«En medio de la violencia hacemos el esfuerzo por vivir en paz». Ese es el llamado que el Movimiento de Acción Migrante (MAM) está haciendo a la comunidad ante los ataques delictuales acontecidos en el último tiempo contra ciudadanos haitianos.
«Hay un cierto sentido común», agregan desde el MAM, «generado en conceptos falsos de deshumanización frente a los ‘otros’, que hace creer que la vida de los migrantes no vale nada, que somos desechables».
La Defensoría Penal Pública expresó en el año 2016 que el porcentaje de migrantes que estaban en calidad de víctimas de delito se había incrementado en un 14%.
«Nos desazona el caso de un trabajador haitiano, quien fue atropellado por un conductor sin licencia de conducir y ahora está en el Hospital Sótero del Río con su cadera fracturada, motivo por el cual perderá muchos meses de trabajo», expresa la organización sobre este caso, al que se suma otro de trabajador haitiano que fue apuñalado.
A esto se suma el caso de la intervención de un joven colombiano ante un asalto por parte de un taxista a dos jóvenes argentinas, al que se pretendió atropellar en la huída. «Era la tercera vez que este joven solidarizaba con personas que eran violentadas por robo», agregan.
«Estos son solo ejemplos de lo que cotidianamente nuestra gente sufre ante las expresiones más crudas del racismo y la xenofobia, así de la falta de garantías en sus derechos», manifiestan desde el MAM, quienes plantean que este tipo de hechos y su naturalización están asociados a discursos xenófobos y racistas de algunos líderes de opinión, «que irresponsablemente ad portas de las elecciones, siembran odio, dudas y prejuicios».
Para el MAM, estos malos tratos están avalados en que la actual legislación migratoria chilena, el DL 1.094 de 1975, que considera al extranjero/a como un «enemigo». «Esta legislación autoritaria viola los derechos humanos e instrumentos internacionales», sentencian en la organización.
Sin reparar en sus consecuencias algunos piensan que la legislación debe ser más, más restrictiva ante una migración que creen poder controlar.
«Es como querer decretar la suspensión de los terremotos en un país sísmico», finalizan, haciendo un llamado a «las personas sensibles y respetuosas de los derechos humanos, a los trabajadores, a las organizaciones sociales, movimientos culturales y autoridades a expresarse y a actuar condenando todo hecho xenófobo, racista, discriminador, porque al visibilizar, denunciamos y promovemos la necesidad de construir una sociedad intercultural que nos incluya a tod@s en una región de paz».