han generado, sostenido y profundizado una fisura ideológica en la hegemonía neoliberal, rompiendo el estado de despolitización y desmovilización en que la post dictadura mantuvo a la clase explotada.El nuevo periodo de conflictividad social abierto por las movilizaciones del 2011 permanece aún abierto, definiendo decisivamente el carácter de la coyuntura política (la agenda y el debate), dado que este ha sido encarado activamente por la clase dominante mediante un gobierno reformista, dispuesto a avanzar en generar cambios estratégicos que permitan dar cierto grado de satisfacción a las demandas de la población, calmando el descontento y generando gobernabilidad para desactivar la movilización y encauzar la búsqueda de soluciones hacia el ámbito político-institucional, articulando un nuevo período de estabilidad social.
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De allí que la actual coyuntura se da en el marco de un largo período político en que la correlación de fuerzas sigue siendo ampliamente favorable a las clases dominantes, pese al aumento cualitativo del descontento social, el cual sin embargo se encuentra dividido y disperso, incapaz de generar alternativas políticas propias capaces de coordinar y generar una oposición de izquierda convergente frente a la nueva coalición de gobierno.
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No obstante, el período que se inició el 2011 instaló un conjunto de demandas que pese a su carácter limitado, produce problemas a la articulación política de las clases dominantes, mediante formas de lucha y organización que exceden la capacidad de respuesta del modelo neoliberal y el actual gobierno, poniendo en evidencia la pérdida de legitimidad de las estructuras de mediación entre el Estado y la clase oprimida, generando así múltiples oportunidades para ampliar la creciente crisis de legitimidad del sistema constitucional y amplificar la fisura ideológica abierta el 2011.
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Siendo el propósito del análisis de coyuntura identificar con claridad el tipo de iniciativas y cursos de acción que nos permitan avanzar en la acumulación de fuerzas sociales y políticas requeridas para el logro de nuestros objetivos estratégicos, ¿cuál ha de ser el criterio para juzgar la pertinencia de las iniciativas que se proponen y luego para evaluar sus resultados? Sin duda que su capacidad de elevar los niveles de conciencia, organización y movilización del pueblo trabajador, como aprovechando las oportunidades políticas que la coyuntura ofrece para consolidar el avance del pueblo.
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Las condiciones subjetivas que hacen posible el cambio y que necesitamos promover de modo consecuente y tenaz son: impulsar la constitución y existencia de fuertes sujetos colectivos, tanto en el plano social como político, animados por claras formas de identidad de clase (lo que supone enfrentar y superar la enorme dificultad creada por la gran dispersión y heterogeneidad de la clase explotada y el peso que sobre ella ejerce la ideología de la clase dominante) de modo que la progresiva fermentación de un fuerte y generalizado descontento en la población llegue a generar una amplia unidad social y política de los trabajadores y el pueblo que produzca una impasse entre los de arriba (que ya no pueden gobernar con el consentimiento pasivo de los de abajo) y los de abajo (que ya no aceptan ser gobernados como hasta ahora pero que aún no pueden tomar en sus manos las riendas de sus destinos).
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El escenario que se configura luego del proceso electoral que instaló en la administración del Estado a la Nueva Mayoría (NM), pone como necesidad que las distintas corrientes y expresiones políticas anticapitalistas hagan el balance de su intervención en dicho evento, que de una u otra forma da información respecto al avance de las propuestas de los revolucionarios y el nivel de conciencia política. Sin duda, no se puede desconocer el resultado de la intervención política en el escenario electoral del 2013 de las corrientes que se reclaman de la revolución, que al final tiene su expresión en el arribo al gobierno de la NM.
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Uno de los rasgos más característicos de la actual coyuntura es que los voceros de las demandas ciudadanas no han sido hasta aquí los trabajadores organizados sino preferentemente los estudiantes, y junto a ellos quienes en calidad de ciudadanos se movilizan en torno a demandas sociales de muy diversa naturaleza (ambientales, sectoriales, culturales, etc.) o algunas comunidades locales cohesionadas en lucha contra el abandono de que han sido víctimas por largo tiempo, como lo han sido los deudores habitacionales, comités de allegados y los afectados por los terremotos que han azotado nuestro país. Por ello, la iniciativa de la NM con su ofensiva reformista ha tenido al sector educacional como objetivo para así desmovilizar al movimiento estudiantil e impedir que el cuestionamiento al capitalismo neoliberal se expanda hacia otros sectores.
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A esa atomización y dispersión de la clase trabajadora hay que añadir una atomización y dispersión no menor de las corrientes políticas que se esmeran por situar su accionar en una línea de continuidad con las tradiciones de lucha forjadas en el pasado por el movimiento socialista y revolucionario. Esta es, claramente, la principal debilidad global que exhiben hoy las luchas populares por avanzar en la democratización de la sociedad en todos sus planos: el de la política, la economía, la sociedad y la cultura.
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La única posibilidad de configurar un escenario distinto es que el movimiento social, junto con cuestionar el limitado carácter de las mismas y desenmascarar su verdadero propósito de mantener en pie el modelo económico neoliberal que ha orientado lo obrado en las últimas décadas en materia de educación, salud y previsión, logre poner en el centro del debate una agenda de demandas tales como la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la nacionalización de la gran minería del cobre, el cambio del sistema de pensiones a uno de carácter solidario, el cambio de la legislación laboral y un sistema de salud y educación público, laico y gratuito, que resguarde el uso de los recursos del Estado y mejore las condiciones de vida de los dominados.
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En consecuencia, el gran desafío que encaran las corrientes revolucionarias de la izquierda está en evidenciarse capaces de desenmascarar el verdadero carácter del programa de reformas impulsado por el gobierno que, en nombre de las aspiraciones mayoritarias de la población, solo busca perfeccionar el actual modelo económico social imperante en el país y levantar frente a él una real alternativa de cambios estructurales, impulsado de manera consecuente, desde una posición de clara independencia de clase.
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En el plano económico, las cifras del denominado Indicador Mensual de Actividad Económica del Banco Central han venido señalando una tendencia a la baja que encuentra su explicación en el fin del ciclo del aumento del precio de las materias primas a nivel mundial que ha durado 8 años. En el caso particular de Chile, la materia prima principal, el cobre, representa alrededor del 17% del PIB y aun cuando la industria proyecta el precio en los US$ 3 la libra, se ve que está siendo afectado por un exceso de oferta a nivel internacional. Este efecto en los ingresos impositivos, con un “royalty” irrisorio y una reforma tributaria que no toca al sector, estrecha el margen de maniobra del gobierno con los recursos del Estado. Este factor será clave en la disposición de recursos destinados a neutralizar las demandas del movimiento social .
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15. Más allá de los recursos que recaude la reforma tributaria, el objetivo principal de esta reforma viene dado no por el hecho de la recaudación, tampoco por el anhelo de hacer más progresivo el sistema tributario (a pesar de que pueda conseguirlo), sino que se limita solo a cerrar los “baches” que presenta el sistema tributario chileno y otorgarle algo de “decencia” a un sistema “peculiar”. En este sentido, la mayor recaudación derivada de la aplicación de esta reforma contribuiría a dar soluciones a las demandas que han sido la causa de la incipiente inestabilidad social, garantizando así mayores grados de gobernabilidad.
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En lo que tiene que ver con la Reforma Tributaria, desde la izquierda, el debate ha sido casi inexistente, y el movimiento social junto a la franja revolucionaria han estado casi completamente ausentes de estas discusiones. Un tema central respecto a la reflexión dentro del movimiento social sobre estos temas, es la necesidad de que, junto a sus intelectuales orgánicos, el pueblo organizado asuma la necesidad de opinar activamente y proponer vías alternativas a las ofrecidas por los técnicos burgueses en la construcción de la nueva sociedad, entendiendo así que las formas concretas de organización social como lo son las políticas públicas, deben en una sociedad democrática necesariamente pasar por un proceso de deliberación colectivo, alejando de esta forma el debate y la decisión de las cúpulas de expertos y tecnócratas.
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Las tareas propuestas de los revolucionarios serían entonces, respecto a la llamada reforma tributaria, contribuir en i) fomentar el debate y el conocimiento en el seno del pueblo de este tipo de –complejos- temas de forma de preparar a las masas para el proceso de toma de decisiones en aspectos centrales de la vida individual y social, ii) esclarecer los principales aspectos de la reforma y sus implicancias para la estabilidad del modo producción capitalista, iii) evidenciar las omisiones que esta reforma tributaria presenta en el contexto nacional, y que apuntan directamente a mantener una situación beneficiosa para los grandes grupos económicos, iv) adelantar escenarios para la instalación en el debate público de una necesaria segunda reforma tributaria que cumpla efectivamente las expectativas del pueblo, y v) proponer usos alternativos de los recursos recaudados para políticas que contribuyan a la emancipación de la clase trabajadora .
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Como en la reforma tributaria, en el plano de las reformas al código laboral actual, la NM ha dado pasos de negociación al interior del bloque en el poder. Los sindicatos patronales lo han impulsado con el gobierno y con la CUT directamente, de modo de institucionalizar el proceso y evitar que estas demandas laborales se conviertan en un eje de articulación de corrientes sindicales que abran una brecha en la hegemonía que la NM tiene sobre el movimiento sindical. Ampliar los niveles de organización de los trabajadores sería un factor que permitiría el desarrollo de la conciencia expresada en sus luchas salariales como condición a su politización.
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En las organizaciones clásicas de los trabajadores que tienen dirección asociada a las representaciones políticas del reformismo, hoy parte del gobierno burgués de la NM, es necesario disputar la conducción sostenidos en la asamblea democrática de los trabajadores. Definir políticas de intervención en los sectores de la economía más relevantes, en impulsar la organización de sindicatos y luchar por sus demandas salariales, impulsar la organización sindical por ramas o sectores, con organizaciones que incorporen a trabajadores contratados y subcontratados. Los bajos niveles de sindicalización y de negociación colectiva de salarios y condiciones de trabajo es un déficit necesario de superar. La lucha contra la burocratización de las organizaciones sindicales que tienden a suplantar la expresión democrática de los representados debe ser parte de este esfuerzo de construcción a nivel nacional.
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A la ausencia de una disputa relevante por la conducción política de los trabajadores por las corrientes clasistas, se suman indicios de que la lucha económica baje en intensidad este año, sobre todo porque el impacto de la desaceleración económica podría expresarse a nivel del empleo y por el peso de la influencia en el mundo sindical de la NM. Proyectarse en el marco del necesario debate respecto del Multi RUT y sus limitaciones, Negociación Colectiva, titularidad sindical, etc., de modo que la discusión y el impulso de ello, con un horizonte más allá de esas iniciativas de la NM, es una oportunidad para elevar los niveles de conciencia y organización de los trabajadores. Entrar en el debate de la reformas laborales del gobierno de la NM y proponer avanzar “más allá” con el objetivo de derogar el código del trabajo pinochetista es la oportunidad de la coyuntura para evitar un “estado de ánimo” entre los trabajadores que nos empuje a la pasividad.
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De las tres reformas anunciadas por el Gobierno de Bachelet las que potencialmente ofrecen mayores posibilidades a las corrientes de la izquierda revolucionaria de poner en pie una batalla política de gran envergadura son la reforma educacional y el prometido cambio constitucional.
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El carácter limitado de la “reforma educacional”, a pesar de los importantes recursos que se ha dicho que ella compromete, y la mayor amplitud de los sectores que se ven afectados, en un sentido u otro, ofrece un campo más propicio que el anterior al despliegue de una batalla política de gran magnitud. Ello dependerá principalmente de que los estudiantes y sus familias logren visualizar claramente una propuesta de cambio estructural en el sistema educativo que, siendo viable, cautele de mejor manera sus derechos, intereses y legítimas aspiraciones.
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Pese a ello, el movimiento estudiantil, como toda la izquierda revolucionaria, se muestra aún en proceso de organización y articulación, si bien con lineamientos centrales claros, presentando su rechazo y crítica a las reformas, afirmando la educación como derecho social, reivindicando un sistema de educación pública financiado por el Estado, democrático y sin prácticas neoliberales (precarización del trabajo, competitividad por recursos escasos y autofinanciamiento), no ha logrado revertir su posición reactiva y generar un proceso de movilizaciones capaz de profundizar la reforma. Esta última ha encontrado una férrea y ascendente oposición de los sectores privados laicos y eclesiásticos que, agrupados en amplias corporaciones, buscan frenar y ajustar a sus intereses las reformas propuestas.
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En la educación superior acontece algo similar ya que ni la propuesta del gobierno ni las demandas de la burocracia que impera en las Universidades del Estado apuntan hacia una modificación profunda del sistema. En base al desacople conceptual de lo público y lo estatal se insiste en la vieja pretensión de los grupos y entidades privadas vinculadas a la educación universitaria de recibir el mismo reconocimiento y trato que las Universidades del Estado. La burocracia de estas últimas, por su parte, se esmeran por impedir que las Universidades del Estado, respondiendo cabalmente a su carácter público, se pongan realmente al servicio del país y a un proceso de democratización y transparencia de su gestión que permita que sus comunidades universitarias se autogobiernen .
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Si bien es cierto que las luchas por la “educación gratuita, de calidad y el fin del lucro” o la lucha por mejores comunidades o el derecho a la vivienda atraviesan al conjunto de los trabajadores y trabajadoras, es en la lucha directa por el salario mínimo, mejores condiciones de trabajo y salarios más altos, y en definitiva en la lucha contra la clase dominante la que permitirá superar los actuales niveles de conciencia y politización. En este proceso, es fundamental su impulso y la dirección de los conflictos por corrientes revolucionarias de clase.
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La reforma que parece estar llamada a constituir la batalla decisiva de este periodo es la del cambio del marco constitucional vigente, tanto por su carácter como por la tradicional reluctancia de la casta política chilena a reconocer el principio de la soberanía popular como única y real fuente de legitimidad democrática. El primer escenario de confrontación será el que se dará en torno al alcance del cambio requerido en la Constitución, como al mecanismo pertinente para llevarlo a cabo.
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La batalla en torno a las bases jurídico-políticas del Estado se avizora ya en el horizonte y está llamada a ser el escenario de confrontación política decisiva del periodo. Debemos prepararnos para librar esta batalla teniendo réditos positivos en términos de incrementos en consciencia y organización. Esto supone propiciar desde ya todas las iniciativas de convergencia social y política que se vayan mostrando como necesarias en torno a una línea de movilización de masas que, aunque en determinados momentos pueda significar hacer causa común con alguna iniciativa del gobierno frente a los sectores más conservadores del bloque en el poder, no deposite ni el menor gramo de confianza en él y, por el contrario, a través de la acción busque disipar las ilusiones que amplios sectores de la población trabajadora se han forjado en este gobierno.
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Los ciclos de movilización como la estudiantil, que se abrió el 2011, las reivindicaciones regionalistas, las constantes luchas del pueblo mapuche, las luchas reivindicando la vivienda digna por parte de los pobladores y el resurgir de la organización sindical de base, son todos signos de que esta generación tiene la capacidad de abrir un nuevo ciclo de luchas sociales, que rompa con los estrechos márgenes de la transición impuestos por Pinochet y los continuadores de su legado.
A modo de conclusión:
Se desprende de lo anterior que el escenario actual está marcado por un conglomerado político que sería una alianza política entre la Concertación más el Partido Comunista que se ha venido en llamar Nueva Mayoría, y que este pacto político, electoral y de gobierno, es un intento de dar respuesta al creciente malestar social que se ha hecho carne a partir del Movimiento Estudiantil. La respuesta ha consistido en dar forma a una política que supuestamente trata de modificar el sistema vía reformas, siendo las principales la educacional, la tributaria y la constitucional.
Estas reformas buscan hacer adecuaciones con la finalidad de no poner en cuestión el conjunto del edificio institucional que soporta al capitalismo chileno y a su vez, reafirmar la legitimidad social de la elite política. Sin embargo, estas reformas no son un avance sustancial en la modificación y/o transformación del modelo, es más bien la política “gatopardista”, que, utilizando un atajo discursivo y legislativo, pretende reafirmar el capitalismo en versión neoliberal que últimamente está siendo cuestionado. Por lo mismo, no hay que dejarse arrastrar o cautivar por los cantos de sirenas que hace que gane el que tiene hoy la hegemonía y son parte del poder.
El desafío es desnudar el relato y el proyecto reformista. Para ello es menester entrar en el debate ideológico, desmenuzar el contenido político y técnico de las reformas y sus implicancias, tanto en los efectos sectoriales de las mismas, como por la potencial desactivación de las luchas sociales, por esta especie de Canto a la Esperanza Socialdemócrata en el siglo XXI, que encarna la Nueva Mayoría.
Los distintos frentes de lucha sectorial, las reivindicaciones que se producen en distintas esferas de la realidad social, el debate legislativo, político e ideológico son muestras de un avance. Sin embargo, sería ingenuo pensar que el solo avance de éstas basta para que sea posible la constitución de un sujeto político que pueda encarnar la posibilidad de la transformación de la sociedad. Se requiere de intervención, de confrontación y de lucha organizada. Por eso leer la realidad y saber hacia dónde se dirigen sus flujos subterráneos es clave para asestar los golpes requeridos al sistema de dominación, y construir así una subjetividad subversiva, portadora de un sentido de lo político anticapitalista que guíe nuestra acción.
Para asumir los desafío que hemos señalado, debemos hacer todos los esfuerzos posibles de convergencia política y social que permita constituir un gran bloque de los trabajadores y el pueblo que enfrente al dominio del capital en todos sus espacios, con propuestas sólidas que potencien la organización, movilización y conciencia política de los trabajadores y el pueblo con todas sus expresiones. Sólo la movilización unitaria y consecuente de los trabajadores y trabajadoras, de los y las estudiantes, de los pobladores y pobladoras, de cada ciudadano y ciudadana, hará posible que nos vayamos abriendo paso a un proceso de real democratización del país, sometido hoy a la dictadura y extorsión permanente del gran capital.
Centro Alerta – Plataforma Nexos – Estudios Nueva Economía (ENE) – Grupo de Estudios Marxistas (GEM) – Grupo de Estudios Sociales y Políticas (GESP)