Ubicada en la Patagonia occidental, la Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo cuenta con una superficie de 108.494,4 km² y es la tercera región más extensa del territorio nacional. Su población estimada, según el Censo de 2010, es de 104.843 habitantes, siendo una de las zonas con menor densidad poblacional.
Desde 2005, en el contexto de un Chile con un sistema económico social neoliberal impuesto por la dictadura militar, la región se vio amenazada por la empresa transnacional Endesa y Colbún y su proyecto Hidroaysén, el cual intentó construir cinco mega represas en los ríos Baker y Pascua, el cual inundaría un territorio de 5.910 hectáreas, destruyendo flora y fauna, afectando recursos naturales, cultura y sociedad, con el objetivo de aportar energía a grandes mineras del país.
Origen del movimiento
Sumado a la amenaza de las represas, Aysén es una de las regiones australes más alejadas del país, con baja conectividad, un clima crudo y hostil, costo elevado de vida producto de una escasa actividad económica y problemas en áreas sociales como salud, transporte, vivienda y educación. Este escenario y una percepción local histórica de desamparo por parte de las estructuras institucionales del Estado, dieron a paso a que, en febrero de 2012, se decidiera comenzar el movimiento “Aysén: Tu problema es mi problema”.
Organización
Patagones y patagonas levantaron banderas negras, unificaron fuerzas y comenzaron a formar parte de la manifestación que día tras día sumó más adherentes, a quienes no dejó indiferentes un petitorio que incluía 11 puntos en áreas básicas como la educación, salud y trabajo.
Por otro lado, el movimiento social fue resultado de una fuerte articulación popular espontánea de gente que no se conocía entre sí, y donde los gestos de solidaridad, compañerismo y confianza dieron paso a una comunidad organizada, en la cual cada persona ocupó un rol dentro de la movilización.
Las mujeres, por ejemplo, se empoderaron de la lucha y se situaron como un agente transformador esencial para el éxito de la organización: cortaron caminos y rutas, prendieron barricadas, organizaron actos culturales y marchas por toda la ciudad, levantaron ollas comunes para poblaciones enteras, entre otras actividades.
La concejala de la comuna de Aysén, María Inés Oyarzún, respecto a la organización destacó “la valentía, el compromiso y la unión que se dio en toda la Región de Aysén. Fue un momento muy solidario, en el que todas las personas olvidamos nuestras diferencias e intentamos avanzar”.
La violencia como medida de represión
Los enfrentamientos entre manifestantes y el contingente policial fueron cada día peores en las tomas del puente Presidente Ibáñez, que conecta Coyhaique con Puerto Chacabuco. Personal de Fuerzas Especiales salía a las calles con sus carros lanza gases y agua, fuertemente protegidos y portando escopetas con balines, perdigones y lacrimógenas.
La represión aumentó. Llegaron piquetes de agentes policiales provenientes de Santiago. Las bombas de gases repletaban las calles. Hombres y mujeres de todas las edades vivieron los golpes y abusos que fueron constatados por observadores de Derechos Humanos, testigos y antecedentes en el Servicio de Salud. Tal es el caso de Teófilo Haro, quien perdió un ojo luego de que un carabinero le disparara directamente en ese lugar. Es uno entre los 16 casos de personas que quedaron parcial o totalmente sin visión.
“La represión fue lo más brutal, pero permitió que la gente de Aysén reaccionara y se defendiera. Fue muy torpe el actuar de parte del Gobierno de Sebastián Piñera. Sin abrir diálogos ante una demanda histórica”, explicó la Gobernadora Provincial de Aysén, Paz Foitzick.
Por otro lado, la concejala aysenina, María Inés Oyarzún, cuestionó: “¿Cuántos recursos ocupó el Gobierno para hacer una de las mayores represiones del país? Nadie sabe cuánto se gastó por medio de la antigua Intendenta, Pilar Cuevas, represora y pinochetista que nos hizo vivir casi una dictadura”.
“De once puntos, sólo se lograron tres”
Elías Muñoz, periodista patagón, quien durante la movilización informó a la comunidad lo que ocurría desde la Radio Santa María, destacó que de once puntos, se lograron tres: “la universidad pública y regional, proyecto que se está implementando y que debería concretarse con la primera promoción de alumnos ingresando el 2017. También en salud, con la construcción del nuevo hospital de Aysén y los proyectos de normalización de los hospitales de Cochrane y Chile Chico, más la llegada de especialistas e infraestructura, como ambulancias nuevas y otras. Y la suspensión del proyecto Hidroaysén, que se deslegitimó de forma importante tras el movimiento”.
Además, la Gobernadora de la región austral, Paz Foitzick, destacó que “aprendimos una lección de vida, y es que somos capaces de luchar por nuestros derechos y, eso, es lo más importante”.
El comunicador destaca igualmente que siempre será bueno movilizarse. “No podemos pensar que los logros y las aspiraciones de las personas y de la sociedad en su conjunto, se obtienen sin protestar. A veces los procesos son lentos, pero la semilla se siembra cada vez que se sale a las calles”.
Finalmente, cuarenta días y cuarenta noches de levantamiento popular, rebelión e insurrección en la trapananda divina, más allá de sus resultados inmediatos, contribuyen a la memoria chilena al ser un ejemplo de lucha para las próximas rebeliones que vienen en nuestro país.
Por Francisca Arriagada
El Ciudadano